España
José Manuel González Torga (1/9/2013)
El pequeño pueblo de Lois, en la Montaña Oriental de León ha vivido una jornada de esplendor por el homenaje a dos académicos de la Lengua oriundos de allí, en el siglo XVIII, cuando comenzaba su andadura la R.A.E., que ahora conmemora su tricentenario.
Alonso Rodríguez-Castañón Valbuena ocupó el sillón “C” en 1717, solo cuatro años después del nacimiento de la institución; y en 1721 correspondió el sillón “T” a su paisano Pedro-Manuel Álvarez-Acevedo. Para honrar la memoria de estas dos figuras se desplazaron a Lois, enclavado a 1.200 m de altura, el actual presidente de la R.A.E., José Manuel Blecua, y los académicos más vinculados a León, Luis Mateo Diez, José María Merino y Salvador Gutiérrez. Asistió a los actos una amplia concurrencia, entre la que figuraban el profesor y director durante una larga etapa del suplemento cultural de “El Diario de León”, Alfonso García y la presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles, Elsa González Díaz de Ponga.
En la llamada “Casa del Humo” tuvo lugar un “Filandón”, velada literaria a la luz de la lumbre, inspirada en las antiguas reuniones invernales con ocasión de la hila de la lana y otras tareas animadas con la narración de historias.
La construcción del pantano de Riaño, bajo cuyas aguas quedaron anegados varios pueblos, y el cierre de las minas de Sabero, constituyen dos realidades que han contribuido a la despoblación de la montaña leonesa. En verano se anima la vida en Lois; pero en invierno solo quedan siete habitantes. Ahora bien, de su significación de otros tiempos dan cumplido testimonio su imponente iglesia neoclásica, conocida como la “Catedral de la Montaña” y las casonas de familias con apellidos de abolengo.
De Lois procedieron, aparte de los académicos, un ministro del Gobierno entre 1713 y 1725, Baltasar Álvarez-Acevedo Díaz, tres obispos y varios altos cargos en la Administración de Perú, Chile y Filipinas.
Los Rodríguez-Castañón habían creado en Lois, ya en el siglo XVII, dos instituciones trascendentales: la Escuela de Primeras Letras y la Cátedra de Estudios de Gramática. Todos los naturales o avecindados en el pueblo tenían acceso a la educación y los más capaces podían continuar estudiando aunque fueran de familias pobres.
Así pues, Luis Mateo Díaz ha podido decir que esta comarca contaba con los índices de alfabetización más importantes no solo de España sino incluso de Europa.
La Cátedra de Lois (conocida popularmente como la Universidad de La Montaña y hoy recordada por una Asociación) estaba desempeñada por un “Dómine” y funcionó hasta 1965. Allí aprendieron latín muchas generaciones de toda la zona. Unos proseguían estudios y cursaban carreras superiores; otros realizaban tareas agrícolas y ganaderas, para nada reñidas con su formación humanística.
No existe otro caso similar: ninguna aldea perdida entre montes –en un bellísimo paisaje eso sí– ha proporcionado dos doctos miembros a la institución que “limpia, fija y da esplendor” a la Lengua española. Ni ha irradiado la formación cultural que proporcionaba Lois.
Hasta allí he llegado estos días, para contar lo que escribo, con mi paisano, amigo y compañero de profesión Gonzalo Garcival, siempre animador entusiasta de temas leoneses. La ocasión bien merecía una visita. Hasta otra, “Deo volente”.
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