Internacional
Espacios Europeos (3/12/2016)
En el nuevo libro: «Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana» (La historia oculta de las negociaciones entre Washington y La Habana), los escritores Peter Kornbluh y William LeoGrande utilizan documentos recientemente desclasificados para revelar la historia secreta de los diálogos entre Estados Unidos y Cuba. Entre otras cuestiones, dan a conocer los detalles de cómo el entonces Secretario de Estado, Henry Kissinger, consideró iniciar un ataque aéreo sobre Cuba cuando Fidel Castro envió tropas para apoyar la lucha independentista en Angola, en 1976. En los años siguientes, EE.UU. envió emisarios ultra secretos, incluidos el ex presidente Jimmy Carter y el escritor ganador del premio Nobel, Gabriel García Márquez, para intentar normalizar las relaciones con Cuba. El libro sale a la luz justo cuando el líder cubano Raúl Castro se prepara para la primera participación de Cuba en la Cumbre de las Américas, el año que viene en Panamá. Recientemente, Cuba denunció que en septiembre el gobierno de Obama ha extendido el bloqueo contra la isla, que ya lleva más de 50 años, por un año más; una decisión que ha pasado casi desapercibida.

Crédito de la imagen: Frank Mankiewicz. (De izquierda a derecha: Frank Mankiewicz, Kirby Jones, y Saul Landau le pasan a Fidel Castro un mensaje del Secretario de Estado, Henry Kissinger, sobre la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, julio de 1974)

TRANSCRIPCIÓN
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

NERMEEN SHAIKH: En el libro «Back Channel to Cuba» se cita un documento desclasificado que abre una ventana para conocer la primera reunión formal de negociaciones para normalizar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Compartiremos lo que queda de la hora con los autores de este nuevo libro, que revela la historia secreta del diálogo entre Estados Unidos y Cuba. El libro se basa principalmente en documentos ultra secretos desclasificados recientemente. Entre otras cuestiones, se dan a conocer detalles de cómo el entonces secretario de Estado del gobierno estadounidense, Henry Kissinger, evaluó la posibilidad de lanzar ataques aéreos contra Cuba cuando Fidel Castro envió tropas para apoyar la lucha independentista en Angola, en 1976. En los años siguientes, EE.UU. envió emisarios ultra secretos, incluidos el ex presidente Jimmy Carter y el escritor galardonado con el premio Nobel, Gabriel García Márquez, para intentar normalizar las relaciones con Cuba.

La publicación del libro tiene lugar justo cuando el líder cubano Raúl Castro se prepara para la primera participación de Cuba en la Cumbre de las Américas, el año que viene en Panamá. A principios de este mes, el Ministro de Relaciones Exteriores de Panamá viajó a La Habana para invitar personalmente a Castro para que Cuba participe por primera vez. El presidente Obama no ha dicho aún si va a asistir a la Cumbre.

AMY GOODMAN: Mientras tanto, Cuba ha denunciado que el gobierno de Obama está extendiendo el bloqueo en su contra, que lleva más de 50 años. En septiembre, la Casa Blanca ha autorizado el embargo comercial por un año más, una medida que pasó desapercibida. En un discurso ante la Asamblea General de la ONU, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, dijo que las restricciones de Estados Unidos contra Cuba han empeorado durante la presidencia de Obama.

BRUNO RODRÍGUEZ: El Departamento de Estado ha vuelto a incluir a Cuba en su lista unilateral y arbitraria de estados que patrocinan el terrorismo internacional. El verdadero propósito de esto es profundizar la persecución de nuestras transacciones financieras internacionales y justificar la política de bloqueo. Bajo el gobierno actual, se ha endurecido como nunca antes el alcance extraterritorial del bloqueo, que tiene un énfasis impresionante e inaudito en las transacciones financieras, con la imposición de sanciones multi millonarias a instituciones bancarias de otros países.

AMY GOODMAN: Bueno, para ampliar la información, estamos con Peter Kornbluh y William LeoGrande, autores del nuevo libro, «Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana» (La historia oculta de las negociaciones entre Washington y La Habana). Peter Kornbluh dirige el Proyecto de Documentación sobre Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington. Y William LeoGrande es profesor de Gobierno en la American University. La introducción del libro se puede leer visitando nuestro sitio web: democracynow.org. Juntos también escribieron un artículo, publicado en el sitio web de la revista The Nation, titulado «Six Lessons for Obama on How to Improve Relations with Cuba. The president knows US policy has been a failure. Here’s how he can make a breakthrough, in the little time he has left.»

(Seis lecciones para Obama sobre cómo mejorar las relaciones con Cuba. El presidente sabe que la política estadounidense ha sido un fracaso. Pero puede lograr un gran avance en el poco tiempo que le queda).

Bueno, ya llegaremos a eso. Pero antes, William LeoGrande y Peter Kornbluh, bienvenidos una vez más a Democracy Now! Peter, quiero empezar contigo y con, bueno, estos documentos que han conseguido, que nunca antes habían sido difundidos y muestran, repito, lo cerca que estuvo EE.UU., cuán dispuestos llegaron a estar los líderes de Estados Unidos a arriesgar la paz mundial para caer sobre Cuba. Háblanos sobre Henry Kissinger.

Fidel Castro
Fidel Castro

PETER KORNBLUH: Henry Kissinger merece un gran reconocimiento, por haber tomado realmente la iniciativa de acercarse a Fidel Castro a través de un emisario secreto, enviándole una nota escrita a mano que decía: «Deberíamos intentar mejorar nuestras relaciones, establezcamos un mecanismo secreto para iniciar el diálogo». Eso fue en el verano de 1974. Y sí hubo una serie de conversaciones que culminaron con una reunión extraordinaria de tres horas en el Hotel Pierre, aquí en la ciudad de Nueva York en julio de 1975. Pero bueno, Estados Unidos siempre quiso que, para llegar a un acuerdo, Cuba hiciera concesiones ya fuera en su política exterior o en su política nacional. Y Fidel Castro había recibido un pedido de apoyo de parte de Agostinho Neto de Angola para luchar contra las guerrillas de extrema derecha, respaldadas por la CIA, que amenazaban al MPLA, su movimiento popular de liberación. Castro envió tropas a Angola. Kissinger estaba furioso de que un «don nadie», como insistía en llamar a Fidel Castro en sus reuniones con Gerald Ford, pudiera efectivamente proyectar su poder militar hacia otro continente y frustrar el diseño tipo jugada de ajedrez que había hecho Kissinger para llevar la Guerra Fría en ese continente. Así que armó un plan de contingencia, que ahora se están difundiendo en los medios y están publicados en el sitio web del Archivo de Seguridad Nacional. Nuestro libro, «Back Channel to Cuba», revela por primera vez la historia de estos documentos. Se trataba de planes de contingencia muy poderosos, que incluían ataques aéreos, minas en los puertos de Cuba, tal vez un bloqueo naval. Kissinger le dijo a Gerald Ford, en el Despacho Oval: «Creo que vamos a tener que destrozar Cuba y sacarlos de África. Quizás es mejor esperar hasta después de las elecciones de 1976». Por supuesto, Gerald Ford, afortunadamente, perdió las elecciones de 1976.

AMY GOODMAN: Y asumió Carter. Cuéntanos qué pasó con esos planes.

PETER KORNBLUH: Bueno, ciertamente Carter no retomó esos planes para nada. Su perspectiva para abordar las relaciones con Cuba y todos esos países con los que no teníamos relaciones estrechas, con los que nuestras relaciones eran hostiles, era completamente diferente. De hecho nos dijo a Bill LeoGrande y a mí, cuando lo entrevistamos, que él planteaba un enfoque más amplio: el diálogo civil, incluso mantener relaciones, relaciones positivas, con estados enemigos era para él muy preferible a las hostilidades militares. De modo que también intentó, retomó la línea que Kissinger había abandonado, de tratar de normalizar las relaciones. Y volvió a impulsar una serie de reuniones y conversaciones secretas con los cubanos, que están detalladas extensamente en este libro.

NERMEEN SHAIKH: William LeoGrande, ¿puedes contarnos cómo fue que accedieron a estos documentos? ¿Por qué fueron desclasificados ahora? ¿Cuánto tiempo les llevó a ustedes llegar a ellos? ¿Y de cuánto estamos hablando? ¿A cuántos documentos tuvieron acceso?

WILLIAM LEOGRANDE: Bueno, diría que en el transcurso de la investigación para este libro, leímos literalmente cientos y cientos de documentos desclasificados. La desclasificación de muchos de ellos es un resultado del trabajo de Peter en el Archivo de Seguridad Nacional. El archivo realmente ha hecho un trabajo importantísimo para obligar al gobierno de Estados Unidos a desclasificar cosas que hubiera preferido mantener secretas, utilizando la Ley de libertad de información. Estos documentos, y otros que se publicaron hace unas pocas semanas, continúan dando cuenta de esta historia oculta. Para todo el mundo es muy conocida la historia de hostilidades entre Cuba y Estados Unidos de los últimos 50 o 55 años. Lo que la mayoría de la gente no sabe es que todos los presidentes, desde Eisenhower en adelante, han negociado con Cuba sobre un tema u otro. En los años de Kissinger y Carter se trató de normalizar las relaciones. En otros períodos, el diálogo fue sobre asuntos más pequeños, pero no menos importantes, como buscar la paz en el sur de África. Y nosotros estábamos decididos a desenterrar esa historia, y conseguir estos documentos fue la pieza clave para lograrlo.

NERMEEN SHAIKH: Y en ese período que ustedes investigaron, ¿cuántas veces tomó el gobierno cubano la iniciativa de abrir el diálogo con EE.UU.?

WILLIAM LEOGRANDE: Algo realmente fascinante es que reiteradamente los cubanos tomaron la iniciativa de acercarse para tratar de mejorar las relaciones. Básicamente, cada vez que asumía un nuevo presidente en Estados Unidos, Fidel Castro tomaba alguna iniciativa en ese sentido. A veces era en forma privada, a través de emisarios privados. A veces era algo muy público, como en 1964, por ejemplo. O sea, los cubanos hicieron el esfuerzo en varias ocasiones, lo que nos sugiere que ellos estaban realmente interesados en lograr que se normalicen las relaciones con Estados Unidos, pero no bajo cualquier condición. Como dijo Peter, Cuba tiene su propia política exterior y su propia organización nacional. Y en ningún momento ha querido hacer concesiones importantes en su política exterior ni en su organización social y política interna en función de mejorar las relaciones con Estados Unidos.

AMY GOODMAN: Cuando ustedes hacen la crónica de las negociaciones que se estaban llevando a cabo, ni siquiera la gente de este país es conciente de la cantidad, de los cientos de atentados que hubo contra la vida de Castro. Y ustedes cuentan la interesante historia de un negociador estadounidense, [James] Donovan, que por un lado estaba llevando a cabo las negociaciones y por otro lado es usado por la CIA —sería bueno que nos cuenten la historia— para llevarle a Castro un regalo que lo iba a matar.

PETER KORNBLUH: Sí, esa historia la contamos literalmente en la primera página del libro. James Donovan era un abogado de Nueva York, que se había hecho muy famoso por organizar un intercambio de prisioneros con la Unión Soviética. Y primero, John F. Kennedy lo escogió para negociar la liberación de los presos de Bahía de Cochinos, que eran más de mil presos y sus familias, y luego la CIA lo volvió a enviar para lograr la liberación de tres agentes de la CIA que Fidel tenía en sus cárceles y gestionar allí un intercambio de prisioneros. Y él se estaba ganando la confianza de Castro. Hacía viajes diplomáticos de ida y vuelta desde Miami y le llevaba regalos de todo tipo, como ser un traje de neoprene para buceo, un reloj y un tubo de snorkel, etc. Y una sección de la CIA, la sección de acción ejecutiva —que era el eufemismo para nombrar a la sección de la CIA que se encargaba de asesinatos— se enteró de que le estaba por llevar este traje, y entonces elaboraron un plan para envenenarlo. Tenían un veneno especial para el tubo de snorkel, otro veneno diferente…

Castro y Kennedy
Castro y Kennedy

AMY GOODMAN: ¿Le iban a poner tuberculosis al snorkel?

PETER KORNBLUH: Sí, iban a poner tuberculosis en el snorkel, según entiendo, y un hongo especial en el traje de neoprene. Y Donovan tenía relación con unos agentes con cierta responsabilidad dentro de la CIA, quienes lo apreciaban y tenían confianza, por un lado, en su capacidad para negociar la liberación de sus compañeros de la CIA que estaban presos y por otro lado, en la posibilidad de avanzar realmente en el mejoramiento de las relaciones con Cuba. Así que, básicamente, estos agentes le dijeron: «Vamos a mantener bajo nuestro control este traje de neoprene para que nadie más en la CIA pueda tocarlo, así impedimos que lo contaminen». Y buena, esa historia nos permite ver la pugna que había en esos años, entre alguna gente del gobierno de EE.UU. que realmente estaba intentando mejorar las relaciones y otra gente, de línea más dura, que lo único que quería era asesinar a Fidel Castro o iniciar una contrarrevolución en Cuba, o sea, básicamente usar la fuerza de Estados Unidos para derribar la revolución cubana.

AMY GOODMAN: Vamos a un corte y al regresar vamos a recorrer la lista de los intentos de negociación que ha habido, y reconocer cuál es la tremenda fuerza que ha impedido que se abran las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. También queremos escuchar sus recomendaciones para el presidente Obama. Estamos conversando con Peter Kornbluh y William LeoGrande. Su nuevo libro se titula «Back Channel to Cuba» The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana» (La historia oculta de las negociaciones entre Washington y La Habana). [Corte]

AMY GOODMAN: Seguimos en Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman y ésta es Nermeen Shaikh. Nuestros invitados son Peter Kornbluh y William LeoGrande, autores de un nuevo libro llamado «Back Channel to Cuba» The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana» (La historia oculta de las negociaciones entre Washington y La Habana). Profesor LeoGrande, cuéntenos acerca de estas negociaciones de las que sabemos tan poco. A menudo se llevan a cabo en lugares secretos, y otras veces en lugares muy públicos.

WILLIAM LEOGRANDE: Así es, incluso en el gobierno de Eisenhower se hicieron esfuerzos para evitar la ruptura de las relaciones. Durante el gobierno de Kennedy, como decía Peter, se llevaron a cabo negociaciones para liberar a los presos de Bahía de Cochinos, a los agentes de la CIA encarcelados. Hubo comunicación durante la crisis de los misiles. Y luego, al final del gobierno de Kennedy, hubo un serio intento de abrir el diálogo con Cuba, a través de representantes de la ONU, para lograr normalizar las relaciones. Kennedy vio que los cubanos estaban muy enojados con la Unión Soviética después de los acontecimientos de la crisis de los misiles y pensó que había una posibilidad de lograr que Cuba se pase de nuevo a la órbita occidental. Durante el gobierno de Johnson hubo un acercamiento, utilizando a España como intermediario. Incluso durante el gobierno de Nixon hubo negociaciones para establecer un acuerdo anti-secuestros. Como ya lo hemos mencionado, durante el gobierno de Ford se realizó un serio esfuerzo, llegando a organizar aquella reunión en el Hotel Pierre, para tratar de normalizar las relaciones, que se detuvo por lo de Angola. Jimmy Carter, en su primer mes de gobierno firmó un decreto presidencial que decía: «Quiero normalizar las relaciones con Cuba» y ordenaba a sus funcionarios de política exterior abrir las negociaciones necesarias para lograrlo. Esta iniciativa fracasó ante la participación de Cuba en Etiopía. Pero incluso después del envío de tropas cubanas a Etiopía, en 1978, durante los siguientes años del gobierno hubo una importante serie de reuniones secretas, en Washington, en Nueva York, en Atlanta, en Georgia, en Cuernavaca, México, y finalmente, también en La Habana misma. El gobierno de Reagan, del cual se podría esperar que fuera el más hostil con Cuba, envió al Secretario de Estado, Alexander Haig, a reunirse secretamente en México con Carlos Rafael Rodríguez para hablar sobre América Central. También entraron en una negociación con Cuba, que llevó varios años, para firmar un acuerdo migratorio, para tratar de resolver la anormal situación migratoria entre los dos países. Y, por último, también durante el gobierno de Reagan, Cuba fue invitada a participar en las negociaciones que pusieron fin a la guerra en el sur de África y llevaron a la independencia de Namibia y la retirada cubana de Angola.

Durante el gobierno de Bush no hubo mucho éxito en lograr acuerdos, pero también se llevó a cabo un diálogo en torno a América Central. Y luego, durante el gobierno de Clinton, hubo una gran serie de charlas con las cuales, finalmente, se logró normalizar nuestra relación migratoria con Cuba, a través de los acuerdos de 1994, que tuvieron como intermediarios entre ambos países al presidente Jimmy Carter y el Presidente Salinas de México, y de otro acuerdo migratorio, de 1995, que se realizó tan secretamente —por temor a la oposición interna en Estados Unidos— que se ordenó a la Agencia de Seguridad Nacional, la NSA, no interceptar las llamadas telefónicas de los diplomáticos, por temor de que corriera la voz sobre las negociaciones en círculos más amplios del gobierno. Incluso durante el gobierno de Bush, su segundo gobierno, hubo un diálogo en torno a posibles acciones de cooperación contra las drogas y contra el terrorismo. Y, por supuesto, desde que asumió el presidente Obama hemos visto conversaciones continuas sobre una serie de temas, como la lucha contra el narcotráfico, la cooperación entre guardias costeras, mitigación del impacto de los derrames de petróleo y otras cuestiones. Así que hay una larga, larga historia de diálogo, con éxitos diversos en varios temas.

PETER KORNBLUH: Quisiera añadir simplemente que las conversaciones de esta lista maravillosa que Bill LeoGrande ha presentado, tanto públicas como encubiertas y extraoficiales, formales como informales, contaron con la intervención, en calidad de facilitadores, de importantes e interesantes intermediarios durante estos últimos 50 años. Hay cuestiones políticas implicadas en el diálogo con Cuba tan delicadas que los diferentes presidentes han sentido la necesidad de utilizar intermediarios extraoficiales para llevar y traer mensajes, muchos de los cuales no tenían ningún vínculo con el gobierno de Estados Unidos. En la época de Kennedy, hubo una periodista pionera, la primera corresponsal, la primera mujer corresponsal de la cadena de noticias ABC, Lisa Howard, que utilizó su apartamento en Central Park como centro de mando, centro de comunicaciones, para las llamadas telefónicas y los mensajes entre Cuba y Estados Unidos.

AMY GOODMAN: ¿Y ella dio a conocer eso en los medios?

PETER KORNBLUH: No, no lo dio a conocer. De hecho, sí escribió algo para una revista llamada «The war and peace report», que era muy positiva y famosa en Nueva York en los años ’60, acerca de sus conversaciones con Castro. Pero nunca informó en los medios sobre estas comunicaciones secretas. También Gabriel García Márquez, un escritor famoso, ganador del premio Nobel, actuó como intermediario secreto entre Castro y Clinton. El presidente del directorio de Coca-Cola, J. Paul Austin, se encargó de llevar y traer mensajes. Contamos esa historia en el libro. Y, por supuesto, estaba…

AMY GOODMAN: ¿Qué hizo él?

PETER KORNBLUH: Bueno, Jimmy Carter lo convocó; porque Carter era de Atlanta y ellos eran amigos. Y Carter no creía contaría con el apoyo de la burocracia del Departamento de Estado, ni tampoco de la Casa Blanca, en sus esfuerzos para acercarse a Castro y ver si era posible normalizar las relaciones, especialmente después de la incursión de las tropas cubanas en Etiopía. Por eso, en 1978 envió un mensaje privado a Fidel Castro con J. Paul Austin.

AMY GOODMAN: ¿En una botella de Coca-Cola?

PETER KORNBLUH: Austin, obviamente, quería llevar la Coca-Cola de vuelta a Cuba.

WILLIAM LEOGRANDE: Así es.

PETER KORNBLUH: Eso era lo suyo. Y luego, en 1980, volvieron a usar a Austin como emisario privado, pero descubrieron que había comenzado a sufrir de la enfermedad de Alzheimer y no era capaz de entregar eficazmente el mensaje. De hecho, como que inventó su propio mensaje, que ponía en juego los resultados que se buscaba obtener. Y tuvo que…

AMY GOODMAN: ¿Cuál fue su mensaje?

PETER KORNBLUH: Bueno, él estaba intentando ayudar. El mensaje era para negociar el fin a la crisis del éxodo del Mariel, que, para decirlo sinceramente, amenazaba la reelección de Jimmy Carter. Así que lo enviaron con un mensaje que planteaba un proceso de dos pasos: «Tú pon fin al éxodo del Mariel; y después de la reelección de Jimmy Carter, abrimos un diálogo más amplio para normalizar las relaciones. Ahí pondremos todo sobre la mesa, incluyendo el bloqueo». Pero en lugar de eso, Austin fue y dijo: «Jimmy Carter quiere tener una reunión cumbre con usted antes de fin de año. Quiere que usted viaje a Estados Unidos, se va a sentar cara a cara con usted, y Estados Unidos levantará el bloqueo antes de navidad. Y esos serán los puntos de partida para iniciar las verdaderas negociaciones importantes». Y, por supuesto, éste no era para nada el mensaje que tenía que llevar. Así que casi de inmediato, literalmente tres o cuatro días después, se envió a un alto funcionario del Departamento de Estado a decirle a Castro que el mensaje que había recibido no era correcto, que en realidad estaban planteando un proceso de conversaciones mucho más extenso. Finalmente, Carter no fue reelegido. Y creo yo que una parte realmente impactante de nuestro libro es que cuando lo entrevistamos nos dijo que lamenta no haber normalizado las relaciones durante su primer mandato, porque ya no tuvo la oportunidad de un segundo mandato para hacerlo.

 

AMY GOODMAN: Lo cual nos lleva al Presidente Obama.

PETER KORNBLUH: Sí, exactamente.

AMY GOODMAN: ¿Qué creen ustedes que él debería hacer?

PETER KORNBLUH: Bueno, hemos escrito un artículo para la revista The Nation, que ya se puede ver en internet pero va a salir en la revista la próxima semana, donde enumeramos para Barack Obama las lecciones que se pueden aprender de esta historia. Barack Obama está ahora frente a una oportunidad extraordinaria. Se ha visto obligado, ante la presión de los otros países de América Latina, a aceptar una nueva realidad: si Estados Unidos sigue excluyendo a Cuba de los eventos regionales, se está aislando a sí mismo totalmente. La próxima Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en Panamá en abril de 2015, contará con la participación de Cuba. Y Barack Obama, quien cuando era candidato a la presidencia en el 2008 hizo la famosa declaración de que se sentaría cara a cara con Raúl Castro para hablar de nuestras diferencias, ahora de hecho va a tener la oportunidad de hacerlo. Y desde ahora hasta abril es cuando las lecciones que nos da la historia, que hemos juntado en este libro, pueden ser puestas en práctica en una reunión cara a cara entre el presidente de Cuba y el presidente de Estados Unidos, la primera desde la Revolución Cubana.

NERMEEN SHAIKH: William LeoGrande, ¿en qué medida cree que todo lo que ustedes han descubierto sobre esta diplomacia extraoficial, sobre el uso de intermediarios entre EE.UU. y Cuba, puede ser algo que EE.UU. haya implementado de manera similar con otros países con los que tiene relaciones hostiles, como por ejemplo Irán, Corea del Norte y otros?

Carter y Castro.
Carter y Castro.

WILLIAM LEOGRANDE: Creo que a los presidentes siempre les gusta usar canales extraoficiales y usar emisarios privados como J. Paul Austin, en parte porque no confían completamente en las esferas de la burocracia, y no quieren que se filtre información, de modo que envían un emisario en quien confían a nivel personal. Y también, es menos probable que así la información se filtre menos que si usan los canales ordinarios de la burocracia, donde siempre hay gente que se opone a su política y está dispuesta a pasar información al Congreso o a la prensa. Así que creo que los presidentes siempre utilizan emisarios privados por ese motivo. E incluso creo que utilizan canales diplomáticos secretos porque algunos de estos temas son muy difíciles y no se pueden negociar públicamente, por el tipo de concesiones que requieren. Sin embargo, creo que el caso de Cuba es diferente. Esto se ha dado mucho más en nuestras relaciones con Cuba porque no tenemos relaciones diplomáticas formales con Cuba. Técnicamente, todavía no reconocemos al gobierno cubano, a pesar de que contamos con diplomáticos estadounidenses en la sección de intereses en La Habana. Y ya que el tema de Cuba ha sido tan candente en la política interna de EEUU durante tanto tiempo, los presidentes han puesto un esmero especial en no dejar que sus diálogos secretos con Cuba se hicieran públicos.

AMY GOODMAN: Esta obsesión que ha tenido EE.UU. con Cuba, ¿cuál es la fuerza que hay detrás? Incluso las grandes empresas, corporaciones multinacionales, quieren hacer negocios con un país que está a 150km de nuestra costa. ¿Cuál ha sido la fuerza más poderosa en esto, y cómo creen que puede ser contrarrestada? El presidente Obama, en el funeral de Nelson Mandela, se estrechó la mano con Raúl Castro, presidente de Cuba, y se armó todo un escándalo por eso.

PETER KORNBLUH: Sí, es que ese apretón de manos pareció tan simbólico porque los presidentes de esos dos países nunca habían estado juntos en público, ni se habían hablado o comunicado en todas estas décadas. Y Cuba es realmente uno de los asuntos de política exterior más intrincados de la historia moderna de las relaciones internacionales de Estados Unidos. Y parte de ello se debe a la actitud históricamente imperial e imperialista que ha tenido Estados Unidos con la Cuba pre-revolucionaria, y con todos los países pequeños de América Latina, para decir la verdad. De alguna manera asumimos que seríamos la potencia hegemónica y en control de todo. Y vino Fidel Castro y vino la Revolución Cubana a decir: «Ey, ¿saben qué? no nos pueden controlar aunque seamos un país pequeño. Vamos hacer la revolución, vamos a ser independientes y vamos a tener nuestro propio sistema político y nuestra propia política exterior». Y entonces, por supuesto…

AMY GOODMAN: Nos quedan diez segundos.

PETER KORNBLUH: Entonces, se ha convertido en un asunto de política nacional, habiendo gente de línea dura en el Senado y el Congreso con la fuerza suficiente como para obstaculizar cualquier intento real de modificar la política hacia Cuba.

AMY GOODMAN: ¿Y creen que el presidente Obama quiere cambiar esta política?

PETER KORNBLUH: Yo personalmente creo que a él y a su equipo sí les gustaría cambiar la política. La pregunta es si tienen la voluntad y el valor suficiente para enfrentar a la derecha y hacerlo. Sinceramente, este podría ser el legado más importante de Obama. Y ahora se le está abriendo esta oportunidad.

AMY GOODMAN: Quiero agradecerles a ambos por estar con nosotros. Peter Kornbluh y William LeoGrande son los autores del libro «Back Channel to Cuba» «Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana» (La historia oculta de las negociaciones entre Washington y La Habana).

N. de la R.
Esta entrevista se publica con la autorización de Democracy Now.
La traducción, para Democracy Now, es de Carlos Valdiviezo.

 

 


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