Íñigo Errejón, en la Asamblea de Madrid. JAVIER BARBANCHO

España
John Müller (25/9/2019)
Iñigo Errejón es el centro de atención de la política española. Si decide, como le piden sus bases, ser candidato en noviembre, Podemos, el proyecto político que ayudó a fundar hace cinco años, quedará inevitablemente tocado. Es natural que Errejón intente por todos los medios que Manuela Carmena se sume a su fórmula. Errejón solo es un disidente enfrentado a Pablo Iglesias. Errejón con Carmena, en cambio, es una propuesta de izquierda que hasta podría restar votos a Pedro Sánchez. Como se vio en las autonómicas y las municipales, Carmena compensa las debilidades de Íñigo; con ella, Más Madrid se llevó el 30% de los votos de su circunscripción, mientras Errejón apenas se hizo con el 14,6% de la suya.

Lo más sorprendente es la mutación que ha llevado a considerar a Errejón como un moderado. Pese al dogmatismo que exhibió como estudiante, Errejón fue el primero en apostar por el mestizaje con los socialistas en 2016. Pero sus credenciales son temibles.

Se ha destacado mucho su famosa beca black. Pero si esto retrata su fibra moral, el hecho de que aceptara elaborar el trabajo La vivienda en Andalucía: diagnóstico, análisis y propuestas de políticas públicas para la desmercantilización de la vivienda nos habla de su pensamiento económico: intervencionista y enemigo del libre mercado.

Errejón fue borrado de la lista de autores del informe y es probable que la publicidad que recibió hiciera que este terminara siendo menos radical de lo que pensaban sus autores cuando escogieron el título. De hecho, en el trabajo admiten «la importancia de concebir la demanda de vivienda como heterogénea», lo que confina la idea radical de la desmercantilización al mero asistencialismo.

Esto no impidió que reflejaran su pensamiento en el texto: «Este equipo de investigación comparte la perspectiva de que una de las causas de la grave situación del acceso al derecho a la vivienda deriva de la transmutación que ha sufrido la vivienda: de ser un derecho humano, reconocido en la declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas, se ha convertido interesadamente en una mercancía objeto de tráfico mercantil. Es más, siguiendo la tendencia de financiarización creciente de las economías capitalistas, la vivienda ha llegado a convertirse en un activo financiero o en su defecto, ha respaldado la generación de activos financieros derivados, que han actuado como uno de los vectores de difusión de la crisis financiera internacional».

Es decir, el equipo en el que estaba Errejón cree que la vivienda no debe ser un bien producido, financiado y adquirido en el mercado. Desmercantilizar un bien significa sustraerlo de las leyes del comercio, es decir, de la economía de mercado.

Si las tesis sobre la vivienda de Errejón se impusieran y éstas se produjeran y asignaran por métodos que no son de mercado, por decisión de la Administración o por sorteo o por listas de espera, por ejemplo, habría muchas menos viviendas disponibles, como enseña la experiencia de diferentes países. Pero lo peor es que las viviendas existentes valdrían lo que señalara el burócrata de turno. Eso significa que el principal bien de ahorro del 80% de las familias españolas, valdría lo que dijera el BOE. La desmercantilización, vista así, sería un proceso expropiatorio. Ideas de un moderado.

Fuente: El Mundo.