Alejandra Durrell, un retrato no aproximado.

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (13/6/2023)
Todos aquellos que por circunstancias de la vida tienen que relacionarse continuamente con personas en el laboro –hay trabajos que no precisan ese contacto-, saben con certeza lo complejo, delicado y problemático que es acertar en la elección de colaboradores o formar equipos. Tarea peliaguda que necesita temple, frialdad, decisión y finura.

Que si con unos has aplicado estímulos horizontales (palmaditas en la espalada, ¡qué bien lo has hecho Juanito!), que si con otros el incentivo ha sido un ascenso o aumento del peculio. En fin, que le vamos a contar a ustedes que no sepan.

El caso es que, Alejandra Durrell –colaboradora de este modesto digital- se puso en contacto con un servidor para mostrarme su malestar por el trato que le damos, que ella considera oneroso y hasta vejatorio. ¡Dios!

Contactó conmigo por el procedimiento habitual, que es, ni más ni menos, que dejarme, a  una hora prefijada, una nota metida en un bote de una bebida azucarada (por razones obvias, no debo decir la marca), que deja dentro de una papelera pública ubicada en el distrito centro de Madrid. Obviamente la calle, por razones de seguridad, no la debo mencionar.

De ella, de Alejandra Durrell, conocemos muy poco. Desconozco si es hombre o mujer. ¡Quizás un bicho de esos, un robot, dotado de “inteligencia artificial”!. Yo descartaría está última suposición, pues la tal Durrell, lleva con nosotros mucho tiempo –quizás diez años- y por entonces esas “capacidades robóticas” eran casi desconocidas para la mayoría de los mortales. Aunque vayan ustedes a saber, pues no es de extrañar que ella/el o el robot, sea miembro de algún servicio secreto, logia, club de la fraternidad…

Durrell me recuerda un tanto a William Mark Felt, agente del FBI (Federal Bureau of Investigation), que llegó a Director Asociado, que fue el “garganta profunda” que suministró abundante información a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, que investigaron el llamado Escándalo Watergate que acabó con la vida política de Richard Nixon. De ese caso se hizo la  película Todos los hombres del presidente, dirigida por Alan J. Pakula, que protagonizaron Robert Redford, Dustin Hoffman, Jack Warden, Jason Robards, Martin Balsam, Hal Holbrook y Jane Alexander en los papeles principales.

Esa excelente película, como comentó años más tarde Robert Redford, “no podría hacerse hoy”, destapó las ´cloacas´ de la política estadounidense.

El agente William Mark Felt negó durante más de treinta años haber sido el “garganta profunda”, de hecho pudo ascender sin problemas en el FBI y llegar a ocupar  el segundo puesto en su estructura. Murió en mayo de 2005, a los 95 años de edad.

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Pero volvamos a nuestro personaje, nuestra “garganta profunda”. Pues bien, unas veces nos pide firmar con su seudónimo (Alejandra Durrell) y otras, nos facilita información y punto. En otras ocasiones –se debe aburrir en su despacho, destino o misión- y nos endilga textos que versan sobre lo más insólito que uno se pueda imaginar, como Elogio de las putas; otras entregas ¡Cómo se las gasta el personal!, sobre ciertas disputas en la Casa Real; Defensa, Corrupción política, CNI… el abanico es muy grande y da mucho aire. Por si quieren rastrear en el personaje, AQUÍ pueden encontrar parte de su legajo.

El trabajo y las informaciones que nos suministra Durrell son el sostén y la columna vertebral de nuestra publicación, sin ello no podríamos existir. No seríamos nada.

Como dijo John le Carré en el Espía que surgió del frío: El trabajo de espionaje tiene una sola ley moral: se justifica por los resultados. Y tu trabajo, Alejandra Durrell, es excelente. Te necesitamos

 


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