Mi Columna
Eugenio Pordomingo (12/10/2020)
El acto de la Fiesta Nacional, otrora llamada Fiesta de la Hispanidad, ha quedado un tanto deslucido por la ausencia de la cabra que suele desfilar junto a los soldados de la Legión. Este atípico día de la Fiesta Nacional nos ha brindado algunos hechos, que aunque no importantes, han podido contribuir a ensombrecer algo el evento, como ha sido la no presencia de la cabra o carnero que suele acompañar a los legionarios. ¿El motivo? Lo desconozco, pero pienso que ha podido ser para no exponer al caprino a un posible contagio por la COVID-19. Y es que ponerle una mascarilla al bicho es un tanto dificultoso.
A ese deslucimiento al que aludo ha contribuido también el que la Patrulla Águila no haya podido dibujar en el cielo madrileño la bandera de España. Parece ser que debido a un error o un fallo técnico, uno de los cazas lanzó color blanco en lugar de rojo, con lo cual no pudieron formar la bandera de España. Con seguridad, más de uno llegó a pensar que la bandera republicana o el color morado de Podemos podía aparecer de un momento a otro. Pero no, el sucedido no pasó de ahí.
Y atípico también han sido las jetas de pocos amigos que han lucido Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso. Ésta, camino de convertirse en la lideresa que le disputará al presidente del gobierno el liderazgo de la nación. Y es que, podría ser que MAR (Miguel Ángel Rodríguez) le esté ganando la batalla a Iván Redondo, a pesar de los muchos medios con los que cuenta.
Otra singularidad del día de hoy ha sido que no se han producido los corrillos habituales, mientras las autoridades degustan del placer de un vino español con sus correspondientes tapas. A pesar de todo, Pablo Iglesias ha encontrado el momento, de unos minutos de plática con Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ. Y es que el líder de Podemos anda más que preocupado por saber si el TS accederá a la petición del juez Manuel García Castellón para que tan alto tribunal le investigue por los tres delitos en el ´caso Dina´.
Iglesias está pendiente de que en pocos días el Tribunal Supremo le cite para que declare de forma voluntaria o pida su suplicatorio al Congreso de los Diputados. No hay que olvidar que Pablo Iglesias goza del aforamiento de sus Señorías, algo a lo que su partido se oponía: “todos los cargos públicos renunciarán al acogimiento a cualquier figura de aforamiento judicial«. Pero hasta ahora él no lo ha solicitado.
Como digo, Iglesias logró “atrapar” a Lesmes, y conversar con él unos minutos, los suficientes para exponerle su malestar. Según algunos medios de comunicación, el gesto de los dos era serio y mostraba a las claras cierto desencuentro.
No dudo que Pablo Iglesias vaya a presentar su dimisión, lo tengo más que claro. Él espera que el Supremo no acceda a la petición del magistrado García Castellón. El líder de Podemos no concibe «ni como mera hipótesis» que eso suceda, pues “todo el mundo sabe lo que va a decir el Supremo«, dijo tajante en el Congreso de los Diputados. ¿Cómo sabe él lo que va a decidir el Supremo? Lo desconozco.
Otra excepcionalidad de este día de la Hispanidad o Fiesta Nacional, es que el himno de España no tenga a estas alturas, letra. Así llevamos toda una vida. Que no tenga letra el himno de Bosnia-Herzegovina o el de Kosovo, que son recientes “estados”, pues vale; pero hombre, que no la tenga España me parece algo insólito. Pero visto lo visto, y analizando las desavenencias históricas de nuestros ciudadanos, no debe parecernos anómalo.
Como viene siendo habitual, los presidentes de la Autonomía Vasca y de Cataluña no han estado presentes en los actos de la Fiesta Nacional, pero tampoco ha habido representación de Baleares. Las tres comunidades no han estado representadas por pura convicción, pues el presidente de Murcia, que no ha estado presente, ha sido por haberse contagiado por la COVID-19. Deslucido quedó el lema, eslogan o como ustedes lo consideren oportuno llamar, de ´El esfuerzo que nos une´.
Por lo demás, el evento, teniendo en cuenta la pandemia que nos azota, ha transcurrido como era de esperar, a lo que habría que añadir los ´vivas´ al rey y los abucheos –“dimisión” y “asesinos”- a los ministros y ministras del gobierno, lanzados por cientos de personas que estaban a las puertas del Palacio Real.
Me reitero en la mención que en otra columna hice sobre un comentario de Otto von Bismarck, cuando era primer ministro prusiano, allá por el año.1863, cuando le comentó a un embajador español que le visitó en Viena: “España es una gran nación, yo la admiro profundamente, conozco la historia de la creación de su imperio y creo que resulta indestructible…”. A lo que el diplomático español le preguntó: ¿Por qué señor Canciller?, y Bismarck le respondió: “Porque ni siquiera ustedes, los españoles, son capaces de destruir su nación”.
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