Mi Columna
Eugenio Pordomingo (7/5/2010)zapatero-y-rajoy
Ayer se reunieron el Presidente del Gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero, y Mariano Rajoy,  líder del Partido Popular. Curioso apelativo el de líder o jefe de la oposición,  que Manuel Fraga Iribarne obtuvo de Felipe González cuando éste dirigía los designios de España.

Los medios de comunicación -como si no hubiera otros asuntos de los que ocuparse- se dedicaron a calentar el ambiente preliminar a la reunión entre los dos líderes. Puntual llegó Rajoy a La Moncloa. Largo, apretón de manos entre los dos, mientras los fotógrafos se hartaban de plasmar ese momento. Tras unos risueños gestos mostrándonos su bien cuidada dentadura, los dos entraron en Palacio, la jaula de Sonsoles, la mujer de Zapatero.

Cuentan las crónicas que en una habitación aneja había preparado sendos atriles, pensando que al término de la reunión los dos líderes asistirían juntos a la rueda de prensa preparada al efecto. ¡Habemus Papa! ¡Habemus acuerdo!

Al finalizar la reunión -con agilidad de gacela- los dos atriles desaparecieron. Habló Rajoy y después Zapatero. En apariencia no hubo acuerdo. Cada uno a lo suyo.

Pero, yo creo que si hubo acuerdo. Los dos líderes han acordado que todo siga igual, Al menos no se produjo desacuerdo en lo fundamental. Los intereses son los mismos.

Y ¿por qué pienso eso?

Pues, simplemente, por esto:

No acordaron reducir las subvenciones a los partidos políticos. No han acordado eliminar las muchas subvenciones y ayudas que reciben los dos grandes sindicatos (UGT y CC. OO.), además de la patronal CEOE. No han acordado eliminar las subvenciones a las fundaciones de Leire Pajín, Club Madrid de Felipe González, Alternativas de  Nicolás Sartorius, MPDL de Francisca Sauquillo, Fundación Ideas del ex ministro Jesús Caldera… Por supuesto, tampoco hubo acuerdo en dejar de seguir ayudando a las fundaciones políticas de todos los partidos políticos.

No se produjo acuerdo tampoco en terminar con el derroche de las comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos.

Asimismo, no hubo acuerdo en que la justicia metiese mano, lo más rápidamente posible,  en los numerosos y escabrosos  casos de corrupción en los que compañeros de partido andan envueltos. Tampoco hubo acuerdo en abandonar la intromisión en los asuntos de jueces y fiscales; como tampoco lo hubo en despolitizar el Tribunal Constitucional, CGPJ y otras instituciones.

Los dos líderes no llegaron a un acuerdo en que las SICAV (Sociedades Anónimas de Inversión Variable), acogidas a la legislación específica de Instituciones de Inversión Colectiva, dejen de gozar de importantes desgravaciones fiscales. En la misma línea, no se produjo acuerdo en despolitizar también a las Cajas de Ahorros, importante balón de oxigeno financiero y de colocación de amigos y militantes, cuando no de otorgar créditos a empresas afines.

No hubo acuerdo en que en los 8.111 pueblos españoles, sus correspondientes 8.111 alcaldes y algo más de 56.000 concejales, dejen de percibir los salarios y gabelas que perciben.

Si no hubo acuerdo en terminar con todo esto, es que hubo acuerdo. ¿De acuerdo?