Enrique Calvo Aranda, Doctor en Medicina, especialista en Reumatología.

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (31/7/2017)
6 julio de este año. Un servidor de ustedes se encontraba en ese cavilar, en esa duda, de no saber qué hacer. Se aproximaba el mediodía y sin haber desayunado. La verdad es que acababa de dejar la yacija y no tenía ganas más que de volver a ella. Buena parte de la noche anterior y la madrugada de ese día la pasé revisando los textos de un libro. El caso es que mientras me estiraba como un gato, tratando de desentumecer mi estructura ósea y me quitaba alguna que otra pitarra, enchufe la radio. Estaba conectado a Radio Nacional de España (RNE), al programa España vuelta y vuelta que dirige Manolo HH. “Hablamos del ácido úrico y de la enfermedad de la gota con el doctor Enrique Calvo Aranda”, anunciaba el locutor.

Me interesaba el tema. Con felina agilidad me lancé a la cafetera a prepararme, lo que antes era nocivo y ahora dicen que alarga la vida: un cafelito. Mientras la ´italiana´ hacia su función gota a gota, recordaba lo que me comentó en su día otro galeno, Arturo Mohino, especialista en reumatología, acerca de la gota, el ácido úrico y la Colchicina.

Mohino me contó que al otro lado –separado por un muro- de la inmensa cama donde mal dormía y murió Felipe II, a causa de la gota y de otras enfermedades, estaban varios libros capturados al Imperio Otomano (quizás en la batalla de Lepanto o antes), y en alguno de ellos se trataba de la gota y la colchicina. La argamasa, el granito u otros materiales de construcción de la época impedían el acceso a esos volúmenes. Sin embargo, el material más duro era, con seguridad, la cerrazón por las ideas foráneas, sobre todo si provenían del enemigo del momento.

Cuentan las crónicas que Felipe II murió en el Monasterio de El Escorial, tras 53 días de una agonía horrible. Carlos I de España y V de Alemania, su padre, padeció la misma enfermedad.

Mucho antes, Aristóteles había ilustrado a sus discípulos sobre la gota como una de las enfermedades más graves que padecían los perros, debido a la cual se les hinchaban las patas. Acerca de los humanos, sobre el tema que nos ocupa, que se sepa, no dijo nada. Años más tarde, en Constantinopla, en el Sacro Imperio Romano, se utilizaron extractos de una planta denominada Colchicum, con la que se preparaban enemas y laxantes curativos, por cierto con buenos resultados.

El tema que se iba a tratar en la entrevista me interesaba, y no es que padezca gota, simple curiosidad.

Tras dejar unos segundos hervir el café en la ´italiana´, cogí bolígrafo y papel y me senté junto al aparato radiofónico. Manolo HH comenzaba el programa sobre el ácido úrico y la gota, entrevistando a un joven doctor, Enrique Calvo Aranda, licenciado por la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en Reumatología. Pese a su juventud, su CV está plagado, que no infectado, de buenas calificaciones, investigaciones y experiencias hospitalarias. Y, sobre todo, del agradecimiento de sus pacientes. Acaba de doctorarse y no sería nada extraño que obtuviese Cum Laude.

El ácido úrico –dijo el doctor- es una sal que se disuelve en la sangre y que algunas personas no eliminan debidamente. La acumulación de ácido úrico en el organismo provoca la gota, una patología reumática, un mal funcionamiento de los riñones. El problema de la gota, es para este joven doctor, que los enfermos les llegan tarde a los especialistas.

Me llamó la atención que no es nada tajante en prohibiciones de ningún tipo; eso sí, recomienda mesura y templanza. No cree que la gota sea una enfermedad de reyes, como siempre se ha dicho. Los alimentos ricos en purina no son recomendables, como tampoco las bebidas azucaradas, la cerveza (con o sin alcohol), tomates, bollería industrial, etc. Recomienda mucha fruta -la cereza es excelente, dijo- y beber agua, hidratar el cuerpo, hacer deporte y evitar el sedentarismo y el sobrepeso.

Los síntomas de la gota son, entre otros, un dolor intenso en las articulaciones. El dolor en el dedo gordo del píe es un síntoma más en esta dolencia.

Es previsor en cuanto a la relación entre ácido úrico y las enfermedades cardiovasculares. La reducción de grasas y el consumo de productos desnatados son favorables, pues contribuyen a eliminar purinas. La herencia genética contribuye, indudablemente, a ser propensos a padecer gota.

No me atrevo a resumir ni a aportar más datos sobre el contenido de la entrevista, entre otras cosas porque con seguridad cometería errores de bulto. Seguro que alguno ya he cometido. Simplemente, sugiero, recomiendo, escuchar la entrevista.

Un apunte. No me extrañaría, lo he dicho antes, que este joven galeno obtenga el Cum laude en su tesis doctoral, pero habría que darle otro por su capacidad de comunicación. Su exposición es diáfana, correcta y comprensible, cualquier neófito en la gota y el ácido úrico, como es mi caso, podría entender sin dificultad lo que expone. Yo le daría por eso otro premio, el de la oratoria.

Y, ¡por Dios!, que no se vaya al extranjero, que no emigre en busca de mejores oportunidades, como miles de jóvenes españoles se han visto y se ven obligados. ¡Que se quede aquí!