José Manuel G. Torga (25/2/2010)torga1
En 1967 fueron elegidos procuradores en Cortes de representación familiar en las diversas provincias españolas. Varios de ellos quisieron coordinar su actuación legislativa y, con tal fin, celebraron reuniones en diversas ciudades. Esto motivó que se les aplicara el calificativo de trashumantes.

La primera reunión, en la que participaron 17 de aquellos procuradores en Cortes, tuvo lugar en Pamplona. Siguieron otras citas en Salamanca, Valladolid – el entrevistador concurrió allí-  Madrid, Zaragoza y Barcelona.

Ceuta constituyó el final de aquella experiencia. A la llegada, pasado el Estrecho, los procuradores trashumantes se encontraron con la desagradable sorpresa de una orden gubernativa que prohibía  la reunión. Las gestiones realizadas para evitar tal imposición no tuvieron éxito.

Y una curiosidad aparte, mirando atrás desde este año 2010. Juan Manuel Fanjul Sedeño vivía en la calle Hermanos Bécquer, número 6. Compartía edificio, por tanto,  con el almirante Carrero Blanco y con los marqueses de Villaverde. Allí pasaría sus últimos tiempos la viuda de Franco, después de dejar el Palacio de El Pardo.

Pero recuperamos el curso de la entrevista, cortada al final de la 1ª parte.

– Cuando usted, por su iniciativa monárquica, fue destituido como Consejero Nacional, en 1943 ¿le constaba quién había tomado esa determinación?
 Yo lo más que sé es que el oficio que la comunicaba, y que conservo, estaba firmado por Arrese, que era entonces el Secretario General del Movimiento.

– ¿Cómo ve todo aquello desde la perspectiva de los últimos acontecimientos  monárquicos?
Acláreme más, por favor, la pregunta.

– Con mucho gusto. Pretendo que me diga  si piensa que el tiempo le ha dado la razón
Creo que el tiempo, en parte, me ha dado la razón, y en parte, me la ha quitado. Me la ha dado en cuanto a la evolución hacia la monarquía. Y me la quitó en cuanto que el Régimen demostró vigor y habilidad suficientes para sortear las tormentas de la postguerra sin aplicar entonces la solución que yo propugnaba como indispensable.

Corrupción o ineficacia
– Usted  viene patrocinando la idea de la aclimatación en España del Ombudsman. ¿Cuál considera que es el grado de corrupción en nuestra maquinaria administrativa?
Muy pequeño. Creo que esto no constituye un problema en España. Puede haberlo  en algunos focos, pero no lo considero extendido ni creo que lo ha estado nunca. Hubo algo más en los años 40, con motivo de las escaseces, que siempre generan actitudes de aprovechamiento. Fuera de esto, el problema  es más de eficacia administrativa que de corrupción administrativa. Hay que tener en cuenta que la Administración española muchas veces se rinde a la amistad, pero casi nunca a la corrupción.

– Otra cuestión a analizar: el pluriempleo político
Lo considero dañoso. El problema ddon-juan-y-juan-carlose las incompatibilidades administrativas y administrativo-políticas es un tema fundamental y hay que hincarle el diente con decisión y valentía, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. A mí, la ley de incompatibilidades bancarias me ha cogido, y estoy feliz. Y si otra me cogiera  más, lo daría por bueno, siempre que fuera beneficiosa para la comunidad social.

– Sus contactos positivos con gente joven, como la que le ayudó para ganar las elecciones ¿le han hecho concebir la idea de que pueda ser, de alguna manera, un hombre puente hacia las nuevas generaciones?
Yo no me considero nada, porque no me creo pieza importante de nada; pero mi manera de ser, optimista, juvenil, hace que pueda estar  cerca de las promociones jóvenes.

– Con vistas al relevo generacional ¿no ve un posible problema de ruptura?
Ese problema lo vemos todos. Lo estamos tocando y es, para mí, de los más graves y urgentes que tenemos. Pero no sólo a escala española, sino europea. Hemos estado viviendo unos años a base de gente de la postguerra del 14-18. En España opino que hay que dar un bajón de diez o doce años a la mayoría de los cargos importantes de la Administración. Hay que bajar todo el termómetro de edades de la política española.

Trashumantes
– Dentro del ámbito de las Cortes Españolas  ¿qué futuro le augura al grupo trashumante?
Pienso que seguirá reuniéndose, pero cada vez con menos fuerza. Sin embargo lo que empieza a aparecer en las Cortes son las tendencias ideológicas, que primarán sobre el origen de los procuradores. Empiezan a imponerse,  y antes de que termine esta legislatura, habrá unos grupos ideológicos que tengan más fuerza que los de los distintos estamentos.

– Hay dos «affaires» retrospectivos, pero que no han quedado olvidados: lo de Ceuta y las multas a procuradores
Lo de Ceuta fue una conjunción de errores de las personas que intervinieron. Hubo errores de las autoridades de Ceuta, del procurador de Ceuta, del Ministro de la Gobernación y del Presidente de las Cortes. Bueno, errores…faltas de acierto. Yo lo viví muy de cerca y no entiendo cómo se pudo producir aquello. Lo de las multas  es un problema muy complejo  desde el punto de vista jurídico-parlamentario. Yo creo que el procurador, fuera de las Cortes, debe estar  a merced de las sanciones gubernativas; pero he propuesto, y no me han hecho caso, que en estas situaciones, deben ser conocidas y aprobadas por la Comisión Permanente de las Cortes. Si interviene en los suplicatorios, parece también lógico que intervenga en estos hechos de menor entidad.

– Usted ha llevado la voz cantante  en el planteamiento, oficial y público, de las reivindicaciones de los funcionarios depurados por motivos políticos. ¿Cuáles fueron las razones que le animaron a batallar por este asunto?
Me enamoré del tema porque pensé que reunía una serie de virtudes: mayor unidad entre los españoles, sentido cristiano, y atribución de unos derechos pasivos a  familias  que los necesitan. Me parece absurdo que queden ahí unos tres mil casos pendientes de resolver cuando se habla tanto de unidad. Y pensé que abanderando esta idea yo, a quién la Guerra Civil hizo tanto daño, resultaría evidente que no tenía un sentido revanchista sino de unidad y cristianismo.

fanjul1Después de ver cómo ha evolucionado, sin llegar a una solución, pasados bastantes meses ¿tiene la sensación de que ha tropezado con algún escollo de fondo?
No. Yo creo que hay un inconveniente puramente financiero. Un problema de recursos. Porque  no olvide que sólo he sacado el caso de los funcionarios civiles y no el de los militares, que podía tener otras implicaciones más delicadas.

Franco designa heredero
– Una pregunta que me parece indispensable hacerle, dado que usted perteneció al Consejo Privado de don Juan y, sin embargo, votó «sí» a la designación de don Juan Carlos como sucesor de Franco a título de rey: ¿cuál es su filosofía acerca de este desenlace sucesorio, ya decidido?
Personalmente he mantenido siempre la fórmula del empalme directo a través de la legitimidad dinástica, y por tanto, la preferencia del jefe de la Casa Real española. Ahora bien, la Historia no es una novela donde los personajes se muevan a gusto del autor, sino que las personas, las circunstancias, las posibilidades, las oportunidades, dominan sobre el deseo del autor o del espectador. Tal como se han planteado las cosas, me pareció que había que buscar el camino más corto hacia la solución y que, por tanto, había que adherirse a la fórmula propuesta por Franco. Esta representa una tranquilidad de futuro, garantiza un empalme más suave hacia las aperturas políticas ulteriores, y no nos salimos ni de la monarquía ni de la Casa Real española. Quizá la habilidad de la fórmula estriba en que, sin satisfacer plenamente a nadie, ha sido aceptada por todos.

– Pero los monárquicos decían siempre que la esencia de la monarquía era la línea dinástica
Evidente. Por eso he señalado aquella reserva que, para mí, tiene la fórmula. Sin embargo, en la figura de don Juan Carlos se vuelve a empalmar con el concepto hereditario.

– Al disolver su Consejo Privado ¿don Juan desligó a todos cuantos lo componían de la lealtad hacia él?
Sí. Exacto.

–  De cara al futuro ¿sus aspiraciones políticas están circunscritas a funciones representativas o a otro tipo de cargos?
 Me gustan más los puestos representativos. Pero eso no quita para que si, en un momento determinado, me fuera ofrecido un puesto ejecutivo a tono con mis aptitudes -me preocupa servir, no ser- aceptara. La función representativa me permite, por otro lado, seguir con la profesión de abogado, que es mi gran amor. Yo, fundamentalmente, soy abogado. Ocurre que la abogacía da una esgrima que en política es buena. Por eso, aparte del conocimiento de la ley, hay tantos abogados en la política. De ahí también el hecho de que mi padre, que era abogado y militar de Estado Mayor, con la formación del jurista y del estratega, se llevara de calle las elecciones en Cuenca.

Grupos dispares
– A usted se le considera partícipe o, al menos, compatible con grupos dispares y hasta antagónicos, en los que destacan falangistas, monárquicos y personas de diverso signo político que son miembros del Opus Dei ¿qué es lo que le permite estar a caballo entre todos?
Hay una verdad, y es que yo me llevo bien con todo el mundo. No soy intransigente, no soy violento, ni soy extremista. Tengo una capacidad de tolerancia, derivada tal vez de la misma formación jurídica. Incluso también, el hecho de que en la Guerra pasé tanto, sufrí tanto, que siempre me inclino hacia el camino en donde haya menos dureza y más entendimiento. También influye la realidad de mi absoluta independencia, porque en independencia soy casi un rebelde, y esto inspira confianza a los distintos grupos.

– ¿Se muestra partidario de aceptar a grupos de la oposición en el juego político?
Lo considero necesario, y creo que sería un acierto fundamental.

– ¿investidura-de-don-juan-carlosHasta qué gama?
El problema hoy día no está en las ideologías, sino en la conducta, los estilos, y el juego limpio. No pongo límite a las ideologías -salvo los marxismos de las internacionales- pero sí a las conductas y a la honestidad en el juego. Me repugna más una persona ideológicamente próxima a mí, cuya actitud en el desarrollo de la realidad política no sea digna, que un hombre muy alejado ideológicamente, pero que en todo su comportamiento demostrara ser un hombre de bien.

– ¿Qué opina de las peticiones de amnistía para presos políticos y sindicales que vienen produciéndose últimamente?
Veo ahora en la Prensa, con mucha frecuencia, esta petición de amnistía; pero no acierto a comprender su razón de oportunidad o su justificación filosófica. Cuando una y otra se aclaren y circunstancialmente se motiven, seguramente estaré a favor…

Nota del autor:
Franco
nombraba por entonces Príncipe de España y heredero en la Jefatura del Estado a título de Rey a Juan Carlos de Borbón; pero el futuro era tan inescrutable como  siempre.
Este periodista, redactor-jefe en un periódico, se planteó hacer una serie de entrevistas, destinadas a un libro que cabría denominar de domingo, como se suele calificar a ciertos pintores que sólo disponen para el arte de los días no laborables.
Aplazada la publicación por circunstancias particulares del momento, se perdieron luego las carpetas con los originales. 40 años después, haciendo limpia en dos casas y un garaje, he dado con varias de aquellas entrevistas. Algunos personajes siguen en candelero, otros viven más retirados y no faltan los que pasaron a mejor vida. Pero, con unos trazos introductorios nuevos, los diálogos mantienen un interés, leídos con la perspectiva del tiempo transcurrido. Así fuimos y así dialogamos.