Internacional
Espacios Europeos
(5/2/2018)
El acoso al gobierno bolivariano por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros países, no es nuevo. Ya en la etapa de Hugo Chávez, ese atosigamiento fue una constante que no tuvo éxito, pero fue minando la credibilidad de los éxitos sociales conseguidos. Incluso el resultado de las elecciones fue seriamente cuestionado por ese bloque de países, a pesar de que la ONU
opinaba –aunque con voz baja- la legalidad y legitimidad de los mismos.
Es curioso, como países como México, Colombia, Argentina y Honduras, por ejemplo, no reciben el mismo “tratamiento” que Venezuela. La explicación es bien sencilla, en esos países se llevan a cabo políticas genuflexas ante el poder del Imperio. No importan que en esos países se maten activistas en defensa de los derechos humanos, de las selvas amazónicas o sindicalistas que tratan de oponerse a las medidas de recortes de salarios y otros derechos. En esos países no importan que se produzca fraude electoral, ¡son amigos!, ni se mate a manifestantes que protestan en la calle.
Tampoco importa que –otro ejemplo- líderes venezolanos inviertan dinero en España para actividades inmobiliarias, cuyo origen ha sido cuestionado por algunos medios de comunicación españoles.
Por si el asunto no queda claro acerca de las intenciones de la Casa Blanca, ahora es nítido. El secretario de Estado de USA, ha afirmado que las sanciones petroleras a Venezuela tienen por objeto tratar que los venezolanos dejen de “sufrir”. Estas declaraciones las hizo Rex Tillerson el viernes pasado en Buenos Aires (Argentina), al referirse a la crisis económica, política y social en Venezuela.
Washington sopesa el impacto económico que puede tener en su economía un embrago petrolera a caracas, ya que la mayor parte del crudo de ese país lo compran empresas estadounidenses, aunque el diplomático estadounidense lo camufló así: «Uno de los aspectos de considerar sancionar el petróleo es el efecto que tendría en el pueblo venezolano, y es un paso que podría poner un rápido fin a esto», aludiendo al éxito de su campaña contra el gobierno bolivariano.
No obstante, la compra de petróleo a Venezuela por parte de Estados Unidos tuvo en el año 2017 su nivel más bajo desde 1991.
Otras opciones -según Tillerson– para dar un vuelco a la situación venezolana, están siendo estudiadas por Washington.
En el transcurso de su intervención en Buenos Aires, intervino Jorge Faurie, homólogo de Tillerson, que afirmó que las medidas económicas contra el gobierno de Nicolás Maduro no deben “dañar al pueblo venezolano», a lo que el diplomático estadounidense respondió que «no hacer nada para poner fin a esta [crisis] también es pedirle al pueblo venezolano que sufra».
De lo que o hay duda es que Estados Unidos tiene como objetivo principal en la zona, acabar como sea con el gobierno de Maduro, y una vez fracasada su “llamada” al Ejército venezolano, trata de buscar apoyos en los gobiernos hispanoamericanos.
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