El falso conflicto de Qatar.

Internacional
Nazanín Armanian (22/6/2017)
Aunque Qatar, tras Irán y Rusia, es la tercera reserva mundial de gas y el primer exportador del Gas Natural Licuado (GNL), se encuentra en la segunda posición en cuanto a la producción de éste tipo de gas. Por encima de Qatar está nada menos que EEUU.

El pequeño país, antaño vendedor de perlas, exportó en 2016 unos 77 millones de toneladas de GNL, principalmente a Japón, India, Corea del Sur, Reino Unido y China. Aunque, EEUU debutaba en este mercado descargando tan sólo 84.95 millones de metros cúbicos de GNL en Brasil, el aumento de la capacidad de extracción y exportación de la superpotencia ha sido vertiginosa. Hace tres años, los bajos precios de gas, y el hecho de que Qatar tiene los menores costos de extracción del GNL del mundo obligaron a los inversores de éste país cerrar cientos de pozos y haciendo que las dos terminales de Kenai (Alaska) y Sabine Pass (entre Texas y Louisiana) no den abasto. EEUU tiene el proyecto de levantar otras 27 terminales (seis ya en construcción) que estarían operativas antes del 2024, exportando 300 millones de toneladas de GNL.

Fue en 2010 cuando el Presidente Obama lanzaba con euforia la Iniciativa Global de Gas de Esquisto, afirmando que a partir de 2030 EEUU sería la ‘Arabia Saudita del gas’. Entonces, habían invertido 42.000 millones de dólares en la perforación de 7.000 pozos, a costa de la contaminación del agua, aire y suelo por el uso de sustancias tóxicas. Pero, el medio ambiente no era la única víctima de esta irracional ambición; también fueron Rusia, que sufrió en 2014 unas sanciones a su industria energética por la crisis de Ucrania impuestas por el Occidente, y sus clientes europeos, que debían renunciar a un proveedor seguro, pasando penurias energéticas. Entonces, Obama ofrecía a Europa muy ‘oportunamente’ comprar el GLN estadounidense, eso sí a partir del 2020,  mientras tendrían que buscarse la vida.

Sería lo mismo que involucrar a Qatar en una tensión político-militar, inmovilizar los barcos que transportan el GNL qatarí desde el puerto de Fujairah de los Emiratos Árabes Unidos, o un eventual cierre del Canal de Suez por parte de Egipto beneficiaría doblemente a Washington: por el aumento del precio de gas y por presentarse como el único suministrador seguro, poderoso y estable. ¡EEUU es un perfecto bombero pirómano, robándole los clientes a Qatar! En lo que va de año, nueve de los doce buques cisternas estadounidense tenían como destino Asia. El accidente nuclear en Fukushima y el aumento de la demanda de gas por parte de Japón fue otro salvavidas de la industria de esquisto estadounidense.

El gas también está en el centro de las discrepancias entre EEUU y la Unión Europea, que se niega a volver a aislar a Teherán por acusaciones absurdas como “apoyo al terrorismo”. Lo cierto es que las compañías europeas, rusas y chinas ya están trabajando en los campos de gas y petróleo iraní, mientras las leyes de EEUU prohíben a sus compañías trabajar en Irán: Trump hace de “perro hortelano: no come ni deja comer”.

El problema de Arabia Saudí
A Arabia se le agota el petróleo, un problema que amenaza con de devolverle a lo que fue en 1900: un montón de arena de desierto. De allí su insana tentación de apoderarse del petróleo y gas de su vecino Yemen, así como de sus estratégicos puertos, en el Golfo de Adán y Bab –al- Mandeb, y de los recursos fósiles del otro vecino, Qatar. No le perdona que Doha se haya negado a vender el gas a los “hermanos” árabes del Golfo Pérsico con descuento. El reino wahabí ha puesto sus ojos en los yacimientos de gas petróleo en el Golfo Pérsico, donde además comparte con Irán el campo de Foruzan, de incalculables barriles de petróleo.

La agresión militar de EEUU-Arabia a Yemen desde 2015 ha provocado la mayor crisis humanitaria del mundo, y mientras miles de niños y adultos mueren de hambre y sed, numerosos gobiernos se han cubierta la cara con la máscara de “solidaridad con Qatar” (el país más ricos del planeta) llenando sus supermercados, a la espera de recibir suculentas recompensas del emir Al Thani.

El rey Salman y sus hijos están dispuestos a seguir utilizando las afiladas espadas para ampliar su poder; las mismas que han entregado a Daesh en Siria, que entre sus tareas estaba impedir la construcción del gaseoducto Irán-Irak-Siria-Mediterráneo, a favor del proyecto Qatar-Arabia-Jordania-Siria- Mediterráneo. La intervención de Qatar en la guerra contra Siria, patrocinando a Al Qaeda, coincide con la fecha en que EEUU (cliente de una cuarta parte del GNL qatarí) dejó de comprarle el gas en 2012.

Ronald Reagan, febrero de 1983, recibe en su despacho a líderes talibanes de Afganistán y Pakistán.

Fue entonces cuando el Emir al Thani buscó otro mercado en Europa. Y pensando que la vía recta era la más corta, decidió derrocar a Bashar al Assad, aliado de Irán y Rusia, invirtiendo unos 3.000 millones de dólares en mercenarios ‘rebeldes-yihadistas’. ¡Como si Rusia estuviera allí cruzados de brazo!  Estos ‘yihadistas’ pertenecen a la misma organización terrorista creada por la CIA, Arabia y Paquistán en 1978 contra la URSS y las fuerzas progresistas de la zona. Entonces, el presidente Reagan les invitó a la Casa Blanca, para negociar los detalles del gasoducto transafgano que conduciría el gas de Turkmenistán (la cuarta reserva mundial del gas) a los buques cisternas de EEUU en el Mar Arábigo. Fiasco absoluto. EEUU ha renunciado al gaseoducto transafgano.

Por cierto, los dirigentes qataríes para salvarse de un golpe de estado o un ataque militar de EEUU-Arabia, eligieron la primera opción que barajamos: acaban de pagar al Pentágono 12.000 millones de dólares a cambio de 36 cazabombarderos y mantenerse en el poder. ¿No dijo Trump, hace una semana, que Qatar patrocinaba el terrorismo?

En paralelo a la crisis de Qatar, Irán sufría dos atentados terroristas y Rex Tillerson (ex director de ExxonMobil convertido en el Secretario de Estado) cuya misión era conquistar las fuentes y las rutas de tránsito de hidrocarburo para la élite gobernante de su país, revelaba que su gobierno ha decidido desestabilizar el país para un ‘cambio del régimen’, en vez de atacarlo. Aunque Teherán compre a la mafia instalada en la Casa Blanca con un cheque con decenas de ceros, difícilmente podrá salvarse a la alianza Saudi-Netanyahu que lucha por la hegemonía regional y sus mercados. Este reequilibrio de poder en Oriente Próximo por los recursos fósiles ha destruido la vida de al menos 100 millones de personas en Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Sudan y Siria. ¿Para cuándo un frente mundial anti-guerra?

N. de la R.
Este artículo, que también pueden ver en Público, se publica con la autorización de su autora.


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