
Sin Acritud…
Eva Mayen (14/11/2023)
Soy tan anarquista que no soy anarquista. Si hay algún liberal, socialista, comunista, fascista o medio pensionista que pueda decir esta frase con toda naturalidad y con sinceridad plena, hagan el favor de comunicármelo. Descorcharé una botella y pensaré, esperanzada, que la humanidad ha despertado. Pero creo que es imposible. Este es un punto para llegar a comprender el anarquismo, fuera de las acostumbradas simplezas y falsedades del caos, el desorden, la utopía y el manido, etc.
La verdad es que tales cretinismos me resbalan por completo. Es uno de los aspectos buenos de no formar parte de las contiendas políticas dada mi inapetencia electoral que en realidad es abierta aversión: como una alergia.
Entonces, el anarquismo es nihilismo… No, todo lo contrario. Es de izquierdas… No. Ni de centro ni de derechas. Apolítico. Es sencillamente contrario a la política, encarnada ésta en los partidos políticos. Es enemigo de la existencia de éstos. Los desprecia a todos. Su relación con el marxismo: Acepta el impresionante análisis racional: asumible pero no en su totalidad porque ello supondría caer en un dogmatismo y en un culto no precisamente racional. Cualquier «ismo» basado en una persona resulta atroz para un anarquista. No lo concibe, lo rechaza por la peligrosidad que conlleva.
El punto del gran desencuentro con el marxismo es la dictadura del proletariado. Recuerdo un diálogo entre una anarquista y un comunista:
– Es necesaria para llegar a la etapa del comunismo.
– No. Tras la Revolución no habrá ya enemigos. Solo estará el control del Titán que todo lo ha reducido a cenizas. Tiene la fuerza colosal pero jamás la utilizará cercenando la Libertad. Es una paradoja pero se obligará a la gente a ser libre y digna. Y si me hablas de utopía, te diré que solo es una palabra.
El anarquismo hace suya la evidencia científica de la Evolución: el ser humano tiene como sentido vital su superación a todos los niveles. El anarquismo es algo parecido a una mutación genética necesaria para la superación del actual ser humano, de su sistema social, económico, moral.

Esa mutación ya está en nosotros, sólo hay que ponerla a funcionar. No está en todos y de ahí el control necesario. Control no es la palabra adecuada, es algo parecido. Como se ve, la idea del desorden o el caos o lo utópico no es cierto. El anarquismo es el orden. Por si lo dudan, echen un corto vistazo a «su» orden presente y pasado. Muy ordenado todo no parece…
El marxismo es cerebro, es razón, es intelectualmente válido. Pero el ser humano no es una máquina fría, es mucho más. En cuanto al individualismo: nada tiene que ver el individualismo anarquista con el liberal. Si ustedes contemplan una a una las hojas de un árbol comprobarán que no hay una igual a otra. Así es todo el Universo y así somos los seres humanos. No respetar la individualidad es una aberración antinatural. Pero también lo es la cooperación como dijo Piotr Kropotkin. Es decir lo natural es la armonía entre lo individual y lo social. Ello se conseguirá con el citado Control. Sabemos que no todo el mundo puede ser «natural» por muy diversas causas. El anarquismo no es una palabra. No importa que desaparezca la palabra. No importa porque esa Idea, esa mutación dormida que aguarda, forma parte de nuestra naturaleza.
La música puede ayudar en la comprensión de todo esto. El anarquismo es a la vez dos sinfonías de Gustav Mahler: El Titán (del que ya se habló) y Resurrección.
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