Mi Columna
Eugenio Pordomingo (5/1/2011)reyes-magos
Este año, queridos Reyes, os mando mi Carta con exigua  ilusión y menos esperanza de que podáis cumplir lo que os pido. Se que estamos atravesando una etapa de vacas flacas, por lo menos para la mayoría, y lo que yo quisiera conseguir afecta a los intereses de la minoría, la que manda. Por eso se, con seguridad, de la imposibilidad de tener éxito en mi postulación.

Como dice el Génesis, siete vacas gordas, hermosas, salían del río y detrás de ellas otras siete vacas de «fea vista, y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas á la orilla del río. Las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gorda»·. La explicación bíblica es que las siete vacas hermosas siete años son; y «las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo». Las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, «son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del Solano, siete años serán de hambre».

Yo creo que llevamos más o menos siete años de «vacas flacas», pero no atisbo a ver a la llegada de las «vacas hermosas», las orondas y felices. Es más, he perdido la esperanza de que las que eran flacas, ahora, aparentemente hermosas -gordas de tanto engullir-, sean capaces de dejar de hacerlo en exceso y dejen algo para las flacas, que son muchas.

Pedir algo a los Reyes de aquí, a los de la dinastía, es una pérdida de tiempo. Ellos van a lo suyo; que si la caza, que si el protocolo, que si tratando de que sus cuitas familiares no ilustren las portadas de las revistas del corazón; y ahora a ir pergeñando lo de la cuestión sucesoria. Por ese lado, no hay que gastar ni un renglón en demandar nada. Eso de «pedir y se os dará» pasó a la historia; ahora rige el «pedir que ni se os acusará recibo de la carta petitoria».

Por eso he decidido volver a escribir a los Reyes Magos, que más bien son magos que reyes. Y les reclamo que hagan lo posible por restringir -ya que de ellos nunca saldrá- las prebendas y excesos que tiene la creme de la creme de la sociedad.  Por ejemplo, que políticos y altos cargos se rebajen sus sueldos más de un 30 por ciento; que las pensiones, «jubilazos», lo sean en proporción a los años cotizados, como las del resto de los mortales; que se dejen de tanto coche oficial y de tanto ágape a costa del contribuyente.

Pido más. Que desparezcan tantos miles de asesores inútiles como hay en ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y los diversos departamentos de los ministerios, aparte de los seiscientos o más que dependen del presidente del gobierno, el ilustre Rodríguez Zapatero.

Otra petición más. Que cesen las subvenciones a partidos políticos, sindicatos y a muchas de esas ONG (fundaciones y asociaciones) carroñeras, en las que casi siempre anda metido un político.

De paso, que se anulen los abultados paquetes de euros que, sin consultar a los españoles, salen de las arcas del Estado con destino a Mohamed VI, rey de Marruecos, y Obiang Nguema, dictador de Guinea Ecuatorial, así como a tantos sátrapas más.

Y, sobre todo, pido que este glorioso pueblo español, se deje de banderías, de embrutecerse con programas insanos de televisión, recobre su espíritu crítico y se organice para protestar por el maltrato al que le someten.

De momento, con esto para este año, me conformo.