Francia/Economía
Manuel Funes Robert (23/4/2012)
En el corto espacio de cinco días, Sarkozy ha puesto en el centro del problema la pieza que tenazmente falta en los planteamientos convencionales. En estos solo se habla de hacer reformas que es tanto como decir que cambiar las cosas sin formular las propuestas más importantes.
Tales son la insuficiencia global de liquidez, coincidiendo por paradoja con la etapa en que esa liquidez en su cuantía ha dejado para siempre de ser un problema para las sociedades modernas.
Por otra parte, si la obsesión por acabar con la deuda coincide con una demanda continua de más deuda cerramos el infernal circulo de la falta de lógica que preside los más de los planteamientos al uso, castigando a los pueblos a que remedien su falta de liquidez con nuevas agresiones a sus renta, que como estamos viendo y repitiendo, nunca calmarán a los mercados. Y cuando anuncian que al final del proceso de castigo aparecerá la buenaventura de la salida de la crisis, nunca dan razón alguna en que apoyarse para hacernos creer que empeorar la situación sirve para mejorarla, aparte de que la experiencia tampoco nos suministra razones para creer en algo que la lógica rechaza.
Sarkozy ha propuesto en su reciente alusión a una remodelación del BCE, haciéndole pasar del lugar secundario en que se encuentra a la base principal de la financiación. Pocos días después Sarkozy pidió algo más simple y lógico: que los prestamos o anticipos que el BCE hace a la banca los haga directamente a los Estados, y se reducirían costes porque el Estado no tiene que devolverse a si mismo los fondos que anticipa, entendiendo al BCE como parte de los Estados miembros de la Unión Monetaria.
Al mismo tiempo tenemos que sufrir la siguiente frase de Rajoy tratando de justificar el castigo continuo que impone a la población española: «NO HAY DINERO». Este terrible error político y doctrinal, que dejó de tener vigencia cuando la humanidad abandonó para siempre el patrón oro es la más clara manifestación de la incompetencia doctrinal aliada con la inmoral servidumbre a los mercados, como bien acaba de decir la izquierda. A esta izquierda le falta por cierto, un punto para redoblar su mensaje. Sigue creyendo que la liquidez que falta hay que sacar de una reforma fiscal que castigue a los ricos cuando ni sería suficiente ni es necesaria, siendo nuestra solución la única, por ser incruenta y sencilla.
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