Francois Hollande  y Abdelaziz Buteflika en su encuentro en Argel en diciembre de 2012
Francois Hollande y Abdelaziz Buteflika en su encuentro en Argel en diciembre de 2012

Internacional
Ana Camacho (4/6/2013)
La perspectiva de que el presidente argelino Mohamed Buteflika no salga del último bache de su precaria salud abre dos hipótesis sobre el futuro de Argelia. Una apuesta porque, aunque no volviese de Francia con vida, el Frente de Liberación Nacional llevará a cabo su sucesión sin problemas. La otra, se sitúa en el extremo opuesto y no sólo prevé que en el FNL no van a tener la capacidad de liderazgo necesaria para una transición pacífica, sino que ello va a costarle al país un estallido social que lo sumirá en el abismo del caos.

Mientras el presidente Buteflika sigue hospitalizado en París y crecen los rumores de que está clínicamente muerto, el Gobierno en Argel asegura que el jefe de estado evoluciona favorablemente y, aunque falleciese, todo está bajo control. Pero, los más de treinta días que el presidente lleva ingresado en Francia no ha hecho ninguna aparición ante las cámaras y, suponiendo que sea verdad que la sucesión está atada y bien atada, el Gobierno argelino no responde a preguntas sobre posibles nombres.

Para los partidarios de la tesis pesimista este silencio radio es un síntoma de que, entre bastidores, no sólo no tienen preparada un plan B sino que hay una pelea por la sucesión que no promete nada bueno. El vacío de poder y las divisiones, dicen, facilitarán que prenda la mecha de esa “primavera árabe” que pasó de largo por este país pero podría prender en cualquier esquina porque el pueblo tiene motivos para estar insatisfecho. De ahí que los medios que exponen esta preocupación por el futuro de Argelia no se pierdan ni una noticia sobre disturbios, especialmente si son en el sur sahariano, huelgas, reivindicaciones sindicales o el descontento provocado por los escándalos de la corrupción de altos cargos.

La tesis pesimista tiene firmes y amplios apoyos en Francia donde tanto en la derecha como en la izquierda subsiste un fuerte resentimiento contra el FNL que rompió sus sueños coloniales en los años sesenta. Pese a sus invocaciones y maniobras para librarse de esta generación de antiguos rebeldes, los dirigentes del FNL lograron mantenerse a flote hasta hoy y sin renunciar a una política que en París tachan de antifrancesa. La conexión que en Argel se suele hacer entre este rencor neocolonial y, por ejemplo, el apoyo dado desde París a ciertos sectores islamistas en los peores momentos de lo que allí llaman la guerra contra el terrorismo de los años noventa, ha sido motivo de muchos sinsabores franco-argelinos.

El presidente François Hollande, sin embargo, prometió en su histórica visita a Argel en diciembre que su gobierno iba a acabar con estas dobleces para iniciar así esa colaboración que está teniendo su primer brote verde en la gestión del conflicto maliense. Quizás por ello, Hollande haya decidido el pasado viernes evitar posibles malentendidos que malogren su giro haciendo unas declaraciones muy coincidentes con lo que dicen en Argelia. No cree, dice Hollande que la sucesión de Buteflika entrañe ningún riesgo de marcha hacia al caos porque las instituciones argelinas son de lo más sólidas. Además, el es optimista incluso sobre la salud del presidente y dio a entender de que todavía hay esperanzas de que pueda recuperarse y volver muy pronto a su país.

Llama la atención que la tesis pesimista tiene mucho pábulo en los medios dedicados a atacar la causa saharaui. Las noticias negativa con las que se regodean en sus publicaciones, especialmente las electrónicas, sobre los errores del Gobierno argelino contrastan con los datos positivos que apuntan a Marruecos como una isla de estabilidad política y polo de desarrollo económico regional.

En su afán por demostrar que la caída del tradicional rival de Marruecos en la región es inminente, hay quien incluso llega a decir que es la certeza que tienen los franceses sobre el mal camino que lleva Argelia la que les ha decidido a deshacerse de su participación en el Medgaz, el gaseoducto argelino que une Argelia con la costa de Almería. Se trata del 12% de este tubo de enorme importancia estratégica para España y Europa y que estaba en manos del francesa GDF Suez y por el que van a optar las multinacionales españolas Gas Natural Fenosa y Cepsa. Ambas reforzarán así su posición en unos momentos en que la dependencia española del gas argelino sigue creciendo y ya supera el 54, 8%.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, que también se puede leer en su página de Internet, enarenasmovedizas.