Guinea Ecuatorial
Abaha (26/1/2020)
El viernes pasado, el digital Camer.be publicó una noticia que comenzaba así: “Los Lamborghini, Ferrari, Bentley, Rolls Royce y otras marcas han sido confiscadas en el curso de las investigaciones relacionadas con su propietario, quien es vicepresidente de Guinea Ecuatorial. La investigación suiza sobre el hijo del líder ecuatoguineano, por lavado de dinero y malversación de fondos públicos, se abandonó en febrero de 2019. Este abandono se explica por el acuerdo que prevé el pago de los ingresos obtenidos por la venta de sus ganancias supuestamente mal obtenidas, para el trabajo social en Guinea Ecuatorial, donde la pobreza es endémica”.
La información sigue: “Teodorin Nguema Obiang, cuyo padre, Teodoro Obiang Nguema, gobierna este país, productor de petróleo en África Central, durante 40 años, también fue objeto de una investigación en Francia sobre bienes presuntamente mal adquiridos. En 2017, un tribunal francés impuso una sentencia de prisión de tres años por corrupción, suspendida, así como la confiscación de los automóviles y el edificio en la avenida Foch y sus contenidos”.
“Los supuestos hechos relacionados con el enriquecimiento de Teodoro Nguema Obiang Mangue como Ministro de Bosques, que se convierten en multimillonario, encuentran su financiación en la empresa Somagui Forest que organizó la deforestación masiva del bosque ecuatoguineano, cuyo desastre fue conocido por satélite, lo que constituye un crimen contra el medio ambiente y las futuras generaciones calificadas como «Ecocidio» que ha concluido en lavado de dinero, al que se agrega el impuesto revolucionario impuesto a las empresas con la confiscación de los pasaportes de los gerentes, la detención arbitraria de empresas líderes para arrebatárselas”.
“Esto es lo que llevó al fiscal de la Corte de Apelaciones de París, teniendo en cuenta el hecho de que la cuestión planteada en relación con la inmunidad diplomática del hijo de Obiang, que había llevado a un rechazo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y que su puesto como Ministro de Agricultura y Bosques, ni el de segundo vicepresidente, ni el de primer vicepresidente, ni el de general, no podían permitirle beneficiarse de la menor inmunidad diplomática, exigió y preguntó ante el Tribunal de Apelación la sentencia de Teodoro Nguema Obiang Mangue a 4 años de prisión con una orden de arresto internacional, una multa de 30 millones de euros y la confiscación de todos los bienes (vehículos, muebles y edificio)”.
Esta información es sabida, no es muy relevante, pero hay que agradecer a los medios de comunicación franceses –aunque no los más importantes- que al menos se ocupan y preocupan por lo que sucede en la excolonia española. En España el asunto es diferente; en la Madre Patria están embelesados con la visita de Guaidó –unos a favor, otros en contra, y Pedro Sánchez escondiendo la cabeza cual avestruz para no molestar a sus compañeros de viaje político- y con el coronavirus, buscando el menor resquicio para cebarse con China. Manda el Imperio
En Malabo, Teodoro Obiang Nguema, busca afanosamente todo tipo de apoyos para que su hijo Teodorín no dé con sus huesos en la cárcel. Jefes de Gobierno, expresidentes y exministros –africanos y europeos-, directores de grandes empresas petroleras, son su objetivo, pues a mediados de febrero su hijo tendrá que sentarse en el banquillo para escuchar el veredicto del Tribunal de Apelaciones de París.
Emmanuel Marsigny, letrado que coordina el equipo de abogados que defienden a Teodorín, se esfuerza en la labor de la defensa, mientras el padre del acusado se afana en pedir ayuda a todos aquellos a los que él ha ayudado a hacerse más ricos de lo que ya eran. No hay duda que españoles –los que forman su lobby hispano- han sido ya “tocados” por el dictador guineano. Por medio están diversas obras y proyectos pendientes, entre ellas la reconstrucción de la Catedral de Malabo. Sin que quede fuera de la petición de socorro, el “oye, que yo te ayudé cuando… ¿lo recuerdas?, pues ahora te necesito”.
Y, entretanto, Obiang Nguema sigue ordenando requisa de pasaportes, interrogatorios, detenciones y, sobre todo, torturas. Ni su partido, el PDGE, ni sus allegados, escapan a ello. Nuestras fuentes nos informan que en alguno de esos interrogatorios se les ha hecho escuchar a los interrogados, los audios con las declaraciones “bajo tortura” de alguno de los miembros del MLGEIIIR, que fueron secuestrados en Sudán del Sur.
Por decoro, por no herir la sensibilidad de personas allegadas a los secuestrados, evitamos mencionar datos sobre este tenebroso asunto. Decir, eso sí, que Martín Obiang Ondo, líder de ese movimiento de liberación, es el que más “guerra” está dando a los torturadores. Sus respuestas suelen ser “no me consta”, “no recuerdo”, “no es cierto”.
Las redes sociales señalan a Isaac Nguema Ondo, “Papi Isaac”, como el principal torturador, adjunto a la Seguridad Nacional, que fue condecorado por Teodoro Obiang Nguema por la “defensa de la Nación, contra la tentativa de invasión mercenaria y terrorista…” de diciembre de 2017. Por cierto, no hubo ni un solo disparo ni enfrentamiento alguno. Por entonces, el tal Isaac era Inspector General del Departamento de Seguridad Exterior, Encargado de las Fronteras en los distritos de Mongomo, Ebebiyin, Niefang, Acurenam, Micomeseng y Nsok Mbatung. Lo de la “seguridad exterior” ya se pueden imaginar ustedes a qué se refiere.
Por supuesto, continúan los conciliabulos de los diversos grupos que aspiran a liderar la transición. Entre los que colaboran en uno de esos proyectos se encuentran personajes políticos, diplomáticos y de los medios de comunicación, casi todos de la época en la que Adolfo Suárez era presidente del gobierno de España.
De momento, que sepamos, el gobierno progresista de Pedro Sánchez–Pablo Iglesias, ni se ha molestado en ponerse en contacto con los familiares de los secuestrados. Como en su día dijo Nicolás Redondo, por entonces secretario general de la UGT: “Tienen menos sensibilidad que las almejas” al referirse a algunos miembros de su partido.
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