Mi Columna
Eugenio Pordomingo (13/5/2005)
A estas alturas ya nadie pone en duda que en Irak no había “armas de destrucción masiva”, ni se puede poner en duda que el verdadero motivo de la guerra -más bien ataque cruel, desproporcionado y despiadado- eran los ricos yacimientos de petróleo de Irak.
La cuna del rey Asurbanipal, aquel monarca culto y guerrero, que poseía una de las bibliotecas más importantes de la época y que elaboró uno de los primeros diccionarios del mundo, está ahora asolada y al borde de una guerra civil.
Con toda seguridad, el actual Gendarme, el Emperador, el Zar de todos los mundos mundiales, no se habrá enterado de las declaraciones que hace ya varios meses hizo en España su compatriota Sean Penn. Entre otras cosas, George Bush, no habrá tenido conocimiento de ello porque con seguridad no lee la prensa de la vieja Europa, y menos la española, ahora que no quiere dar la mano a Zapatero. Además, el pobre de George, no tiene tiempo para ocuparse de esas minucias, pues anda entretenido tratando de ocultar a sus conciudadanos lo que la CIA y los reiterados informes del Senado le afirman una y mil veces, que Sadam Hussein no tenía armas de destrucción masiva. Y ahora, encima resulta que la prestigiosa ONG norteamericana Human Rights Watch denuncia que en Egipto se torturaba “a la carta”, por encargo de los EE.UU. Vamos, una especie de subcontrata torturadora. Es como cuando una de las constructoras de Florentino Pérez contrata a otras más pequeñas para evitar al fisco o las inspecciones laborales.
Los chicos de la Agencia le recuerdan al Jefe, a Bush, que él si que tiene ese tipo de armas; y que Francia, Rusia, Gran Bretaña, China y Corea, por no hablar de Israel, la India o Pakistán, también poseen “armas de destrucción masiva”, y en cantidad. También le recuerdan sus muchachos, entre galletita y galletita, que Irak era su gran aliado cuando le encargaron la misión de masacrar a kurdos e iraníes. Misión que Hussein cumplió a rajatabla, con el beneplácito de las potencias occidentales. Pero, claro, eran otros tiempos…
Pero no seamos inocentes, el que Sadam no tuviera ese tipo de armas no quiere decir que por su mente no pasara fabricarlas y utilizarlas a diestro y siniestro. Y eso sí que es un delito. ¡Manda carajo! Cómo se puede tener el cerebro tan sucio, tan embadurnado de porquería, para estar pensando en armarse hasta los dientes para machacar al prójimo.
Menos mal que contamos en Occidente y en Norteamérica con ilustres jurisconsultos y expertos psicólogos -sin excluir a los pelotas de los mass media- que nos ilustran y alertan sobre los llamados actos volitivos, aquellos que están en la voluntad de las personas. O sea, tal y como nos ilustraba el catecismo Ripalda: pensar en hacer mal, aunque no se lleve a la práctica esa maldad pensada, es pecado.
Y yo me pregunto, ¿quién no ha deseado que ese tipejo que nos adelantó con un potente Audi 8 o un Mercedes, mofándose de nosotros, no se de un tortazo? ¿Quién no ha deseado una maldad, aunque sea pequeñita a algún jefe o compañero de Facultad o trabajo? Acaso van a negar la cantidad de veces que han deseado o apetecido cosas o situaciones, como… Bueno, vale, corramos un tupido velo. No sigamos.
Pues sepan, por si lo desconocen, que todos esos pensamientos soeces, agresivos, impuros o cargados de mala intención, son pecado. Sólo con haberlos deseado es como si los hubieran ejecutado. Si por pudor, timidez o miedo a posibles represalias no han osado, no se han atrevido a llevar esos pensamientos a sus últimas consecuencias, es lo mismo. Ustedes están condenados. ¡Hala, a Guantánamo o a Egipto!.
Pero, sigamos con la psicología de los actos volitivos, o sea los de la voluntad. Se han dado cuenta que Sean Penn entra en el juego de competir con George para ver quién es más patriota; no para ver quién es más demócrata, más honrado, más religioso, más creativo… No, no, la competición va por lo de patriota, sin especificar
El pobre Sean, con tanto foco y tanta estrella del celuloide, no ha reparado que ha caído en la trampa, en el juego de los poderosos. Ser patriota hoy es defender el Dólar y atacar al Euro; seguir las directrices del tío Sam; defender eso de la guerra preventiva; machacar al moro y al espalda mojada; considerar terroristas a todos los que defienden el suelo patrio y están en contra de que otros les invadan. ¡No es eso! ¡No es eso! ; como dijo nuestro querido José Ortega y Gasset.