Lin¡bertad para presos políticos saharauis.

Sáhata Occidental
Cristina Martínez Benítez de Lugo (8/11/2017)
El día 11, a la 12 de la mañana, como todos los años a mediados de noviembre, saldremos de Atocha en manifestación contra la ocupación marroquí, contra la entrega del Sáhara Occidental por España. España rodeó El Ayún con alambradas para que, cuando llegaran los invasores, no pudieran escapar los saharauis a la carnicería que les esperaba. Hay innumerables testimonios que cuentan las barbaridades que les hicieron, absurdamente crueles. Cada día, durante 42 años, nuestro gobierno ratifica su traición.

Esta manifestación rememora una derrota y se carga de entusiasmo para seguir resistiendo. Ese día, gentes venidas de todas partes se juntan en Madrid, y convierten el dolor en una fiesta donde los saharauis de la diáspora se reencuentran, se abrazan y piden a gritos su libertad.

Quiero dedicar este día a los presos políticos saharauis. Son muchos. Unos salieron. Otros murieron en la cárcel. Otros siguen encerrados por muchos años. Su delito: ser saharauis. Sus circunstancias, ignoradas por la mayoría. Los últimos, los de Gdeim Izik, condenados como chivos expiatorios de la defensa del campamento ante el brutal atropello marroquí.

Llevan 7 años en prisión. Ya han pasado por un juicio militar que la propia Corte de Casación marroquí consideró nulo por inconsistente y por falta de pruebas. Ahora, un nuevo juicio plagado de aberraciones procesales y testigos falsos condena a 19 de ellos a 8 cadenas perpetuas y 20, 25 y 30 años de cárcel. A pesar de las torturas, a pesar de la dureza de la cárcel, se han mantenido íntegros, resistiendo, dándose fuerzas entre ellos.

Estaban ilegalmente condenados e ilegalmente fuera de su territorio, en una cárcel cercana a la ciudad de Salé, en Marruecos. Las familias, desplazadas más de mil kilómetros para estar cerca de ellos y poderles visitar, viven juntas, humildemente, en varias casas alquiladas, y se ayudan entre ellas. De pronto, separan a los presos, distribuyéndoles por diferentes cárceles de Marruecos, pretendiendo romper la fuerza que tenían como grupo. Les han aislado, en condiciones terribles. La reacción es automática: sin coordinación, la mayoría se ponen en huelga de hambre. Saben que es el único modo de llamar la atención. Algunas huelgas han sido durísimas. Hay que tener en cuenta que estos hombres están muy débiles por las torturas que han sufrido y por las condiciones que la justicia marroquí impone a sus presos políticos. Mohamed El Ayoubi, uno de los presos, fue puesto en libertad condicional para que no se les muriese dentro. Ahora está dializado. En su momento le torturaron, y no recibió tratamiento cuando enfermó. Eso pretenden; dejarles como piltrafas. Y lo van consiguiendo.

Es revelador el caso de Brahim Ismaili. Estaba en huelga de hambre junto con Hassana Dah para que le llevasen a El Ayún, y le trasladaron a la zona psiquiátrica del hospital de la cárcel, para castigarle. Brahim Ismaili está enfermo. Es joven. Antes de los tormentos estaba bien. Es inquietante que trasladen a un psiquiátrico a una persona que no tiene problemas mentales y que no se puede defender. ¿Qué van a hacer con él? ¿Qué respuesta hay de las instancias internacionales? Esto es terrorífico, digno de la peor dictadura. La celda está llena de bichos, sucia, en un sótano frío. Reproduzco el relato de su hija, Malika, de 21 años.

“Estimado señor/señora: dirigida al Ministro de Justicia Internacional, toda la prensa, todas las conciencias vivas, las Organizaciones Internacionales y cada persona impregnada de ética, de valores morales y espirituales. Soy Malika Ismaili, hija de Ibrahim Ismaili, el preso político saharaui dentro del grupo de Gdeim Izik. Pido la intervención urgente y de inmediato para salvar a mi padre debido a la deplorable situación en la infame prisión marroquí de Tiflet2. Lo visité el miércoles, 1 de noviembre de 2017, y me sorprendió la terrible situación que está sufriendo, donde sentí, durante su abrazo, su cuerpo tembloroso y frío. La Administración de la Prisión lo mandó a un “centro psiquiátrico” como represalia. Dicho centro psiquiátrico es un lugar vacío, subterráneo, frío y sucio. ¿Por qué un preso político que está en plena posesión de sus facultades mentales fue trasladado a un lugar como este, sin la garantía mínima de sus derechos como preso político, un ser humano enfermo que sufre de hemorroides y con respiración dificultosa? Él está en huelga de hambre en protesta por su situación.

Les exhorto a que intervengan inmediatamente para encontrar una solución rápida a estas graves violaciones de derechos de mi padre y poner fin a la tortura y la humillación sistemáticas sufridas por él cada día, así como les pido, como hija suya, abrir un diálogo para atender sus demandas legales garantizadas por todos los convenios y las leyes para estar cerca de su familia y de gozar plenamente de sus derechos como preso político saharaui.

Finalmente, recibe mi gratitud, aprecio y valoración.”  Malika Ismaili.

Queridos Laaroussi, Lakhfawni, Sbaai, Ismaili, Bani, Boutenguiza, Lemjeyid, Bahaha, Banga, Asfari, Bourial, Zawi, Dah, Babait, Lefkir, Haddi, Toubali, Jadda, Tahlil y Daudi y Bambary… a vosotros, que tanto habéis padecido por vuestro pueblo, os debemos nuestro compromiso porque os sea devuelta la libertad.