España
Javier Perote (2/1272012)
Soy pensionista, y comprendo que nosotros también participemos con nuestro sacrificio a sacar a España de la situación en que se encuentra. Lo que no acepto es que el Gobierno haya llegado a adoptar esta medida tan extrema cuando todavía le quedan multitud de gastos por eliminar, y montones de escondrijos, ocultos la mayoría, por donde se le va la pasta a chorros.
Todos los días las tertulias de radio y TV desmenuzan con precisión de expertos la cantidad y clase de gastos superfluos que se podrían ahorrar. No voy a entrar en ello: solo hay que enchufar la radio o la tele.
La noticia es que el Gobierno no va a actualizar las pensiones, o lo que es lo mismo: los pensionistas van a perder poder adquisitivo. Ya se está produciendo el efecto negativo que se previó hace tiempo, cuando la pirámide de población empezó a mostrarse invertida: hay más pensionistas que gente que trabaje para aportar recursos a la caja de pensiones. Las parejas no tienen hijos, y la población activa disminuye. Que se iba a llegar a esta situación, se viene denunciando desde hace tiempo. Pero ningún gobierno ha hecho nada, o lo suficiente, para evitar llegar a la situación actual, por ejemplo: con políticas que estimularan la natalidad.
Cuando Franco, el Gobierno estimulaba a las parejas a tener muchos hijos. Todos los años se daba el Premio a la Familia Numerosa, que siempre ganaba Chuchi Fragoso del Toro; le daban dos duros, y a por el siguiente. Cuando le dabas la enhorabuena él se disculpaba diciendo: «yo nada; aquí ésta», señalando a su mujer. Eso sí, salía en la prensa y decían que era un español ejemplar, lo cual compensaba mucho. Por la tele hablaba un cura que decía que Dios bendecía los pucheros grandes ¡cosas de curas!.
Si hace, pongamos por caso cuarenta años, las parejas hubieran mantenido el mismo ritmo de natalidad de las décadas anteriores, ahora tendríamos una población activa suficiente para cubrir los gastos de las pensiones, el desempleo es una coyuntura circunstancial. Al final de la década de los sesenta, todavía se inauguraban por toda España grupos escolares para cubrir las necesidades de la población estudiantil. Todos recordarán esas estructuras arquitectónicas modernas, muy funcionales, con grandes ventanales mediante los cuales los arquitectos solucionaban el aporte de luminosidad a las aulas. Muchos de esos grupos siguen utilizándose en la actualidad, pero muchos otro se han cerrado por falta de alumnos.
Salvo algunas excepciones -pensiones mínimas y otras- las medidas adoptadas por el Gobierno van a afectar a todos los pensionistas por igual. Pienso que esto no es justo.
Pensemos en una pareja que cuarenta años atrás haya tenido cuatro hijos. Esos hijos están en la actualidad contribuyendo con su trabajo a mantener la caja de pensiones. Por el contrario pensemos en una pareja que solo haya tenido un hijo. Es obvio que la primera pareja ha contribuido tres veces más que la segunda al sostenimiento de las pensiones. Pero el Gobierno no tiene este hecho en cuenta y trata a las dos igual; es decir: la segunda pareja se está beneficiando del esfuerzo y sacrificio que ha hecho la primera. Y generalizando la cuestión, se podría decir que por culpa (o sin culpa) de las parejas que no tuvieron o que tuvieron pocos hijos se ven perjudicados todos por igual: esto es lo que no me parece justo. Habría que buscar una medida que equilibrara los esfuerzos de unos y de otros: quizás esto pudiera ser un incentivo para estimular la natalidad; según lo que una mujer haya aportado al aumento de la población y por tanto al sostenimiento de la caja de pensiones, así sería esta.
Del problema de la baja natalidad se viene hablando mucho, dicen que es alarmante, pero no se toman medidas que animen a las mujeres españolas a tener hijos; eso de tener hijos es cosa del tercer mundo, parece que se dice. En un viaje que hice hace años por el tercer mundo acampé en una zona de huertas que se extienden por el sur del país. Allí vivía una familia: matrimonio y diez hijos. Hice algunas fotos. La pobreza salta a la vista pero si se mira bien se pueden observar otras particularidades.
A veces, por «mail» llegan fotos de gentes rezando en las calles, arrodilladas hasta dar con la frente en el suelo. Suelen venir acompañadas de mensajes alarmantes en los que dicen que esas gentes nos van a invadir. Y digo yo: pues oye, a lo mejor le vendría bien a España que nos invadiera esta gente que reza, que hace honor a la familia y que tiene muchos hijos. La señora BiBiana perdería el sueldo y no podríamos celebrar el halowen, pero… quién sabe, a lo mejor… Yo, con tal de que no me quiten el vino.
Ya es Navidad en el Corte Inglés,. ¡Felices Fiestas!
N. de la R.
El autor es coronel del Ejército, escritor, activista por el pueblo saharaui y miembro de la Junta Directiva de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África).
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