Internacional
Espacios Europeos (26/3/2023)
Las  protestas en Francia van en aumento. Y la represión también. A pesar de la violencia llevada a cabo por las fuerzas de seguridad francesa, el número de manifestantes es cada día mayor. Ya no son solo “jóvenes radicales” –como afirman algunos medios  de comunicación francesas-, sino que gentes de todas las edades no dudan en manifestar su protesta a la reforma laboral del gobierno de Macron.

Es cierto que grupos minoritarios de manifestantes alteran las protestas pacíficas de la mayoría, pero la realidad es que la violencia se va extendiendo por toda Francia. Varios edificios institucionales, como la alcaldía de Burdeos, se han visto sacudidos por escenas violentas que han sido reprimidas duramente por la policía.

Cientos de heridos, entre ellos policías y gendarmes; casi un millar de detenciones y numerosos incendios, es hasta ahora el balance que ha producido la Reforma Laboral impuesta por el gobierno de Macron sin contar con la Asamblea Nacional.

Circula por las redes sociales un video en el que varios policías y gendarmes se suman a los manifestantes en un claro gesto de apoyo a sus protestas, pero al parecer, tal hecho no se ha producido.

Uno de los sindicatos más activos en estas manifestaciones es la poderosa CGT, cuya actividad se ha extendido a paros laborales en los sectores de transporte y educación. A la protesta se han unidos los sindicatos, los `chalecos amarillos`, así como políticos de la oposición. Y, por supuesto, los jóvenes, que en número importante se han hecho notar.

Además de protestar por la imposición de la Reforma Laboral, los manifestantes se quejan de la pérdida de libertades y democracia.

Aunque sea al otro lado de los Pirineos, lo cierto es que da la impresión que en algunos países europeos se atisban movimientos de protesta contra la creciente desigualdad, pobreza, incremento de los precios de los alimentos, carencia de viviendas, etc., etc.

España es, desde hace tiempo, una excepción, tanto sindical como política y ciudadana. Hay, eso sí, pequeños signos de malestar que el gobierno controla de momento con su coalición política a la cabeza, y con la inestimable sumisión de los partidos políticos que le apoyan en el Congreso de los Diputados y Senado, además de los sindicatos mayoritarios, sin excluir a las patronales. Y así nos va.


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