
Eugenio Pordomingo y Sabino Fernández Campo
Mi Columna
Eugenio Pordomingo
(13/11/2012)
Algunos confidenciales de prensa llevan tiempo comentando sobre ciertas reuniones «no oficiales», en las que participan altos mandos militare, en las que -dicen- se analiza la «insostenible» situación de las Fuerzas Armadas. Los recortes presupuestarios afectan a la operatividad del Ejército, se quejan los reunidos. Según esas mismas fuentes, también se ha tratado en esas reuniones la ola independentista que nos asola.
A las reuniones han asistido con relativa «discreción» -casi todo el mundo sabe de ellas-, mandos del Ejército en activo, entre ellos generales. Las reuniones, por supuesto, fueron conocidas de inmediato por el Ministerio de Defensa, pero de forma oficiosa han negado conocer nada, aún cuando es sabido que se llevan a cabo en cuarteles. Lo curioso es que los asistentes dan cuenta de los asuntos tratados a sus mandos.
Me extraña que de repente esas cabezas pensantes se percaten de los males que asolan a España, en especial a la «operatividad» de nuestros ejércitos. Y se me ocurre pensar, ¿cómo es que nos se quejaron de las barrabasadas que hizo Carme Chacón, la ministra separatista catalana, dirigente del PSC (Partido Socialista de Cataluña) filial periférico del PSOE?
¿Cómo es que esos militares no se movilizaron para protestar cuando a algunos de sus compañeros de armas los empapelaron por decir o escribir más o menos lo que ahora ellos piensan? ¿Cómo es que toleraron las «correrías» -caza mayor y pesca de altura- del nefasto Alberto Sainz al frente de los servicios de inteligencia (CNI)?
¿Cómo se quejan ahora de lo que piensan catalanes y vascos cuando varias generaciones han sido educadas en el odio a España con el dinero de todos los españoles repartido a mansalva por González, Aznar, Zapatero y Rajoy? Sobre todo por José Luís Rodríguez Zapatero, que parece que nació envuelto entre los pañales del subjetivismo y el rencor. ¿Acaso alguien le ha vituperado porque su abuelo materno participase en la represión de Asturias del año 1934?
Se quejan ahora esos militares de falta de operatividad del Ejército y del separatismo en lontananza, pero yo no supe de reuniones similares a las de ahora cuando las guarniciones de Ceuta y Melilla se desguarnecían porque lo pedía el Sultán de Marruecos. Yo no escuche ni la más mínima queja, cuando buques de guerra de la Royal Navy acosaban a nuestros barcos de pesca y a las patrulleras de la Guardia Civil, cuyas tripulaciones demostraron arrojo y patriotismo a raudales. Sin embargo, los españoles no vimos ningún apoyo, de los ahora reunidos, a las demandas del benemérito cuerpo cuando solicitó la presencia de la Armada española en las aguas que rodean Gibraltar, españolas según el Tratado de Utrecht.
Yo no he escuchado a ninguno de esos mandos militares pedir disculpas por sus comparecencias en los medios de comunicación -sobre todo en TVE- afirmando (mintiendo) que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva, que iba a utilizar sin el menor miramiento. Ya sabemos -lo presentíamos- que era una mentira estratégica. Lo han reconocido después, Bush y Blair, entre otros.
De la presencia de nuestras tropas en Afganistán –«zona hortofrutícola» dijo el ex ministro de Defensa Federico Trillo, ahora premiado con la embajada en Londres- tampoco hemos escuchado la menor queja. Por cierto, todavía nadie nos ha explicado qué valores, principios o intereses españoles defendemos en aquellas inhóspitas y lejanas tierras.
Tampoco hemos escuchado -yo por lo menos- queja alguna de las excarcelaciones de etarras y sus salidas de presidio para someterse a costosos tratamientos de fertilidad, cuidar supuestamente a sus seres queridos o declarase en huelga de hambre para posteriormente darse a la fuga. Tampoco les he escuchado cuando ninguno de los etarras huidos era buscado por las fuerzas de seguridad.
Marruecos nos humilla constantemente reivindicando Ceuta, Melilla, las Islas Canarias y dentro de poco Vallecas y La Elipa (barrios de Madrid); al Reino Unido le tenemos que pedir permiso (implorar y quizás vender alguna empresa o someternos a fusiones perniciosas) para que nuestros pescadores andaluces puedan pescar en sus propias aguas; el Peñón de Gibraltar es cada día más peñón a base de decenas y decenas de camiones cargados de piedras que atraviesan la frontera para arrojar su carga en el mar y así hacer la colonia más grande; los submarinos nucleares de la OTAN se reparan allí, con el consiguiente peligro, cuando su destino es Escocia. En esto también silencio.
Y así, un largo, larguísimo, etc.
Pero no se preocupen ahora, siempre habrá un pelotón de españoles dispuesto a salvar la Patria. Ya sucedió el 2 de mayo de 1808 contra las tropas francesas masacraban al pueblo.
Recuerdo que en una de mis charlas -que después convertí en entrevista- con Sabino Fernández Campo, cuando ya no era responsable de la Casa Real, que hablamos de la misión de los ejércitos, de Spengler, y de no sé cuantas cosas más. Pues bien, en una de sus respuestas me dijo: «Una cosa es tener apartado al Ejército de todo; otra meterlo en política; y otra, por ejemplo, lo que acontece en Francia, donde el Ejército no está politizado, pero es un símbolo no destruido; entre otras cosas, por si se le necesita».
Una última reflexión: quizás siempre ha habido reuniones para hablar de todos esos asuntos que he enumerado, pero no ha habido oportunidad de conocerlos. Y quizás ahora si interesa que se sepa de cierta inquietud que reina en los cuarteles, sobre todo de cara a la convocatoria de la huelga general del día 14, pero en especial de las elecciones catalanas.