Reportajes
José Manuel González Torga (8/3/2011)humberto-delgado
La noticia del asesinato del general portugués Humberto Delgado -destacado opositor al régimen de Oliveira Salazar– al ser hallado el cadáver de aquél cerca de la localidad extremeña de Villanueva del Fresno, se produjo cuando quien firma este artículo trabajaba en Badajoz como redactor del diario Hoy.

El descubrimiento de aquel cadáver, así como el de una mujer, en las proximidades – inicialmente sin la identificación de ambos- llegó en  un texto manuscrito, enviado por correo ordinario, y remitido por el autor de la escueta información, el corresponsal local del periódico. El correspondiente  sobre pasaba, en la Redacción, a quien estaba encargado de las  informaciones de los pueblos de la provincia, que entonces era el también redactor Fernando Sánchez Sampedro.

En tales condiciones aquel suceso no fue valorado, en principio, como especialmente  noticiable. La reacción  cambió cuando se supo que movilizaba a enviados especiales de medios informativos españoles y extranjeros, precedidos de rumores sobre la posible identidad de quienes pudieran haber sido víctimas de un atentado político: el general Humberto Delgado y su secretaria brasileña, Arajaryr Campos.

Este articulista llevaba en Hoy unos cuatro años y había pasado por diversos cometidos redaccionales. Por entonces desempeñaba el puesto  de confeccionador en platina, al que se llegaba después de tener cierta experiencia, ya que requería situar en las páginas todos las contenidos del día, con la rapidez necesaria para comenzar la tirada a tiempo y no perder los correos. En todo caso se terminaba la jornada de madrugada y era un trabajo absorbente. No me permitió, pues,  hacer información directamente del caso Humberto Delgado, si bien lo seguí con interés y, desde entonces, nunca dejé de estar atento a las novedades que surgieran relacionadas con el mismo.

Sí  pude comprobar, entonces mismo, algunas realidades luego discutidas. Uno de aquellos días, cuando estaba despachando con el director, Herminio Pinilla, él recibió una llamada telefónica, desde Madrid, del  director general de Prensa, Manuel Jiménez Quílez, el cual le transmitía que, por parte del Ministerio de Información y Turismo, no había interés restrictivo sobre la información relativa al tema.

El director de Hoy le comentó, a su vez, que, en cambio, sí lo había por parte del Ministerio de la Gobernación porque a él le presionaba en tal sentido el gobernador civil; y a quien tenía más cerca era a Francisco Santolalla de Lacalle, el Poncio por aquellas calendas. Lo que quedaba claro era que los ministerios  de la Gobernación y de Información y Turismo, encabezados, respectivamente, por el teniente general Camilo Alonso Vega y por Manuel Fraga Iribarne, no veían las cosas de la misma manera.

Brillante hoja de servicios
¿Cuál era la trayectoria del hombre que daba nombre al resonante caso, movilizador del Periodismo internacional?

Humberto da Silva Delgado, nacido en 1906, había sido, en principio, un militar, con una muy brillante hoja de servicios. Número1 de su promoción como oficial de Artillería, efectúa los cursos de rigor y para pasar a la Aviación y es el primero del Ejército del Aire en acceder al Estado Mayor, tras haber establecido, además,  el record de vuelo nacional. Salazarista militante durante años, ocupa cargos en organizaciones propias del régimen, como la Legión Portuguesa y las Mocedades Portuguesas.

Profesor de la Escuela del Alto Estado Mayor, actúa también en otros terrenos: así figura como fundador de la TAP (Transportes Aéreos Portugueses) y es diputado en la Cámara corporativa, por los años 1951-1952, integrado, en razón de  su profesión en la sección de Defensa Nacional. Escribe, por otra parte,  obras militares y también literarias, da conferencias y publica artículos.

En 1952 es nombrado agregado militar y aeronáutico en la Embajada de Portugal en Washington, así como representante de su país en la OTAN. Un lustro de vida diplomática en Estados Unidos le hace perder su fe en la dictadura del Estado corporativo de Oliveira Salazar, y, cuando retorna a Lisboa para ser director general de Aeronáutica Civil, vuelve imbuido de teorías de la democracia estadounidense.

Nueva etapa de lucha
Su nuevo papel público queda a la vista de todos cuando concurre a las elecciones presidenciales de 1958, como candidato unitario de la oposición. Máxime al concretar la promesa, si era elegido, de destituir a Oliveira Salazar como jefe del Gobierno. Se le recoasesinato-de-humberto-delgadonoce un 25% de los votos escrutados, aunque queda la sospecha de pucherazo. A renglón seguido resultó cesado del cargo que ostentaba y no aceptó un nuevo destino en Canadá, para alejarle de Portugal. Terminó buscando asilo político en la Embajada de Brasil para luego marchar al Nuevo Continente a iniciar acciones de lucha.

El gran aldabonazo internacional  sería el golpe de mano por el cual Henrique Galvão, en 1961, con un grupo de 23 exiliados portugueses y españoles secuestró, en alta mar, el trasatlántico luso «Santa María». En principio Humberto Delgado patrocinaba aquella operación de piratería, si bien luego terminó desmarcándose.

Al inicio de 1962, el plan de asalto al cuartel de la localidad portuguesa de Beja, como detonante de un intento de insurrección, resulta algo en tono menor pese a que el general Delgado había entrado clandestinamente en Portugal para, eventualmente, capitalizar la explotación del éxito. Pasó por Sevilla y se vio con el profesor Manuel Giménez Fernández, democristiano de tinte social, ex ministro de la II República y discretamente tenido en cuenta por la Brigada Político-Social.

Ideario convertido en testamento
¿Cuál era la definición ideológico-política de Humberto Delgado? Presentó algunos bandazos; pero podemos conocer cómo se expresaba  al respecto en una entrevista periodística, pactada en condiciones especiales, en vísperas de su viaje fatal a España. La logró, en Tánger, José María Gómez-Salomé, a través de un amigo suyo y hombre de confianza de Delgado en el Frente Ibérico de Liberación.

El texto de aquella entrevista no llegó a publicarse en el diario español Ya hasta diez años después; pero, en definitiva, supone el testimonio final de algo que se convirtió en involuntario legado de un ideario político de acción.

«Mire: comunista no soy, desde luego -declaraba- pero me aliaría con los comunistas, y hasta con el propio diablo, con tal de acabar con la dictadura salazarista. ¿Fascista yo? No, señor; lo diga quien lo diga. Soy militar y me gusta la disciplina y el orden legal, pero me repugna el abuso de poder. No hay institución que se parezca más al comunismo puro que la milicia…o las órdenes religiosas. Ambas exigen espíritu de obediencia y de renuncia, de pobreza y de sacrificio. Pero cuando entra en los cuarteles y en los conventos la cizaña de otras ambiciones, entonces se bastardean los objetivos y se malogran los frutos que para la sociedad pueden dar los militares y los religiosos. No, no soy fascista. Pienso como un socialista que todavía cree en Dios. Sí; hace veinticinco años serví con fidelidad a Oliveira Salazar, pero fue porque las circunstancias eran distintas, dentro y fuera de mí. Entonces yo no había entrado en contacto físico con la democracia ni sabía lo que en verdad ocurría en tierras africanas. Además, el hombre está sujeto a ciclos biológicos y a ciclos políticos. Uno de los derechos más sagrados de nuestra condición de hombres es el derecho a aprender y corregirnos para mejorar».

A la pregunta sobre qué papel jugarían en Portugal los militares  llegado el cambio de régimen, sus previsiones iban por los derroteros que plasmaba así: «No me importa lo que piensen los demócratas sino lo que sienten los portugueses, que son los que llevan un cuarto de siglo sufriendo la dictadura, sin que los demócratas europeos o americanos muevan un dedo para devolvernos la libertad. Desde el poder, una vez derribado Salazar, pediremos a todo el mundo que nos ayude, sean quienes sean. Pero la experiencia nos enseña que sólo el Ejército puede derrocar un régimen apoyado en la fuerza de las armas y en la represión policíaca. El pueblo, una vez rotas las cadenas, será como otro ejército popular, no antes. Los discursos desde fuera sirven tan poco como si hoy quisiéramos utilizar las trompetas de Jericó. ¿Acaso fueron los partidos políticos los que acabaron con el nazismo de Hitler  o con el fascismo de Mussolini?».

Trampa urdida por la PIDE
Una complicada estratagema, tejida por la torva P.I.D.E. (Policía Internacional y de Defensa del Estado), hace que Humberto Delgado deje su sede de operaciones en el 118 Boulevard Salah Bonakouir para llegar a Badajoz el 12 de febrero de 1965. Sigue un itinerario por Marruecos, pasa a la ciudad española de Ceuta y, desde allí, en el barco de la Transmediterránea, arriba  a Algeciras, con su secretaria brasileña. Luego, un taxi les acerca a Sevilla, donde intentan pasar por turistas. Sin embargo, un mensaje en clave llega a las oficinas de la PIDE en Lisboa: «Aquí Sevilla: el equipaje llegó bien». Están estrechamente controlados.

el-caso-humberto-delgadoEn Badajoz, el líder de la oposición portuguesa y Arajaryr Campos entran por separado en el Hotel Simancas. Él queda registrado  como «Lourenço Ibañez«,  de profesión comerciante, con pasaporte argelino. Ella, con su pasaporte brasileño auténtico, como secretaria.

Que el general Humberto Delgado utilizaba el nombre supuesto de Lorenzo Ibáñez era sabido por los policías de numerosos países y, desde luego, por la española. ¿Cómo cabe explicarse entonces la facilidad con que viajaba, dejaba rastros en alojamientos y contactaba con personalidades tan notorias como Giménez Fernández, pese a sus acciones opositoras, no sólo contra el régimen bienquisto de Portugal sino, incluso, con organizaciones de alcance ibérico?

Cuando, tras caer en la celada urdida por la PIDE, el hallazgo de los cadáveres del general y de su secretaría, es conocido por el mundo, en abril de 1965, en Badajoz se rumorea que Delgado había participado en la Guerra Civil española del lado de Franco, con los «Viriatos» portugueses. El detalle concreto no lo he visto confirmado; pero en el libro «Asesinato de un héroe, General Humberto Delgado», de Mariano Robles (abogado) y José Antonio Novais (periodista), figuran estas referencias sobre el militar luso: <<Al frente de una delegación de la «Legión» [Portuguesa] visitó, invitado por el Gobierno de Burgos, la zona de España que entonces controlaban las tropas del General Franco >>; y, un poco más adelante, leemos: «posee la medalla del mérito militar, de España, con distintivo rojo».

Sumario español
El sumario por el caso Humberto Delgado fue incoado por el juez especial José María Crespo Márquez quien, contra viento y marea, actúa con notoria independencia.

Cabe destacar, igualmente, la intervención en las investigaciones del policía Antonio Viqueira, a quien un conocido cronista de sucesos de la época comparaba con Sherlock Holmes.

El tema cuenta con una cierta bibliografía de la que forma parte  el libro antes citado. Por cierto, con el abogado Mariano Robles Romero-Robledo, que actuó en el proceso desarrollado en España, colaboró el también letrado Jaime Cortezo Velázquez-Duro; este último, en 1991, resultaría víctima de un oscuro asesinato, nunca aclarado. Mario Soares era el abogado de la familia Delgado, en Portugal.

Como escritor, quien ha trabajado más a fondo y con mayor brillantez sobre el tema es el profesor Juan Carlos Jiménez Redondo, autor de dos tomos complementarios: «El caso Humberto Delgado. Sumario del proceso penal español» y «El otro caso Humberto Delgado. Archivos policiales y de información». El impulso editorial corresponde al Gabinete de Iniciativas Transfronterizas de la Junta de Extremadura.

Así pues la verdad judicial queda reflejada en esas obras, a las que procede acudir para un conocimiento cabal del tema.

El juez Crespo Márquez llegó hasta donde le fue posible, sin obtener la colaboración de las autoridades portuguesas del momento. Inculpó, pese a todo, a diversos participantes en la trama que atrajo al general Delgado a tierras de Badajoz, donde supuestamente habría de entrevistarse con partidarios suyos, así como a quienes, llegados de Portugal, consumaron los crímenes y el enterramiento, para la desaparición del líder opositor y de su secretaria; pero ni siquiera le resultó factible desenmascarar determinadas falsas identidades.

José María Crespo dictó auto de rebeldía contra todos los inculpados, y el sumario que incoó el 24 de abril de 1965 quedó concluso el 16 de diciembre de 1966.

Sentencia portuguesa
Otra cosa muy distinta significó, a los efectos del asunto que nos ocupa, el cambio en Portugal como consecuencia de la Revolución del 25 de abril de 1974. En Lisboa se hizo cargo del caso un Tribunal Militar, ya que los agentes de la PIDE estaban sometidos al fuero castrense.

La sentencia del Tribunal Militar obtuvo confirmación, en sus extremos más destacados, por el Tribunal Supremo portugués, con fecha 8 de julio de 1982.

Como único autor material de las dos muertes reconoció a Casimiro Emérito Roso Teles Jordão Monteiro, pese a un testimonio que había atribuido el disparo que acabó con la vida de Arajaryr, a Agostinho Tienza. Monteiro recibió una condena, en rebeldía, a 19 años y 8 meses de privación de libertad. Casimiro Monteiro había utilizado un pasaporte británico falsificado, a nombre de Washdeo Kundanmal Milpuri, originario de Pakistán. La autopsia del General concluía, sobre el cadáver parcialmente mutilado por animales, al haber permanecido semienterrado, que la muerte había sido causada, probablemente, con un objeto romo, con el que le fueron producidas contusiones en la cabeza, determinando, en efecto, «contusión cerebral y fractura de la base del cráneo».

Agostinho Barbieri Cardoso, subdirector general de la PIDE, también recibió una pena de 4 años. El director general de la PIDE, Fernando Eduardo da Silva Pais, se libró por haber fallecido antes del desenlace del juicio.

José Manuel González Torga
José Manuel González Torga

Otras tres condenas afectaron a los siguientes miembros de la PIDE: a Antonio Rosa Casaco, con 8 años; a Ernesto Lopes Ramos, con 22 meses; y a Agostinho Giraldo Cillero Tienza, con 14 meses de privación de libertad. Ninguno de ellos cumplió tales penas de cárcel por haber huido de Portugal.

Silva Pais implica a Oliveira Salazar
Juan Carlos Jiménez Redondo
resalta «las declaraciones efectuadas por Silva Pais, el 20 de octubre de 1978, ante el Tribunal Militar Territorial de Lisboa, en las que afirmaba que Salazar conocía perfectamente la operación. Según esta declaración, pocos días después del homicidio informó personalmente a Salazar y al entonces ministro del Interior, Santos Júnior, que se limitaron a afirmar la necesidad de tomar todas las precauciones necesarias para que permaneciera en secreto». Y el propio profesor Jiménez Redondo ofrece el contrapunto de los reconocimientos ulteriores al «General Sin Miedo»: «En 1990, Humberto Delgado fue ascendido, a título póstumo, a mariscal de la Fuerza Aérea, y sus restos mortales fueron trasladados con honores al Panteón Nacional».

Alguna vez se publicó que un hijo de Humberto Delgado, que trabajaba como piloto de la Compañía TAP, en los viajes entre Lisboa y Madrid, al sobrevolar la zona fronteriza de Villanueva del Fresno, en cuyo cementerio estuvo enterrado su padre, efectuaba un leve movimiento del avión como saludo respetuoso. El fatal destino de Humberto Delgado dejó unido su nombre y su recuerdo  a Villanueva del Fresno.