España
Diego Camacho (27/1/2014)
Rajoy no ha dejado de asombrar a propios y extraños durante esta última semana. Es la ventaja que tienen aquellos que están acostumbrados a dormitar en el desempeño de sus responsabilidades, cuando de pronto se despiertan nadie les está esperando y así consiguen la sorpresa y el titular.
Su primera aparición fue en la entrevista televisiva que le hizo Gloria Lomana. La periodista que comenzó formulándole preguntas incisivas, falló al no profundizar en el tema. Las respuestas improcedentes del Presidente, en relación con la Infanta Cristina, le dejaban un campo informativo que no supo o no quiso aprovechar. No es de recibo que el Presidente del Consejo de Ministros, que previamente ha incumplido su programa electoral para controlar más la justicia y que además manda sobre la Fiscalía General, afirme rotundamente “estoy absolutamente convencido de que a la Infanta le ira bien”.
Después vendría el espectáculo ofrecido, en sede judicial, de los tres inspectores de Hacienda que defienden que las facturas ficticias del tinglado de la Infanta, no corresponden a ningún servicio, sean deducibles. De los tres inspectores hay que señalar que el varón tiene una vinculación profesional anterior con un miembro del despacho de Roca, abogado áulico de la hija del Rey, y que al menos una de las inspectoras es la que mantiene dormido el dossier fiscal de la familia Pujol.
Es lógico que con esos mimbres Rajoy considere que “… le ira bien”. No hay que olvidar que puestas las cosas así, el asunto Gürtel y la financiación ilegal del PP serán también una simple anécdota. El Presidente, vía Cristina, busca la exculpación generalizada de todos los corruptos que le acompañan y rodean, pues el entramado es generalizado, y hacer cumplir la ley sería incompatible con el mantenimiento del sistema y por ende del régimen político.
La segunda aparición de Rajoy ha tenido lugar en Barcelona, en la clausura del congreso de su partido. Ha sido la primera vez que le he visto contundente en un asunto importante como es la secesión de Cataluña. Sostiene que “no se celebrará ese referéndum ilegal”. Uno no sabe si a Rajoy le molesta más lo de ilegal o lo del referéndum, ya era hora y mejor tarde que nunca. No obstante, es tan largo el recorrido del Presidente en incumplir sus promesas que su aserto aunque sorprende impresiona poco, al que menos a su homólogo de la Generalidad. Si quiere ser creíble debe comenzar por hacer cumplir la ley y las sentencias del Tribunal Supremo en Cataluña; porque si no habrá que tomárselo como fuegos de artificio electoral, sobre todo en un momento en el que votantes del PP se orientan a Vox, el partido encabezado por Ortega Lara y Santiago Abascal.