Theresa May
Theresa May

Internacional
Alejandra Durrell (3/10/2016)
La primera ministra británica, Theresa May, anunció el pasado domingo ante la cadena BBC y en la conferencia anual del Partido Conservador, celebrada en Birmingham, que en marzo del próximo año comenzarán los trámites para que el Reino Unido salga de la Unión Europea. El Tratado de Lisboa (artículo 50) pondrá en marcha el proceso para que el Reino Unido salga de la UE, pero para eso tienen que invocar ese artículo, algo que hasta la fecha han ido demorando. Menos mal que Francia y Alemania se lo pedía a gritos

Theresa May prometió que su país abandonará la UE antes de la primavera de 2019, asimismo manifestó que espera adoptar «una gran ley de derogación»  y planes contra la inmigración.

El pasado 23 de junio se celebró en el Reino Unido la consulta a los ciudadanos británicos, para saber si querían abandonar o no la UE. El BREXIT, como es sabido, resultó vencedor con un 51% de los votos emitidos.

El Parlamento británico tendrá que revocar la Ley de las Comunidades Europeas, uno de los instrumentos que regulan la relación entre cada país y la institución europea, en este caso el Reino Unido. Una vez que el proyecto sea aprobado por el Parlamento, la legislación británica prevalecerá sobre la de la UE.

La salida de la UE le puede suponer al Reino Unido una verdadera crisis institucional, aparte de la económica, ya que Escocia podría pedir otro plebiscito de independencia, aunque en este caso podría ser el de seguir en la UE.

Po otro lado –ya lo ha anunciado la primera ministra británica- el Reino Unido tomará medidas drásticas contra la inmigración. Y la española será una de las más afectadas.

Para la primera ministra, el control de la inmigración va a ser una de sus prioridades más importantes: “Hemos votado dejar la Unión Europea y convertirnos en un país completamente independiente y soberano. Vamos a hacer lo que países independientes y soberanos hacen. Vamos a decidir nosotros mismos cómo controlamos la inmigración y vamos a ser libres de aprobar nuestras propias leyes”, dijo.

La política inmigratoria que nos anuncia May no parece vaya a ser nada bonancible para los europeos, y los españoles en particular, que allí se encuentran. De hecho ahora no lo es. Ellos –los británicos que viven en España, entre 400.000 y un millón, muchos son jubilados-, si gozan de lo que les ofrece nuestra tierra –aparte de una gastronomía y unos caldos  más que decente y un clima donde pueden cambiar su tez de leche por una mediterránea-, especialmente una sanidad de calidad y barata. Ellos no pagan nada. Aquí suelen vivir en la costa o en las islas, en comunidades cerradas. No se mezclan mucho con los aborígenes –ahora un poco más-, pues un porcentaje nada desdeñable está pensando en adquirir la nacionalidad “paleta” de los que “huelen a ajo”, llevan todavía boina y no conocen la lengua de Shakespeare.