Mi Columna
Eugenio Pordomingo (4/12/2007)
Capbreton, la localidad francesa donde ETA atentó el sábado pasado contra dos jóvenes guardias civiles, ha trastocado muchas estrategias políticas, además de llevar la desolación a las familias de Raúl Centeno y Fernando Trapero; el primero muerto en el acto y el segundo en coma cerebral.
El asesinato a sangre fría tuvo lugar el sábado día 1 de diciembre, una semana después de la manifestación en Madrid de la AVT (Asociación deVíctimas del Terrorismo). Una semana ha mediado entre ese acto en contra de las negociaciones con la banda terrorista ETA, por la ilegalización de ANV y Batasuna, y el vil atentado de Capbreton. Una semana intensa, plagada de cuitas, amenazas, acusaciones mutuas, libros sobre jueces, detenciones de etarras, manifestaciones separatistas, repudiando todo lo español…
Desde La Moncloa, nada más conocer el atentado del sur de Francia, trataron de propalar que había sido un acto meticuloso, preparado. Pero el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no dudo en afirmar que había sido un “encuentro fortuito…”
Poco a poco nos hemos ido enterando que los dos guardias civiles estaban en esa localidad desde hacía escasos días, que tenían a su disposición un vehículo del ministerio del Interior francés, con placas (matrículas) que así lo identificaban; que no portaban armas, según los acuerdos de colaboración… Después se nos ha dicho que entraron en la cafetería a desayunar y se sentaron en una mesa al lado de la de los tres etarras, sin que supieran que lo eran.
Parece ser, de acuerdo con “fuentes de la investigación”, que en la conversación que mantenían los agentes, mientras desayunaban, algo tuvo que llamar la atención de los etarras, para que éstos siguieran a los dos guardias civiles hasta su vehículo. Allí les encañonaron mientras uno de ellos se introdujo en el coche y lo registraba. Al parecer, tuvieron que encontrar alguna evidencia de que eran agentes españoles. Fue entonces, cuando a sangre fría les dispararon a la cabeza a escasos centímetros.
Todo muy casual. Pero a nosotros, neófitos en esas cuestiones de la “inteligencia” nos llaman la atención algunos aspectos. Por ejemplo, la juventud de los dos agentes; segundo, que no puedan ir armados; tercero, que lleven un vehículo con placas del ministerio de Interior francés… Y, sobre todo, la casualidad, de ir al mismo bar y sentarse al lado de la mesa que ocupaban los tres etarras. ¿Encuentro fortuito?
Después, como siempre, vinieron los actos forzados, las reuniones obligatorias; las palabras de condena, las de siempre: “acabaremos con ellos; cumplirán condena; no descansaremos hasta que…; el estado de Derecho…”
Al otro lado, familias rotas por el dolor, el inmenso dolor de haber perdido a un ser querido; compañeros con la rabia contenida a flor de piel, tratando de encontrar una explicación a esa barbarie que no cesa, y una pléyade de incapaces que se mueve a golpe de encuesta de opinión o de lo que les musita en el pabellón auditivo el oráculo de turno.
La realidad la vimos en el funeral por Raúl Centeno, celebrado en
la mañana del domingo. A la llegada del Presidente del Gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero, se oyeron numerosos silbidos y abucheos, pero no de la familia, que bastante tiene con llorar. “¡Traidor!”, fue una de las palabras más suaves que Zapatero tuvo que escuchar. Nervioso, incapaz de aguantar esa bronca ciudadana, se marchó. Ni tan siquiera cumplió el formalismo protocolario de despedirse de los Reyes. De hecho, el acto finalizó antes de dar cumplimiento al protocolo establecido.
A la salida, los abucheos se recrudecieron…
“La investigación para ilegalizar ANV está muy avanzada”, ha dicho el Fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido; “estamos más cerca de la ilegalización de ANV, si no condenan el atentado”, afirma la Vicepresidenta Maria Teresa Fernández de la Vega. Las declaraciones del ministro de Justicia. Fernández Bermejo, no merecen la pena ni mencionarlas.
Después, como casi siempre en estos casos, todos se reunieron, hablaron y acordaron. La sangre derramada les ha obligado a convocar una concentración para hoy martes, a la que todos se unieron. Pero, hete aquí que estamos en plena vorágine electoral y cada uno, además de defender su parcela de poder, quiere agrandarla.
Ahora resulta que el Gobierno no va a asistir a la concentración. Ni Zapateroni ninguno de sus ministros estarán presentes. Por parte del PSOE, irán José Blanco, que encabezará la representación socialista, acompañado de Diego López Garrido y Álvaro Cuesta.
A estas alturas, todavía no sabemos si Mariano Rajoy asistirá o no, depende de lo que el oráculo Pedro Arriola le diga. Si lo hará Ángel Acebes y Eduardo Zaplana.
Los políticos viven inmersos en los conflictos; viven de ellos; los gestionan, se embadurna con ellos como si fuera betún; pero no los solucionan. Y así nos va…
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