El rey y Adolfo Suárez
El rey y Adolfo Suárez

España
José Manuel González Torga (27/4/2014)
Pilar Urbano ha pretendido reconstruir los recuerdos desvanecidos, aportando una versión, entre testimonial y recreativa, a través de su libro “La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar”.

Como la salida de esta obra, desmarcada de lo políticamente correcto, casi coincidió con el fallecimiento y las exequias hagiográficas de Adolfo Suárez, el  impacto editorial resultó restallante. Con doble y contradictorio sentido, atizado por el anticipo de una entrevista-río en el diario El Mundo: levantó fiebre comercial a la vez que la espiral del silencio por parte de órganos informativos comprometidos con la ortodoxia del sistema.

El volumen alcanza las ochocientas y un largo pico de páginas, demasiadas para tratar de entrar en el menudeo mediante un comentario periodístico. Seleccionaré, por tanto, solo algunas cosas entre las que me han llamado más la atención.

Con relación al 23-F he encontrado una novedad que me sorprende y que aparece atribuida a Sabino Fernández Campo, en calidad de fuente: “Si se esperaba a un elefante blanco, en mi opinión ese hombre era el Rey”. Se había hablado del teniente general De Santiago, vicepresidente del Gobierno, y de algún otro alto militar, alternativamente tapado bajo ese apelativo de “Elefante Blanco”; pero la hipótesis del propio Monarca, presentándose en el Palacio de Las Cortes en aquellas circunstancias, no resulta muy creíble. Sin embargo, la autora, entre las notas bibliográficas, hace constar que Fernández Campo le expuso esa “conjetura” en dos conversaciones.

Escena subida de tono
Otro pasaje digno de selección es el que figura como el enfrentamiento más duro entre Adolfo Suárez y el Rey, de fecha 24 de febrero de 1981.

Suárez le habría dicho a Juan Carlos I: “Yo ya había cortado amarras con todo esto, hastiado de la baja política, y estaba ilusionándome con mi nueva vida privada; pero esta noche he visto claro cuál es mi deber, ¡ojo!, no mi deseo y no mi ambición: debo seguir al frente del Gobierno; así que quiero revocar mi dimisión. Traigo un estudio jurídico constitucional del proceso…”.

Y describe la supuesta escena y su particular observación:

Sigue el diálogo tenso y cuando Adolfo Suárez menciona la entrada a tiros que se ha producido en el Parlamento así como los tanques por las calles en Valencia… “¡Y todo, en nombre del Rey, que esa es otra! Te anuncio que pienso hacer depuraciones en el Ejército sin ánimo de represalia, pero sin miedo, ¡ningún miedo!, llegando hasta donde haya que llegar”.

Entonces, según Pilar Urbano, el arranque de la respuesta del Rey se habría producido en los términos que siguen: “¿Me estás amenazando, so cabrón? ¿Te atreves a hablarme de responsabilidades a mí? ¡¿Tú… a mí?!…”

El relato de Pilar Urbano, con esa y otras escenas materializadas en diálogos de grueso calibre ha despertado las naturales perplejidades y dudas. ¿Queda alguien o existe algún documento fehaciente que respalde la literalidad de tales pasajes?

Se transmuta la significación de UDPE
En otro orden de cosas, un detalle que no es banal. Se ha ido instalando la consideración, versionada por Adolfo Suárez “a posteriori”, de que la asociación política que encabezó en los últimos tiempos de Franco, la Unión del Pueblo Español (UDPE), estaba concebida como el germen de un futuro partido político de signo centrista. Su hipotética declaración en pro de un futuro democrático, en diálogo cara a cara con el propio Franco en El Pardo, es una mercancía que acepta Pilar Urbano, como otros autores, por ejemplo Manuel Campo Vidal en su libro “Adolfo Suárez. El presidente inesperado de la Transición”.

Lo cierto es que el contenido de tal conversación de Suárez con Franco responde a un relato del primero tras la muerte del segundo y efectuada la reconversión política de quién contaba lo hablado sin testigos.

La opinión pública que hubo en su tiempo sobre UDPE distaba  mucho de lo acuñado más tarde. Bastará con recurrir a las páginas de “Adolfo Suárez. Historia de una ambición”, por Gregorio Morán. Cuando se plantea ¿Qué era la UDPE? lo deja resuelto de esta manera: La mejor definición asegura que es la da Ricardo de la Cierva en su “Historia del Franquismo”: “En un esfuerzo agónico, el régimen alumbra una asociación política claramente continuista, que pretende recoger la herencia del franquismo sociológico: la Unión del Pueblo Español, cuyas siglas iniciales fueron UPE, y ante el evidente parecido con la Unión Patriótica de Primo de Rivera, se cambió a UDPE”.

El estilo híbrido de Pilar Urbano
Conozco profesionalmente a Pilar Urbano desde hace muchos años. Coincidimos en Nuevo Diario, fundado en 1967, donde yo fui redactor-jefe y ella una redactora que hacía reporterismo con Puri San Martín, Sibely Valle y otros colegas. De Pilar recuerdo, por ejemplo, algunos reportajes siguiendo a un Julio Iglesias que comenzaba a despuntar en España, o a Betty Missiego, que había llegado de allende el Atlántico.

Pilar Urbano apuntaba un estilo ágil, por entonces en temas menos comprometidos. Unos años después, cuando José Luís Cebrián Boné, el primer director de Nuevo Diario, llegó a dirigir Abc,  la incorporó a su Redacción como cronista política.

Me parece conveniente explicar algo más sobre el estilo redaccional de Pilar Urbano en su obra más reciente y en otras anteriores. Se trata del denominado  “nuevo periodismo”, practicado y hasta teorizado por Tom Wolfe, quien considera primordial dar la impresión de “estar allí cuando tenían lugar escenas dramáticas, para captar el diálogo, los gestos, las expresiones faciales, los detalles del ambiente”. El periodista ha tratado de meterse en la mente de los personajes con lo que imagina detalles de la realidad, conocida sLa gran desmemoria de Pilar Urbanoí, en términos generales, pero adornada creativamente en cuanto a frases y circunstancias.

Una variante es la “novela de no ficción”, a partir de la obra de Truman Capote, “A sangre fría”. Las etiquetas varían: “periodismo narrativo”, “periodismo subjetivo”, “novela testimonio”, “novela reportaje”, etc., etc.

Personalmente no me convence la hibridación entre reportaje y novela; pero el subgénero ha tenido y conserva bastantes adeptos por medio mundo. No pasa de producir platos condimentados con especias picantes para atraer lectores propicios a los aderezos.

Prelación en español
Aún cabe una puntualización. Como en tantos aspectos, la tendencia mentecata a reconocer la primacía temporal de los anglosajones se da también en cuanto al “nuevo periodismo” y sus variantes o derivados.

Ahora bien, el profesor Juan Cantavella sitúa por delante a nuestra lengua española, con Gabriel García Márquez, el cual, en 1955, ya publicó en El Espectador una serie periodística que adquiriría factura de libro, en 1970, bajo el título “Relato de un náufrago”.

Muy poco después que Gabo, en 1957, el argentino Rodolfo J. Walsh escribió para la revista Mayoría, por entregas, su “Operación Masacre y el Expediente Livraga”, sobre el fusilamiento llevado a cabo en un basurero de doce civiles, algunos de los cuales sobrevivieron. También merecería los honores editoriales del libro.

Evidentemente Pilar Urbano no inventa, ni mucho menos, el subgénero mixto. Otra cosa es si procede para la aplicación que le da. Cada cual podrá juzgar por si mismo.