Sin Acritud…
Apuntes de La Excepción (30/11/2020)
En marzo de 2020 Edward Snowden hacía las siguientes advertencias en una entrevista:
«Un virus es dañino, pero la destrucción de derechos es fatal. Es algo permanente que no recuperaremos. Hay derechos por los que hubo una revolución, por los que se fundó un movimiento al que le costó cien años de esfuerzo ganarlos.»
«La conexión [de la situación bajo el coronavirus] con el 11-S es esta: cada vez que hay una crisis, se pierde la racionalidad.»
Snowden recuerda cómo el vicepresidente de G. W. Bush, Dick Cheney, justificó la tortura apelando al peligro del terrorismo, de las células durmientes… «Se ahogó a presos [“waterboarding”], se los metió en jaulas con lo que más temían, como serpientes o insectos, en Afganistán se los encadenó a muros de cemento en los que literalmente murieron congelados. Dijeron que todo esto funcionaría, que era necesario, que sería beneficioso: “No queremos hacerlo, pero la amenaza es tan grande que es la única forma de contenerla”».
«Cuando se toman medidas “de emergencia”, tienden a quedarse y a expandirse; las autoridades se sienten cómodas con ese nuevo poder, les empieza a gustar. Y cuando pasa la situación de emergencia original (coronavirus, terrorismo), encuentran nuevas aplicaciones, nuevos usos para este nuevo poder que han obtenido, y deciden hacer una nueva ley que lo convierta en permanente.
Es una cultura de “la seguridad a cualquier coste”; alegan que si hay algún riesgo, hay que reducirlo al nivel mínimo imaginable a cualquier precio. Y esto, creo, está fundamentalmente en conflicto con el concepto de una sociedad libre y abierta. En cuanto al debate entre seguridad frente a privacidad, en una sociedad libre y abierta necesitamos ambos. Si empezamos a destruir derechos con el objetivo de mejorar las cosas, en realidad las estamos empeorando.»
Ocho meses después, las predicciones de Snowden se han quedado cortas y la restricción de las libertades avanza en todo el mundo.
Fuente: Apuntes de la Excepción