Sin Acritud…
Ángel Luis Martín (7/8/2024)
Bartolomé de Las Casas estuvo relacionado con América desde su infancia: su padre participa en el segundo viaje de Cristóbal Colón.
En 1498 ya es sacerdote, tras su experiencia militar en la sublevación de los moriscos, y toma rumbo a América, junto a su padre, en 1502.
Arriba a Santo Domingo, en el momento de una insurrección de los indígenas.
En 1506, luego de un viaje a Roma, vuelve a La Española, actual Haití y República Dominicana, habiéndole sido concedida por el almirante don Diego Colón, el dominio de una tierra con repartimiento de indígenas.
Renuncia a su repartimiento en 1515 e inicia una labor en favor de los nativos, presentando cuatro memoriales a Francisco Jiménez de Cisneros, cardenal y figura histórica importante.
Los comisionados concluyen lo siguiente: los “indios” han de permanecer en las encomiendas siempre que se respeten las Leyes de Burgos y Valladolid, en cuanto al buen trato a los nativos.
Las Casas, decepcionado por haber prevalecido los intereses de los encomenderos, regresa a España.
La población nativa del Caribe, acabaría extinguiéndose en poco tiempo, debido en gran parte a las enfermedades que habían llegado de Europa.
En 1514, la Corona castellana concede licencia para que los españoles de las Indias, puedan casarse legalmente con indígenas. Las situaciones de unión eran habituales desde los inicios: la Conquista se realiza por un componente muy mayoritariamente masculino y el concubinato con indígenas, extendido y frecuente.
Generalmente, los españoles reconocerán a sus hijos, fruto de estas relaciones, y sus mujeres nativas tendrán el reconocimiento social.
La Corona, legaliza por medio del matrimonio, lo existente de hecho; refrenda una de las características esenciales y notorias del dominio español en América y totalmente ajeno a otras colonizaciones como la británica: el mestizaje.
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