Venezuela
Pedro Godoy P. (39/4/2913)
Un movimiento se pone en órbita, la Venezuela post Chávez. Se denomina las 3 Erres. Exige «revisar», «rectificar» y «reimpulsar» la revolución bolivariana. Aquello pareciera una urgente campaña aggiornamento. La tarea inconclusa del comandante fallecido -como toda obra humana- padece de defectos, pero es perfectible. Si no entendemos lo anotado significa que imaginamos que ya el Paraíso esta edificado y sus arquitectos son inmaculados. Eso pensaron no pocos contestatarios respecto a la URSS. Allí se manifestaba «el mañana ya es hoy» y cada audición de Radio Moscú se cerró con una musiquilla de fondo mientras la locutora, sin duda española refugiada, expresaba: «la noche cae y aun se visualiza -en el Kremlin- la ventana iluminada del despacho del camarada Stalin. Allí el supremo padre de la humanidad continúa trabajando para construir la patria donde está abolida la explotación e impera la felicidad de los pueblos».
Hay del que se atrevía a cuestionar ese modelo. Era, de inmediato, lapidado. Se le acusaba de vendido, trotskista, contagiado por la ideología burguesa. Así se borró dentro y fuera de la Unión Soviética todo afán de perfeccionar de un sistema que para León Trotski era un «socialismo burocratizado y policiaco». Las consecuencias de la ceguera se conocen… Otros regimenes -como el de Allende- cito el más cercano porque lo conozco, tampoco tolera críticas de los adherentes. Eran refutadas con una furia mayor que la empleada para rebatir ataques de la oligarquía. Los sectarios juzgaban «disparos al compañero Presidente» señalar errores, solicitar enmendar rumbos, cuestionar mandos medios corruptos… Otros operan como cínicos. Optan por el silencio y se encogen de hombros. Manifiestan que todo proceso renovador inevitablemente conlleva ese tipo de equivocaciones, excesos y hasta corruptelas. Sentencian: «no hay nada que hacer. El resto es moralismo».
Se cifran esperanzas en la acción venezolana de las 3 erres. Echamos de menos el árbol de las tres raíces (Bolívar, Simón Rodríguez y Exequiel Zamora). Desconcierta por exótico ese «socialismo del siglo XXI» basado en las teorías de la escuela de Bremen encabezada por Heinz Dietrich Steffan y desconfiamos de la supuesta asesoría que al régimen prestaría Marta Harneker. Se anhela la vigorización del espíritu nacionalista continental que Chávez descubre y aplaude en «Historia de la nación latinoamericana» de Ramos. Es urgente que Caracas de mayor fuerza al MERCOSUR ante el peligro que implica la Alianza del Pacífico. El chavismo debe superar el exagerado asistencialismo. Por cierto también la idolatría que disgrega y erosiona nuestra condición mestiza. Lo anotado es «revisar», «rectificar» y «reimpulsar» el proceso iniciado por el teniente coronel en la gesta de 1992. Sectarios y cínicos sepultan procesos revolucionarios como lo explicara en el caso de Allende.
N. de la R.
El autor, profesor Pedro Godoy P., es miembro del Centro de Estudios Chilenos CEDECH
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