El Rey JUan Carlos, con Mariano Rajoy, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Foto La Moncloa.
El Rey JUan Carlos, con Mariano Rajoy, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Foto La Moncloa.

España
Diego Camacho
(3/7/2015)
El Presidente del Gobierno reunió para cenar, en Casa Lucio, a sus antecesores y  homenajear así a Juan Carlos I por su onomástica y por el primer aniversario de su abdicación. En el documento gráfico puede  verse a los principales responsables de nuestra fracasada democracia y del Estado casi fallido en el que han convertido a España. Estaban satisfechos, pues a diferencia de la nación sobre la que gobernaron o reinaron, a todos ellos les ha ido muy bien. Todos parecían ambicionar la consideración de referente moral que un día aparentaron ser y que por sus obras no son.

PP y PSOE se han lucrado con dinero público y con vergonzantes comisiones por favores políticos. La FILESA de González, la contabilidad B de Aznar, los EREs de González y Zapatero o el ´caso Gürtel´ de Rajoy. Son solamente la punta de un iceberg del que los ciudadanos desconocemos su volumen real.

Los dos partidos han demostrado ante ETA la debilidad y el pánico. O la han combatido cobardemente como González con su GAL, o han pactado de manera vergonzosa como ZP y Rajoy, poniendo de rodillas al Estado y sin lograr que los terroristas entreguen las armas. Mientras Aznar en su primera legislatura los denominaba Frente de Liberación Nacional. Hoy, gracias a todos ellos, ETA está en las instituciones del Estado y engordando con nuestros impuestos.

PSOE y PP, antes AP, colaboraron de manera estrecha con Juan Carlos I para implementar el golpe de Estado del 23-F de 1981, y de paso satisfacer las aspiraciones estratégicas de los EEUU en el Mediterráneo. Una vez fracasada la intentona su complicidad en el silencio les permitió capitalizar el fracaso como salvadores, cuando  ellos habían sido los organizadores del complot contra nuestra incipiente democracia.

No es de extrañar que visualizado su éxito en el engaño, pensaran que a partir de ese momento todo lo podrían. Pues organizar un golpe de Estado, fracasar y salir como salvador no está al alcance de cualquiera.

Efectivamente sería el prólogo de lo que vino después y que tiene un denominador común: mantener al ciudadano al margen de todo aquello que interesaba a la clase dominante para que no pudiera ejercerse ningún tipo de control político. Hacer del Congreso de los Diputados una cámara que no incidiera en los temas que eran prioritarios para esta élite. Proporcionar a una multitud de fieles un aforamiento que les facilitara eludir sus responsabilidades penales. Repartirse a los jueces, en el Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional, por cuotas entre los partidos y así establecer dos diques para no tener que hacer frente a las responsabilidades de gobierno, a la vez se indicaba subliminalmente a los jueces de otras salas cual era el camino idóneo si se quería ascender en la carrera judicial. Convertir a la Fiscalía en una segunda Abogacía del Estado en lugar de ser garantes de la legalidad. Finalmente, controlar la prensa independiente con la eliminación profesional de periodistas poco dúctiles.

Juan Carlos I fue tan apoyado en el inicio de su reinado como solamente lo había sido Fernando VII. Ambos reinados tuvieron un recorrido que los españoles no merecían. El monarca abdicado no ha sido digno de la nación española, a la que ha hecho mucho daño. No solo por su frivolidad, también por su falta de ejemplaridad y por el desprestigio con el que ha paseado a la Jefatura del Estado por todo el mundo. Todo ello de manera muy campechana. Durante todo su reinado no ha sido capaz de ganarse la legitimidad, que le faltó en su origen, en el ejercicio de su misión constitucional. Eso sí, ha servido fielmente los designios e intereses de EEUU y Francia.

La cena refleja fielmente lo que ha sido y es el Poder en España. Los huevos rotos, que tomaron los comensales, eran un símil muy apropiado a la rotura que ellos propiciaron  sobre nuestra Constitución, nuestro régimen político y nuestras esperanzas.

N. de la R.
El autor es coronel del Ejército de Tierra, Licenciado en Ciencias Políticas y escritor.