Abaha

Guinea Ecuatorial
Abaha
(25/6/2008)
Tras la parodia de juicio, ha quedado visto para sentencia -como se dice en el argot- el juicio contra el británico Simon Mann y seis ecuatoguineanos, que durante tres días se ha desarrollado en Malabo (Guinea Ecuatorial). El fiscal, José Olo, elevó sus conclusiones con un aumento en la petición de pena contra los guineanos por supuesta «falta de colaboración con la justicia».

La «Página Oficial de Guinea Ecuatorial» afirmen una de sus crónicas que Mann atentó contra la «forma de Gobierno, la constitución y la paz en Guinea Ecuatorial». Mann manifestó en el tercer día del juicio que «sus acusaciones de las que casi todas han sido reconocidas por él sin negaralguna. Los planes, contratos confidenciales y acuerdos con Severo Moto Nsa en caso de que lograran su objetivo (…) Mann recita con buena memoria y con precisión los planes de operación dando detalles de su preparación con identificación de lugares de sus encuentros, las sumas ofrecidas por los financiadores encabezados por Aly Kalil hasta Marck Teacher. Negó conocer a los contactos internos que mantenía Aly Kalil por razón de seguridad de la operación».

Mann confirmó sus acusaciones, reconoce los hechos y se arrepiente -según lo recogido en el juicio- «lo que iba a suceder en el país; a la vez que se muestra agradecido por no haberlo ejecutado. Por lo que desearía que sean juzgados también los otros implicados como él, por que la cárcel le ha hecho cambiar».

Los acusados son Cruz Obiang, Emiliano Esono Micha, Gerardo Angüe, Gumersindo Ramirez Faustino, Bonifacio Nguema Ndong y Juan Ecomo Ndong; todos ellos, supuestamente, «involucrados en el caso de las armas encontradas en casa de Saturnino Ncono, enviadas por Damian Motu desde España bajo las instrucciones de Severo Moto Nsá».

Entre las pruebas aportadas por la acusación figuran dos contratos «firmados entre Mann y Severo Moto Nsá, la documentación de la compra del boing 727 en Texas con destino a Surafrica, la lista de instrucciones donde se encontraba los nombres codificados de las ciudades de los países de la subregión».

De acuerdo con un artículo de Kim Sengupta, publicado en «The Independent», «según Mann, la trama de 2004 para derrocar al Presidente Teodoro Obiang Nguema y reemplazarle por Severo Moto Nsa, el líder de la oposición que vivía exiliado en España, también contaba con el consentimiento de España y Sudáfrica. Se convirtió en una operación militar porque ambos gobiernos dieron luz verde. Su implicación era clandestina y nunca lo admitirán. Un portavoz del ministerio español de Asuntos Exteriores ha negado las acusaciones».

Por su parte, «The Daily Telegraph», en una crónica de Fiona Govan, afirma que «Mann ha detallado la planificación y financiación de la trama, así como el modo del que se enteró del apoyo de varios gobiernos. ‘Calil me dijo que el Gobierno español había prometido que si se producía un golpe, darían su reconocimiento a Moto inmediatamente y que enviarían a la Guardia Civil a Guinea Ecuatorial para ayudarle».

«Mann acusa a Mark Thatcher por su implicación clave en la trama del golpe africano», mantiene la pluma de David Pallister en «The Guardian»; mientras  el «The Washington Post», liquidaba así el asunto: «Mann también ha declarado que España y Sudáfrica apoyaron la trama. En enero de 2004, dos meses antes de la acción, parecía ‘una operación oficial’. Los gobiernos de España y Sudáfrica dieron luz verde: ‘Tenéis que hacerlo'».

Y así podemos rellenar hojas y hojas. De la prensa de España, otro tanto. Todos los medios han hablado del «mercenario», del intento frustrado de un Golpe de Estado contra Obiang Nguema; de las relaciones de Severo Moto con Mann y con los otros y con aquellos. Pero de aportar pruebas, nada…

Por supuesto, de hablar de la situación del pueblo guineano, nada de nada. De cómo llegó al poder el dictador Teodoro Obiang Nguema, menos; y aún menos del encarcelamiento en la prisión de Navalcarnero (Madrid) del opositor Severo Moto. ¡Señoría, Usted cree que Moto es un peligro público!

Sin entrar a valorar la certeza o no de esas acusaciones, nosotros nos preguntamos ¿Es justo que una persona o pueblo tenga que aguantar como matan y encarcelan a sus hermanos? ¿Es justo que un pueblo no tenga libertad y encima tenga que doblar la cerviz ante el que se la roba  El hombre tiene que elegir y defender su libertad, su camino vital y moral. Las llamadas de Francisco Suárez, Francisco de Vitoria o  Juan de Mariana a la libertad, les lleva a defender el regicidio. Se trata de «limitan el poder absoluto del Rey», cuando éste es injusto.

Esta filosofía del derecho es la que Calderón de la Barca  lleva al lenguaje teatral: Los individuos conservan siempre una parte de la libertad o soberanía inviolable y por esa razón pueden rescindir el contrato social que han firmado. El poder aquí no se «transfiere»  a otro para que te proteja -según mantienen otros filósofos-, sino que aquí el individuo no enajena más que una parte de su libertad. Es el «Nosotros somos y podemos saber y querer» de Miguel de Unamuno.

Por eso nosotros nos planteamos lo siguiente: ¿Está el hombre obligado por mandato divino a tener que soportar como le humillan, como le quitan su libertad y su vida?

Sinceramente, creemos que no…