La rodilla del agente Chauvin mata a George Floyd. (de Facebook)

Estados Unidos
Espacios Europeos (1/6/2020)
Desde hace varios días, miles de personas salen a la calle en la ciudad de Minneapolis (estado de Minnesota) para protestar por el asesinato de George Floyd a manos de la policía. Varias organizaciones de afroamericanos piden, día y noche, que se presenten cargos por asesinato contra el agente de policía que mató a George Floyd, y contra los agentes que le acompañaban que no hicieron nada por impedirlo.

Varios días lleva Minneapolis en llamas a causa de los disturbios que se han originado tras la brutal muerte de Floyd. El policía que mató a Floyd es blanco (angloamericano) y se llama Derek Chauvin. Ese agente hincó su rodilla sobre el cuello de George Floyd durante varios minutos hasta que le causó la muerte. Hay que resaltar que Floyd no opuso resistencia en ningún momento, y que varios transeúntes pidieron a la policía que dejara de presionar su rodilla contra su cuello, pues no podía respirar.

De nada sirvió que Floyd repitiera más de una vez: “No puedo respirar; por favor”. La rodilla de Chauvin siguió presionando el cuello de Floyd hasta que éste dejó de respirar.

Los tres agentes que acompañaban a Chauvin se llaman Tou Thao, Thomas Lane y J. Alexander Kueng –todos angloamericanos-; los cuatro han sido suspendidos y el alcalde de la ciudad ha solicitado a la fiscalía que presente cargos contra ellos.

Desde que tuvo lugar ese asesinato, se han producido varios incendios, incluso una comisaría de policía, así como varios asaltos a supermercados y tiendas.

Los incidentes, a causa de las protestas por ese asesinato, son de tal gravedad que Trump ha ordenado movilizar a la Guardia nacional. Tanto el FBI como el ayuntamiento de Minneapolis han iniciado investigaciones para esclarecer lo ocurrido.

En varias ciudades estadounidenses se ha producido un hecho inédito. Unidades policiales situadas frente a manifestantes, han doblado su rodilla en un gesto de solidaridad con la protesta. En algunos casos, policías y manifestantes, frente a frente, se dieron la mano e incluso se abrazaron.

Pero la violencia de las protestas alcanzó a las ciudades más importantes de Estados Unidos. Washington no escapó a la furia de las protestas, y el servicio secreto se vio obligado a “esconder”, en el búnker de la Casa Blanca a Donald Trump, de las iras de los manifestantes.