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FV] Diario El Peso (18/5/2014)
Los especialistas en prospectiva política y económica habían anticipado que para el año 2019, la República Popular China tenía posibilidades de convertirse en la primera potencia económica del planeta, destronando a los Estados Unidos, que desde el año 1872 ocupa ese privilegiado lugar, cuando desplazó al Reino Unido.

Por años, China ostentaba un cómodo tercer puesto por detrás del Japón y por delante de todos los países europeos considerados individualmente y los especialistas (ya sea del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial), teniendo en cuenta su tasa de crecimiento, sólo se limitaban a calcular cuanto tiempo le llevaría a China desplazar primero a Japón y luego a los Estados Unidos. Convertida pronto en la segunda economía planetaria, el enigma que restaba por dilucidar sólo era cuándo ocurriría “il sorpasso” oriental por el primer puesto.

Según datos aportados hasta el año 2.011 por el Banco Mundial, el Producto Interno Bruto (PIB) de China, ajustado en base a su poder de compra, es mucho mayor de lo que se había calculado con anterioridad. A finales del año 2011, el PIB chino era equivalente al 87% del PIB estadounidense, cuando apenas seis años antes llegaba al 72%. Por su parte el Fondo Monetario Internacional ha estimado que en los últimos cuatro años China habrá acumulado un crecimiento del 24% en tanto que Estados Unidos sólo un 7,6%. Estos cálculos indicarían que China superará el presente año a los Estados Unidos si se toman los nuevos parámetros.

El cálculo realizado por los organismos internacionales con anterioridad (en dólares corrientes), siempre sobre la base de eliminar el efecto del tipo de cambio sobre el PIB, daba como resultado el año 2.019 como fecha probable para el “sorpasso”. Cambiado el sistema y ajustando el poder de compra, el resultado obtenido se altera.

En este contexto, ha causado sorpresa que el Instituto de Estadísticas chino haya expresado su discrepancia por la metodología empleada en los cálculos y diversas informaciones apuntan el rechazo de sus autoridades a los resultados. Pekín no parece desear ser la primera potencia mundial.

El Programa de Comparación Internacional (PCI) que coordina el Banco Mundial defiende la utilización de esta forma de medir el PIB, que elimina el impacto del tipo de cambio en su cálculo, porque “al convertir indicadores económicos nacionales, como el PIB, en una moneda común, la paridad de poder de compra es una medida más directa que los tipos de cambio para determinar el poder adquisitivo del dinero”, sostiene en su informe. Con este sistema, habitual en las comparaciones internacionales, se miden grandes agregados económicos en función de lo que una unidad monetaria (un dólar o un euro) es capaz de comprar en cada país. Los datos servirán de base para futuros cálculos de otros organismos, como el FMI, pero algunos expertos dudan que ese indicador sirva realmente para aseverar que China sea la nueva potencia mundial.

La Nueva Fórmula de Cálculo
La nueva forma de medición es considerada más exacta que la realizada en términos absolutos teniendo en cuenta únicamente el tipo de cambio de las divisas locales con el dólar estadounidense y responde al hecho de que no es lo mismo, por ejemplo, un dólar (0,75 céntimos de euro) en Madrid que un dólar (6,25 yuanes) en Pekín. Mientras en la capital de España esa cantidad no sirve siquiera para hacer un viaje en metro, en la de China permite realizar tres trayectos en el suburbano. Y mientras un mileurista (trabajador a tiempo completo que recibe un salario de 1.000 euros y que generalmente está sobre-calificado para las tareas que desempeña) tiene dificultades para sobrevivir en España o Francia, sin embargo los 8.600 yuanes que resultan al cambio son un salario bastante atractivo en el país más poblado del planeta.

Para realizar su ránking, el Banco Mundial ha estudiado el coste de la vida en todo el mundo. Ha determinado que los países más caros son Suiza, Noruega y Australia. En el extremo opuesto, los más baratos resultan Egipto, Pakistán, y Birmania. Lógicamente, en estos últimos basta con un sueldo mucho más reducido para llevar un nivel de vida similar al de los estados del primer grupo. Y China, en cuanto a renta per cápita, todavía está en el puesto 99. En resumen: en el país de Mao un dólar rinde más que en Occidente. Por eso, los economistas del PCI consideran que calcular el tamaño de la economía convirtiendo su PIB a dólares es un error que impide reflejar la realidad con exactitud. Es necesario tener en cuenta muchos otros factores que son, precisamente, los que hacen de China un país mucho más poderoso de lo que refleja su riqueza a paridad del cambio. Porque, de hecho, en esa categoría el gigante asiático todavía está muy lejos de alcanzar a Estados Unidos.

“Si hablamos de poder económico, no si de la gente vive mejor, el PIB en Chinasí mismo no es un gran indicador de la verdadera importancia de una economía”, sostiene Julian Jessop, economista jefe global de Capital Económicos, desde Londres. “Los nuevos cálculos son más bien un ejercicio académico que apenas cambia nada en el mundo real”.

«Los ingresos per cápita suponen un quinto respecto de los ingresos en Estados Unidos”, apunta un experto desde Washington. Arvind Subramanian, socio del Instituto Peterson de Economía Internacional, discrepa. “Todo importa. Si consideramos que ejercer el poder pasa también por lo que le sucede a la gente y no solo por cómo evolucionan los bienes y los servicios, sin duda asistimos a un cambio fundamental”.

Los datos cobran trascendencia también desde el punto de vista cambiario. Según las estimaciones del propio Subramanian y de Martin Kessler, ambos del Instituto Peterson, los datos del PCI permiten asegurar “con bastante grado de seguridad que la divisa china, el renminbi o yuan, cotiza en estos momentos a su valor justo, lo que supone un cambio dramático frente a 2005, cuando la divisa estaba sobrevaluada en casi un 30%”, apuntan en una nota.

Según el FMI, en el 2012 el PIB de Estados Unidos fue de 16,2 billones de dólares, casi el doble de los 8,2 de China. Incluso con el frenazo que ha provocado en Occidente la crisis que estalló en el 2008, el país comunista todavía necesitará al menos una década para ponerse a la par. No obstante, la nueva fórmula utilizada por PCI dibuja un escenario mundial en el que los poderes tradicionales, como Japón o el Reino Unido, pierden peso frente a países como Rusia, la India, México o Brasil, que acceden al grupo de los 12 más importantes. Sorprendente es el caso del país hindú, que, a pesar del freno de su economía, escala del décimo al tercer puesto de la economía global. Y curioso es también que no solo ganan peso los países en vías de desarrollo ya que Alemania, por ejemplo, se ve reforzada por el nuevo sistema de medición.

Si ese cambio se confirma, la economía china “estaría asentando un pilar fundamental en su modelo de desarrollo, hasta ahora basado en una divisa depreciada para impulsar las exportaciones”, sostienen. En los últimos meses, sin embargo, China ha permitido una depreciación del yuan superior al 2%, un cambio radical en la política cambiaria aplicada por China desde 2005.

Pekín ha duplicado la banda de fluctuación del yuan, pero todavía no es una divisa plenamente convertible, y aunque está adoptando reformas para sanear su sistema bancario, ahí la tarea pendiente es enorme. “Si mañana se aprobara la internacionalización del yuan, eso sí que tendría un impacto dramático para la economía mundial”, subraya Jessop. “Estados Unidos es el principal jugador del sistema financiero global y lo seguirá siendo durante el futuro previsible», recalca.

“Hay que mantener la perspectiva. En dólares corrientes, que proporciona una medida mejor del control de un país sobre los recursos globales, la economía de Estados Unidos es todavía dos veces mayor que la china”, recuerda a través del correo electrónico Charles Collyns, economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF). “Y, por supuesto, China sigue siendo un país mucho más pobre. Los ingresos per cápita en China apenas suponen una quinta parte de los de Estados Unidos, incluso si los medimos ajustados al poder de compra”, precisa.

En su último libro, Eclipse: a la sombra del dominio económico chino, Subramanian defiende que un país con ingresos medios, como China, puede llegar a ejercer el liderazgo global, pero no hay precedentes. En los últimos siglos, los países dominantes, como Reino Unido y Estados Unidos, han sido países ricos. Además, y no menos importante, el “sorpasso” situaría al frente de la economía mundial a un país sin un sistema político democrático.

El Programa de Comparación Internacional (PCI), que coordina el Banco Mundial, revisa cada cinco o seis años sus estimaciones sobre el Producto Interior Bruto en casi todas las economías del mundo (en esta ocasión han sido 199 países).

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Diario el Peso.


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