Internacional
Alastair Sloan y Peter Oborne (7/4/2017)
Los negacionistas del genocidio serbobosnio están siendo cortejados por la Casa Blanca de Trump. ¿Puede el odio creciente en Europa hacia los musulmanes conducir a otra matanza?
Tuzla, Bosnia-Herzegovina.- No hay ventilación en la sala donde se guardan los cuerpos. No hay calefacción central en la sala de medicina forense donde trabaja el equipo. Los productos de limpieza fueron suspendidos hace mucho tiempo porque no hay dinero para pagarlos. La fontanería en uno de los baños está destrozada. El alquiler no se ha pagado en 12 meses. El edificio es una unidad industrial triste con ventanas y persianas rotas y sin limpiar.
Bienvenido a la Comisión Internacional sobre Desaparecidos en Tuzla, donde los antropólogos forenses, serios y herméticos, tratan de identificar a las víctimas del genocidio de Srebrenica.
Habíamos asumido alegremente que la comunidad internacional y los gobiernos de Bosnia-Herzegovina y Serbia habían asegurado que la organización que trabaja para encontrar fosas comunes, identificar cuidadosamente los cuerpos y luego informar a las familias, sería financiada adecuadamente hasta que la última de las víctimas fuera encontrada. Nos equivocamos: «Queríamos conseguir perros entrenados para encontrar las tumbas restantes», nos dijo el único miembro del personal en el edificio, «pero no pudimos afrontarlo».
El destartalado edificio es una metáfora perfecta de un genocidio olvidado por muchos, ignorado por los demás y completamente negado por muchos de los más directamente implicados.
Dragana Vucetic, una serbia de 36 años, es la directora del centro. Antropóloga forense de profesión, era una niña en Belgrado durante las terribles guerras civiles que destrozaron los Balcanes en la década de 1990.
Dragana se unió a la Comisión Internacional sobre Desaparecidos enseguida después de la universidad y ha trabajado sin descanso durante los 13 años transcurridos desde entonces.
Nos mostró la mitad de un esqueleto en una habitación al lado de la morgue, colocado sobre una mesa de aluminio. Sostiene un «inventario de esqueletos» donde constatan el seguimiento de los huesos. La mayor parte del diagrama es de color rojo, lo que indica los huesos que faltan. «Es un alivio cada vez que identificamos a alguien», dijo Dragana. Describió lo que sabía sobre los restos humanos frente a ella. Pertenecían a un varón que probablemente murió de un disparo en la cabeza.
Gracias a las técnicas modernas de ADN la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas ha sido capaz de identificarlo, aunque falta gran parte de su cuerpo.
Su familia ha sido informada y ahora están listos para enterrar los restos. Muchas familias, sin embargo, retrasan durante años a la espera de que se encuentren más huesos. La razón de la mayoría de estos retrasos es macabra.
Fosas comunes removidas con excavadoras
Cuando los paramilitares serbios se vieron acosados por los investigadores internacionales decididos a llevar a los asesinos ante la justicia, decidieron remover las fosas comunes en la noche con excavadoras, remover el suelo y transportar los huesos a otros sitios menos importantes. Removerlos por tercera vez quizás fuera –para ellos- una buena medida.
Por lo tanto, los esqueletos de Srebrenica fueron repartidos en fosas comunes hasta a 20 kilómetros de distancia.
En el depósito de cadáveres vemos la mitad de una mandíbula con cinco dientes en una bolsa de plástico semitransparente. En los estantes por encima cada conjunto de restos se corresponde con bolsas de papel que contienen ya sea la ropa, carteras u otros restos de pertenencias que pueden haber pertenecido a esa persona.
Ahora se piensa que la mayoría de las fosas comunes han sido encontradas, pero Dragana nos dice que hay una, «tal vez dos”, aún por encontrarse. Ahora que la financiación se ha acabado quizás nunca puedan ser descubiertas.
De Tuzla nos dirigimos hacia Srebrenica, unos 32 kilómetros al sureste, en un viaje inolvidable a través de aldeas que fueron limpiadas étnicamente por las fuerzas serbobosnias y milicias serbias durante la guerra. Muchos musulmanes de Bosnia las han dejado para siempre, mientras que las iglesias de nueva construcción marcan la posesión serbobosnia del territorio.
También nos dimos cuenta de que estábamos tomando el mismo camino -en la dirección inversa- de la llamada «marcha de la muerte» del 11 de julio de 1995, cuando 10.000 musulmanes bosnios huyeron de Srebrenica hacia Tuzla después de que las fuerzas de la ONU se negaron a protegerlos. De los 10.000, unos 7.000 fueron asesinados por las fuerzas serbias.
Finalmente llegamos a Srebrenica, el sitio del único genocidio perpetrado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. El campamento de la ONU, que fracasó tan terriblemente en su tarea de proteger, ahora se ha convertido en un museo.
Como en Tuzla tuvimos un choque muy desagradable. Habíamos llegado a Srebrenica para aprender acerca de los acontecimientos que condujeron al genocidio. Terriblemente aprendimos también algo más. Nos dimos cuenta de que el genocidio, en realidad, había funcionado.
Acto de insubordinación
Con la mayoría de los antiguos residentes musulmanes de la ciudad muertos o emigrados Srebrenica está ahora controlada por los serbios de Bosnia, la mayoría de los cuales se niegan a aceptar que el genocidio tuvo lugar.
Nos encontramos con una sobreviviente del genocidio que se trasladó de nuevo a Srebrenica, en un acto de desafío, se casó con su compañero sobreviviente y tiene tres hijos.
«Durante mucho tiempo pensé que podríamos hacer una vida aquí», nos dijo, pero ahora quieren alejarse. «Nuestro primer hijo está empezando en la escuela local. Se le enseña que el genocidio nunca ocurrió. Se enciende el televisor y es como que la guerra nunca terminó».
Nedzad Avdic no puede poner en duda que el genocidio tuvo lugar debido a que su tío, su padre y muchos otros familiares varones también murieron (sólo los cuerpos de su tío y su padre se han encontrado hasta ahora). Su historia es horrible: él mismo sobrevivió después de arrastrarse fuera gravemente herido entre un montón de hombres indefensos que habían sido asesinados a tiros por los serbios.
«La negación del genocidio duele», dijo Mejra Dzogaz, cuyos hijos fueron asesinados en las colinas alrededor de Srebrenica. La anciana nos contó su historia en la base de las Naciones Unidas para los refugiados de la que fueron expulsados por las fuerzas de paz de las Naciones Unidas holandesas en las horas anteriores a de que comenzaran los asesinatos.
«Todavía tenemos la esperanza de que los que niegan el genocidio finalmente lo reconozcan y piensen en nosotros y en todas las demás madres, pero todo lo que quieren hacer es negarlo. Si enciende el televisor, todo lo que se oye es negarlo. Lloramos y lloramos y todavía lo niegan».
La madre nos dijo que la primera vez que regresó a su casa un vecino la amenazó. «Me dijo que me quería matar, nos persiguió por el campo maldiciendo a mis hijos muertos. Afortunadamente mi vecino vino. La policía no hizo nada. Esto es Srpska ahora».
Srpska es la región semiautónoma al norte y el este de Bosnia-Herzegovina, que incluye Srebrenica y limita con Serbia. Desde que terminó la guerra Srpska ha estado dominada por los serbios de Bosnia.
Mejra Dzogaz nos dijo que a muchos de los hombres que vio llevar a cabo las matanzas los ve ahora por la ciudad, algunos en oficinas del consejo local o en rangos superiores de la policía local.
«He puesto tanta azúcar en mi café cada mañana», agregó, «pero no importa lo mucho que ponga, todavía tiene un sabor amargo».
Cada año la comunidad internacional se reúne en el cementerio de Srebrenica para conmemorar el genocidio.
La ceremonia sigue siendo un importante recordatorio de que un genocidio en Europa ha ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial y que los líderes siempre deben estar en guardia para evitar que vuelva a ocurrir.
Este año los preparativos para el memorial deben de estar en duda. El pasado octubre un político nacionalista serbobosnio, Mladen Grujicic, fue elegido alcalde de Srebrenica. “Cuando demuestren que es verdad», ha dicho Grujicic, “voy a ser el primero en aceptarlo”.
Al igual que muchos nacionalistas serbobosnios todavía se niega a usar la palabra genocidio sobre las atrocidades de julio de 1995, a pesar de que Srebrenica está ahora considerada como el crimen de guerra mejor documentado y con la mayor evidencia de crimen de guerra de la historia.
«Siempre dije que lo ocurrido en Srebrenica fue un terrible crimen contra la población de Bosnia y que también hubo terribles crímenes contra la población serbia», ha dicho Grjujicic, añadiendo que «dejo a las instituciones competentes para calificarlo».
La negación del genocidio
Esto es negación del genocidio. Él ignora el hecho de que la Corte Internacional de Justicia y el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia fallaron claramente definiendo la matanza como «genocidio».
Una moción del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas proponiendo condenar la matanza de Srebrenica como genocidio en 2015 fue vetada por Rusia, Serbia y la aliada República de Srpska, pero tanto el Congreso de Estados Unidos como el Parlamento Europeo han aprobado resoluciones que denominan la matanza como genocidio.
El presidente de Recordando a Srebrenica, el doctor Waqar Azmi dijo: «Es una cruel ironía que la elección de un nuevo alcalde de Srebrenica, que es un negador del genocidio, sólo fue posible debido a la limpieza étnica de su población musulmana». En la propia Serbia una encuesta mostró en el año 2015 que el 54 % de las personas no cuestiona la brutalidad del crimen, pero un extraordinario 70 % de la población todavía niega que fue «genocidio». En noviembre de 2016 los legisladores serbios evitaron una nueva ley que prohíbe la negación del genocidio más ampliamente.
Grujicic no tiene una visión minoritaria entre los líderes políticos tanto en Srpska como en Serbia, así como los serbobosnios que ahora viven en la República de Srpska.
En la propia Serbia una encuesta de 2015 mostró que el 54 % de las personas no cuestiona la brutalidad del crimen, pero el 70 % todavía niega que fuera «genocidio».
Con semejante ambiente de negación tan palpable por todas partes donde estuvimos uno se queda con la pregunta, ¿podría tal crimen volver a ocurrir?
Es como si los judíos europeos que sobrevivieron al Holocausto se hubieran encontrado gobernados por los mismos criminales que niegan la existencia de las cámaras de gas y que, a su vez, habían ordenado la matanza.
Hay algo más que un pequeño cruce entre la ideología antimusulmana nacionalista serbio chetnik, y el nazismo alemán antijudío.
«Fue material genéticamente deformado que abrazó el islam», dijo una vez Biljana Plavsic, presidenta de la República Serbia entre julio 1996 y noviembre 1998, considerada como la ideóloga que aportó la base pseudointelectual del genocidio.
Más tarde fue enviada a La Haya y condenada por crímenes de guerra. «Y ahora, por supuesto, con cada nueva generación, simplemente se concentra», continuó diciendo: «Se pone peor y peor. Esto simplemente se expresa y dicta su estilo de pensamiento, que tiene sus raíces en sus genes. Y a través de los siglos los genes se degradan aún más»
Plavsic fue una exbecaria de Fulbright y una bióloga aclamada que dejó un aire de gélida insensibilidad científica en la ideología de la «Gran Serbia» de Slobodan Milosevic.
Lilian Black, presidenta de la Asociación de Supervivientes del Holocausto y directora del Centro de la herencia del Holocausto y Aprendizaje para el Norte, también participaba del viaje.
Black se sorprendió por la cultura de negación de Serbia, y la acercó a las experiencias de su propia familia.
«Realmente duele cuando la gente niega el asesinato de tu familia. Es como una daga en el corazón, como si nunca hubieran existido. Cuando obtuvimos los registros nazis del Servicio de Búsqueda Internacional en Alemania de la persecución de nuestra familia, fue verdaderamente una experiencia catártica», dijo.
«Fue como decir que sí que estuvieron aquí y esto es lo que les pasó. No cambia su destino, pero de alguna manera es una forma de ayudarnos a aceptar lo que pasó».
La relación de Trump con los serbobosnios nacionalistas
Hungría estaba sólo a unas pocas horas en coche de donde estábamos. Allí el primer ministro Viktor Orban ha enmarcado recientemente su propia política antirrefugiados por motivos netamente religiosos.
«Los que llegan han crecido en otra religión y representan una cultura radicalmente diferente», escribió Orban en un comentario para el Frankfurt Allgemeine Zeitung, un periódico alemán.
«La mayoría de ellos no son cristianos, sino musulmanes».
En diciembre Eslovaquia prohibió a las autoridades públicas permitir que el islam sea reconocido como una religión.
En la reciente elección el holandés Geert Wilders describe al islam como «posiblemente incluso más peligroso que el nazismo». Durante su campaña electoral el presidente estadounidense Donald Trump llamó a un «cierre total y completo a la entrada de los musulmanes en los Estados Unidos».
Uno de los aspectos más preocupantes de nuestro viaje fue el descubrimiento de los vínculos entre la nueva administración Trump y la tendencia de negación del genocidio de los nacionalistas serbobosnios.
El alcalde Grujicic, que niega que la matanza de Srebrenica fuese un genocidio, fue invitado a participar en el evento de prestigioso Desayuno de Oración Nacional en Washington dos semanas después de la asunción de Trump.
Grujicic dijo que esperaba que sería «una oportunidad para hacer contactos con algunas personas importantes y voy a tratar de hacer algo útil para los residentes de Srebrenica».
Milorad Dodik, el presidente de la República de Srpska, también recibió una invitación a la ceremonia de inauguración de Trump, extendida por su equipo de transición (antes de que fuera derribado por un preocupado Departamento de Estado).
Dodik llamó a Srebrenica «el mayor engaño del siglo XX».
Nuestro viaje, patrocinado por la organización benéfica británica Recordando a Srebrenica, fue organizado por los musulmanes bosnios que habían luchado o sufrido enormemente durante la guerra.
Atrocidades sistemáticas
Ninguno negó que los crímenes cometidos por los combatientes musulmanes también hubieran tenido lugar contra los serbios, pero había una diferencia importante y cualitativa entre los dos.
Según Azmi, que ahora está trabajando en planes para un centro memorial de Srebrenica en Gran Bretaña, «nadie trata de argumentar que el Holocausto no fue tan malo porque los aliados también cometieron algunos crímenes de guerra”.
«Los crímenes de guerra sobre los bosnios [musulmanes] fueron esporádicos y aislados, y ellos estaban luchando por una sociedad plurirreligiosa multiétnica. Los crímenes de guerra serbios fueron organizados y sistemáticos y los serbios luchaban por una ‘Gran Serbia’ de una sola etnia».
Es evidente cuando se visita Srebrenica que lo que ocurrió allí en julio de 1995 fue, con mucho, la mayor atrocidad del conflicto yugoslavo.
Tampoco fue un incidente que pueda entenderse simplemente rastreando la mecánica de lo que ocurrió minuto a minuto, hora a hora, en esos días particulares.
Srebrenica fue la culminación de años de incitación al odio a los musulmanes, cada vez más explícita en los medios serbios y en los discursos y la retórica de figuras como Slobodan Milosevic y los líderes políticos y militares serbios de Bosnia, Radovan Karadzic y Ratko Mladic.
Milosevic, que fue derrocado en 2000, fue extraditado a La Haya y acusado de genocidio y otros crímenes de guerra, pero murió antes de la conclusión de su juicio. Tanto Karadzic como Mladic fueron capturados en Serbia en 2008 y 2011, respectivamente, con el primero encontrado culpable de genocidio y condenado a 40 años de prisión. El juicio de Mladic, en el que se enfrenta a dos acusaciones con dos cargos de genocidio, está en curso.
Sin embargo la fuerza de su ideología antimusulmana vive claramente en Serbia y en la República de Srpska. Esto es lo que nos hizo pensar, ¿es posible que un genocidio al estilo de Srebrenica vuelva a suceder en Europa?
Alastair Sloan se centra en la injusticia y la opresión en Occidente, Rusia y Oriente Medio. Colabora regularmente con The Guardian, Al Jazeera y Middle East Eye. Siga la obra de Alastair en www.unequalmeasures.com.
Peter Oborne fue nombrado «Periodista independiente del año 2016» por Online Media Awards por un artículo que escribió para Middle East Eye. También es premio del British Press Awards Columnist del año 2013. Dimitió de jefe columnista político de Daily Telegraph en 2015. Sus libros incluyen The Triumph of the Political Class , The Rise of Political Lying y Why the West is Wrong about Nuclear Iran.
Fuente: Middleeasteye.net.
Esta traducción –hecha para Rebelión por JM– se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a los autores, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.
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