España
Espacios Europeos (19/3/2018)
En el año 937, el vaticano estaba sumamente preocupado porque el general Francisco Franco fuera miembro de la Masonería, La documentación, ahora conocida, del Archivo Secreto Vaticano relativa a la etapa de la II República Española y la Guerra Civil así lo confirma.
En un artículo publicado en el digital Religión Confidencial, el periodista José Francisco Serrano, alude al libro del sacerdote e historiador, Vicente Cárcel Ortí, afirmando que en abril de 1037, “el Nuncio Apostólico en Italia, monseñor Francesco Borgongini Duca escribía la cardenal secretario de Estado del Vaticano, Eugenio Pacelli, una carta con información reservada procedente del obispo del Principado de Mónaco, monseñor Perre-Maurice-Maria Rivière, en la que sintetizaba la información que le había suministrado un alto funcionario de la masonería francesa de forma secreta y confidencial”.
En esa información se citaban una serie de nombres de personalidades que, supuestamente, pertenecían a la masonería de obediencia escocesa. Y entre ellos se citaba a Stanley Baldwin, Franklin Delano Roosevelt y al general Francisco Franco.
El Vaticano comenzó en julio de 1937 a recopilar información acerca de Franco. Y fue el General de los jesuitas, W. Ledóchowski, el que se dirigió por carta a Monseñor Pacelli pidiéndole información sobre el general Franco. En concreto, al vaticano llegaron sendos informes sobre la personalidad del general. La abundante documentación aclaró que la “religiosidad” de Franco era intachable y no parecía probable que perteneciera o hubiese pertenecido a la Masonería. Las preocupaciones de Roma debieron quedar solventadas.
Masonería
Para abundar en esta cuestión, hay que retroceder a un artículo editado en 2005 por Espacios Europeos, y firmado por E. Laframisant, que titulamos Masonería, que decía lo siguiente:
Bajo el seudónimo J. Boor, el general Francisco Franco publicó una larga serie de artículos en el diario Arriba que fueron recogidos en un libro Masonería, editado en 1952 por Gráficas Valera, S.A., sita en la calle Libertad, número 20 de Madrid. La fecha del primer artículo data del 14 de diciembre de 1946; el último 3 de mayo de 1951. Que se sepa, en la redacción de estos artículos sólo fue ayudado por el almirante Carrero Blanco, aunque según todas las fuentes consultadas la mayor parte de ellos fueron redactados por el general Franco. La Fundación Francisco Franco reeditó este libro, después de la muerte de su muerte.
La intención del libro, según su autor es “presentar al público de habla española todas aquellas cuestiones que ponen mejor de relieve lo que fue la Masonería en España, sus medios tenebrosos y sus fines, no por inconfesables menos conocidos; odio a la Iglesia y a la España tradicional. Por primera vez se afrontan clara y abiertamente mil sucesos, hábilmente modificados por una época historiográfica de tinte marcadamente liberal y masónico. Es un libro del que ya nadie podrá prescindir, en cuanto que quiere conocer las causas principales de la decadencia española debida a la enemiga de la famosa secta”.
Como argumento para la publicación del libro se afirma que: “surge como una defensa de la Patria” y “ninguna más eficaz que desentrañar y hacer pública las actividades de esa secreta institución y sus fines conocidos: odio a Roma y a España y sus hechos inconfesables”.
Para el autor “La Masonería es uno de los secretos menos investigados de la Edad Moderna. Es uno de sus más repugnantes misterios”. La considera como “un producto inglés al modo como el comunismo lo es ruso”. Fue, asimismo, la “activa separadora de nuestro Imperio; nadie puede negarlo. Ella fue quien logró la expulsión de los Jesuitas, uno de los hechos que causaron más daño a nuestra América. Ella, quien llevó la guerra a nuestras colonias. Quien convirtió a nuestro Siglo XIX en un rosario de revoluciones y de contiendas civiles.”
En sus ataques a la Masonería, J. Boor, se remonta a Felipe Wharton al que considera “uno de los hombres más pervertidos de su siglo, que fundó la primera logia en España”, pasando por la influencia que tuvo en los “afrancesados”, el derribo de Maura y, también, de la Monarquía. Y, finalmente, quien “se debate rabiosa ante nuestro gesto actual de libre independencia”.
Como resumen y justificación da una serie de argumentos para interesar al lector J. Boor, alude a que “todo esto es lo que se demuestra en estas páginas, el que quiera conocer cuanta maldad, qué perversos planes, qué odiosos medios utiliza la Masonería que lea estas páginas. El que quiera encontrar las pruebas del pro qué España acusa a la Masonería y la expulsa de su seno, que compulse este libro. Que después de leído, si lo hace atentamente, no puede quitarnos la razón.”
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