España
espacioseuropeos (16/9/2013)Rey Juan Carlos I
En su página de Internet, el senador Iñaki Anasagasti se pregunta si el rey puede moderar algo, en concreto se refiere a la petición que le hizo el secretario general del PSC, Pere Navarro, “aquel que tras el debate del estado de la nación española pidió al rey que abdicara chafándole a su jefe Rubalcaba las consecuencias del debate”.

Pero, ahora, tras la Diada de este año –afirma Anasagasti– “acaba de decir que la corona española podía liderar una segunda transición en España y ejercer de mediadora entre Catalunya y el gobierno español”. Recuerda el senador del PNV que “Hace poco dijo aquello que el Concierto vasco debía desaparecer. Hay que señalar que durante treinta años el PSC ha sido el perrito de lanas del PSOE en el Congreso tras haber tenido grupo parlamentario propio en 1979 con un portavoz de la categoría de Ernest Lluch”.

“Me da que a este Pere Navarro se le va el tarro y ha logrado llevar al PSC a su actual situación. Hoy el rey no está para mediar nada sino para no perder él mismo el equilibrio y andar sin caerse. Es una sombra de lo que fue y de aquel pacto con la Corona que quisimos implementar en 1978 y que no quisieron. Y la moviola no existe en la actual política española. El rey, aquel que le pidió a Patxi López y a Basagoiti que le quitaran a Ibarretxe, no está más que para sopas y zapatillas de felpa al calor del sol. Ni Corinna quiere saber nada de él. Ya le tilda de anciano caballero”, escribe el senador.

Anasagasti dice que “España está como el rey” y recurre a un artículo de Manuel Vicent publicado en el diario El País: “Un Estado no puede sostenerse sin que los ciudadanos se sientan orgullosos de pertenecer a él. El prestigio es su oxígeno. El accidente del Alvia, el fiasco ridículo de los juegos olímpicos, el descalabro de la Monarquía, la corrupción socialista de los ERE, las mentiras del Gobierno en el Parlamento para sacudirse de encima la evidencia de un infecto mejunje de financiación del Partido Popular, constituyen una situación de miseria moral que entra por los ojos. Ya hubo una gotera hace poco ante el cuadro de Las Meninas en el Prado. Faltaba otra aún más simbólica que diera sentido a esta mediocridad. Aquí está. Imagino que en el Congreso de los Diputados la gota malaya resonaría metálicamente en el balde con la misma cadencia de ese pulso exangüe que tiene nuestra sangre”.

Un párrafo interesante en el que Anasagasti cita un comentario de Sardá: “Y es que ya ni el federalismo ni el rey tienen nada que hacer a pesar de lo que diga Soledad Gallego Díaz porque el catalán medio está harto y como me decía Javier Sardá en el programa de Emma García del sábado por la noche. «Vivo en un pueblito a unos cuarenta Kms de Barcelona y suelo ir a una tertulia de viejillos que no entienden como estoy de acuerdo con el derecho a decidir pero para quedarnos en España. Piensan que estoy loco. Y antes no era así».

El senador peneuvista considera que no es posible plantear una reforma de la Constitución a corto plazo y si ningún Gobierno español se va a considerar previsiblemente capacitado para convocar un referéndum consultivo –dice Anasagasti-, las elecciones plebiscitarias se convierten, quizás, “en el único mecanismo capaz de evaluar si existe esa pretendida mayoría favorable a la secesión. Saber si existe una mayoría tan cierta, incuestionable y sostenida en el tiempo que interpele al resto de los españoles y nos comprometa a exigir la reforma constitucional que permita al menos empezar a andar ese camino”. “Soledad se equivoca una vez más”, testimonia el senador vasco.

Anasagasti termina su reflexión citando a Manuel Azaña. “No se puede detener un torrente con una espada”.