Guinea Ecuatorial
Xavier Montanyá (30/4/2017)
Entre 1988 y 1992, el economista e historiador Francesc Cabana, pasó largas temporadas en Guinea Ecuatorial, en calidad de asesor del Banco Mundial, para liquidar los dos bancos, uno de los cuales era el Guinextebanc. ‘Vas al peor lugar del mundo a hacer la peor trabajo del mundo’, le dijeron cuando le hicieron el encargo. Francesc Cabana ha aceptado ser entrevistado sobre aquella etapa, aunque han pasado muchos años. Recuerda con más nitidez la impresión que le causó el país y sus habitantes que los detalles concretos del trabajo que fue a hacer.

– La vuestra misión era muy clara.
Sí. Yo tenía que liquidar los dos bancos y recuperar el sistema financiero guineano que iba por tierra. ¡Aquello era un desastre! ¡La corrupción era total! Habían dado créditos a ministros, a personas vinculadas con el régimen… Mi trabajo era, por ejemplo, ir a ver al ministro de Hacienda y decirle: ‘Mire, usted debe tanto dinero, ¿qué piensa hacer?’ [Río.] Me fue bien, recuperamos algo de dinero. Seguro que cuando me fui se debía ir todo al carajo.

– ¿No tuvisteis problemas?
Un estadounidense me dijo: ‘A usted, lo matarán’, pero no tuve ningún problema. A veces ibas a hacer una visita, te hacían esperar, y llegaba un guineano con traje de camuflaje y armado con metralleta. Te miraba y se plantaba en la puerta. Y tú, t’acollonies o no t’acollonies. Con nosotros, como éramos del Banco Mundial, iban con cuidado porque los ayudábamos.

– ¿Ni el director ni los ministros de Obiang no se pusieron impedimentos?
El director, no lo conocí, pero el subdirector, sí. Era español. Un desgraciado, pobrecito. Recuerdo que un día me invitó a comer. Vinieron su mujer y la hermana de la mujer, que eran guineanas. Todo el día estuvieron jodiendo de él. Y él, como acurrucado… Hombre, ¡no jodamos!

‘Democratización significaba colgar a Obiang al primer árbol que encontraran’
¿Cómo voy hacerla, la liquidación?
Se creó una empresa para liquidar el Banco. Se decía UNIGIS. En mi consejo de administración, tenía el primer ministro, el ministro de Economía y el director de la Seguridad Nacional. Me llamó la atención que se dijera Armengol, un nombre tan catalán…

-¿Y os quiso conocer?
Sí, fui a ver. Era hermano del dictador y lo consideraban el verdugo del régimen.

– Después tuvo cuentas fraudulentas, como todos ellos, a la Banca Riggs, en EEUU.
No lo sabía… La cuestión era que él no había venido a una reunión del consejo de administración y me aconsejaron que fuera a verle. Cuando la gente pasaba por el edificio donde tenía el despacho de jefe de policía, atravesaba a la acera de enfrente. Al igual como se hacía aquí, en la Vía Layetana, durante el franquismo. El día que fui, hacía quince que habían asesinado a un español. El diálogo fue más o menos así. Yo: ‘Señor Armengol, vengo a informarle del consejo de administración que hicimos el otro día. Él: ´No sé si sabe que ha habido un asesinato. No hay muchos, pero éste lo tenemos que resolver. ‘Yo intentaba explicarle el orden del día y él repetía: ´Resolveremos el asesinato de este español. Por ahora, hemos detenido a los sospechosos habituales´.

-Y, ¿lo resolvieron?
Las detenciones de los habituales significaba reunir cuatro o diez personas que ya tenían, y darles una paliza inmensa hasta que alguien acabara diciendo que había muerto Julio César y Jesucristo.

– ¿Le voy poder explicar lo que queríais?
No tenía sentido. Me fui y no lo vi más.

Guinea Ecuatorial: Materia Reservada

– ¿Cómo llegan a Guinea Paco Roig y compañía y se hacen amigos de Obiang?
Pagando. Sobornando a Obiang y sus ministros. En estos países tienes que ir con dinero en la mano. Paco Roig consiguió de Obiang la exclusiva para importar todos los productos extranjeros, sobre todo los alimentarios. Además, lo vendía al precio que quería. Pero al final dejó de pagar y ellos perdieron mucho dinero. Él salió por piernas con Iberia. Dicen que cogió el último avión. Obiang le quería pillar. Le fue de diez minutos.

– ¿Y cómo liquidador que hicisteis?
A mí, me pidieron que, si podía, haz una instancia judicial en España; pero entonces, precisamente, hizo suspensión de pagos la empresa que él tenía aquí, que era Industrias Cárnicas Roig. Y pensé que no sacaríamos nada.

– ¿Había hecho un agujero muy grande?
Y tanto, ¡todo el capital de Suguisa, una cadena de supermercados que tenía en Guinea!

¿Suguisa fue el origen de Mercadona?
No lo creo. No tenían una relación muy estrecha los dos hermanos, creo. Pero, no sé… Yo no me quise meter porque me daba una cierta angustia.

 – ¿Cuando estabais, acudió de visita Felipe González, lo recuerde?
Sí. Hizo un discurso y dijo que le habían dicho que ese país se democratice… ¡Bah, hombre, bah!

– Eso, aunque lo dicen…
¿Quién era el tonto que le había dicho aquello? Democratización significaba colgar Obiang al primer árbol que encontraran. ¿Qué podían hacer, si no? En estos países, los dictadores deben huir corriendo, si no los matan, no?

– ¿Conoció conocer Obiang?
No lo quise conocer, aunque tuve alguna ocasión.

– ¿Por qué?
Porque era un dictador sanguinario. Son muy bestias, aquella gente. El pueblo normal, sin embargo, es encantador. Muy buena gente. Uno de los amigos que hice allí era un guineano muy educado, muy correcto, licenciado en económicas, que había estudiado aquí. Trabajaba en uno de los bancos. Cuando entré, se nos presentó un negro que hablaba catalán: ‘¿Qué dicen estos señores de Barcelona?’ Claro que establecimos una cierta relación. Este hombre, lo mataron. Se decía Andrés Malonga.

– ¿Por qué lo mataron?
Pues, mirad, por un crédito.

– ¿Y cómo?
Me explicaron el sistema, que es bastante curioso. Allí, los venenos son a la orden del día. La selva ofrece y hay gente que los conoce. El invitaron a un pastel que iban cortando. En un lado de la hoja del cuchillo había veneno. En el otro, no. Cuando cortaron su trozo le dio el corte envenenado. Tontos no lo son…

– ¿Los españoles que vivían allí tenían miedo?
Mire, un día fuimos a visitar al cónsul español en Bata. Cuando estábamos en la puerta, salieron unos perros ladrando, daban miedo… ‘No entramos, no entramos’, dijimos. Y el cónsul: ‘Sí, sí, pasen, pasen, aquí sólo atacan a los negros.’ Entramos y nada, los perros nos lamer y como si nada. Es terrible, eso, tú. Perros adiestrados exclusivamente para atacar negros.

– Se dice que en aquella época había mucha ayuda humanitaria que no llegaba al país y se desviaba para ser vendida en los países de alrededor.
Es posible… Hubo un intento de cortar las ayudas por parte del Banco Mundial. Yo les dije: ‘Hombre, por Dios, hablamos de la población, lo que necesita hacer es tener más control, pero no los cortarlas, que necesitan dinero para comer, hacer carreteras, teléfonos y modernizar el país.

Fuente: diarioutamboni.com.