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espacioseuropeos (11/6/2013)
Una delegación del Grupo de Estados Contra la Corrupción (Greco), del Consejo de Europa, comienza a examinar mañana si España cumple o no las normas de lucha contra la corrupción. La visita va a tener una duración de cuatro días, durante los cuales examinarán si en España se cumplen las normas del grupo Greco de lucha contra la corrupción.

Durante su visita, los miembros del Greco evaluarán las medidas adoptadas en España para la prevención de la corrupción en el sistema judicial y parlamentario. El objetivo de ese análisis es abordar asuntos como la transparencia (ley que prometió Rajoy pero que no hay visos de que vaya a promulgarse), “integridad y ética profesional, conflictos de intereses, procedimientos sancionadores y reformas en proceso de aprobación”. Pero resulta que en nuestro país los métodos al uso son diferentes al resto de las demás naciones. Aquí circulan los “sobres”, se hacen obras supermillonarios para luego dar las “mordidas” pertinentes; aquí miembros de la Familia Real se dedican, a través de fundaciones, a cobrar cantidades ingentes de dinero por nada; aquí familiares del Rey blanquean dinero con la mafia china; aquí los bancos condonan deudas a partidos políticos; aquí algunos ministros se reúnen en gasolineras, a hurtadillas, para negociar asuntillos; aquí, alguna ministra ni se entera que a su marido le han regalo un coche de superlujo y le pagan comuniones y vacaciones. En fin, aquí todo es diferente.

Con esta visita, el Greco ya ha estado en España en cuatro ocasiones. Ha hecho sus recomendaciones, pero como sus informes no son vinculantes, pues nada, a otra cosa.

Los delegados del Greco, bien pagados, disfrutarán de una estancia de cuatro días a todo tren. Hotel de lujo, ágapes que después incitan a la siestorra, y todo para nada. Se van a reunir con diputados y senadores, con jueces, fiscales, representantes del Ministerio de Justicia, ONG, académicos y periodistas. Pero no parece que lo vayan a hacer con los afectados por las preferentes, los desahuciados, ni con los parados, y mucho menos con los familiares de niños desnutridos. ¿Entonces?