Mi Columna
Eugenio Pordomingo (4/8/2014)
Para mi no ha sido ninguna sorpresa que el diario ‘El Mundo’ u otro cualquiera –hay honrosas excepciones- publicara un encarte sobre Guinea Ecuatorial. Lo hizo el pasado jueves, 31 de julio. No puedo ocultar que su contenido me ha parecido vergonzoso, deplorable y falta a la verdad. Me explico:
Vergonzoso y deplorable, pues causa vergüenza a todo aquel que conozca, aunque sea de refilón, la historia reciente de Guinea Ecuatorial. M me refiero la que va desde el 3 de agosto de 1979 –ese día Obiang Nguema dio un cruento golpe militar (como Golpe de Libertad fue bautizado por España) contra el presidente electo- hasta ahora. Los horrores que ha habido en ese país desde entonces no han sido contados por la prensa. Casi nunca la prensa española se ha hecho eco de las atrocidades cometidas por el régimen de Obiang Nguema contra la población guineana y, especialmente, contra los opositores. Y ‘El Mundo’ no ha sido una excepción.
Mentiroso y engañoso, pues mentir no es sólo decir lo contrario de lo que se sabe, sino también ocultar la verdad. Ya se sabe que la verdad a medias siempre es una mentira completa. Decía Mark Twain que hay tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas. Yo añado a esas tres, esta: algunos encartes o publirreportajes.
El encarte –imagino que pagado por el dictador Teodoro Obiang Nguema con el dinero que no llega al pueblo guineano-, se titula “Las grandes posibilidades de Guinea Ecuatorial como centro de Inversión”.
En 32 páginas (TREINTA Y DOS) , el diario ‘El Mundo’ tira por tierra su supuesto ideario ético y deontológico. Los principios de denunciar a las dictaduras, defensa a ultranza de la democracia y la defensa de los derechos humanos, entre otros, se han ido a la cuneta a cambio de muchos euros. No sabemos cuantos, pero seguro que muchos.
En el encarte aparecen fotografías del Rey de España, Juan Carlos I (sigue siendo también rey como Felipe VI) con la embajadora de Guinea Ecuatorial en España, y de Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno de España, junto a Teodoro Obiang Nguema.
Algunos subtítulos o apartados del encarte son estos: “¿Hispanidad en África? Sí, existe?, “El Presidente da la bienvenida calurosa a los inversores españoles”, ¿Progresando y abriendo nuevas líneas de negocio” (con la foto de Juan Carlos I saludando a la embajadora de Guinea Ecuatorial en España), “Sanidad que marca. El ejemplo en África”, “Infraestructuras para asegurar el bienestar del pueblo”, “Guinea Ecuatorial tiene un sistema bancario fuerte, líquido y bien controlado”, “Desarrollo Económico, desarrollo social”, finalizando con “Negocio y placer”.
Algún medio de comunicación español como ´Público’ ha comentado que ‘El Mundo’, “pese a ser uno de los periódicos más críticos con las dictaduras y denunciar sistemáticamente al líder de Podemos, Pablo Iglesias, por sus conexiones con la “dictadura chavista”, El Mundo no ha tenido reparos en incluir esta semana un encarte que resalta las virtudes de Guinea Ecuatorial como destino del capital de los empresarios españoles”.
En contadas ocasiones ‘El Mundo’ se ha dignado recoger las atrocidades del régimen de Guinea Ecuatorial; ha obviado criticar la reiteradas manipulaciones electorales para seguir en el poder y el impedimento a que partidos políticos opositores entren en la liza electoral como no sean los que el dictador ha comprado; ha ocultado la constante represión contra la oposición a Obiang Nguema –en el interior del país y la que reside en España- y, por supuesto, ha pasado de puntillas sobre las reiteradas ayudas de España (especialmente durante el gobierno de Rodríguez Zapatero con el ánimo e inefable disposición del que fuera ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos). Escasísima atención ha prestado ‘El Mundo’ a los secuestros, torturas, encarcelamientos arbitrarios extrajudiciales, así como expolios contra profesionales y empresarios españoles.
Por si lo dudan en ‘El Mundo’, que consulten en esta página de Internet la sección Guinea Ecuatorial o las de los grupos opositores guineanos; o en los archivos del registro de entrada de La Zarzuela, La Moncloa, Congreso de los Diputados y Senado, Ministerio de Asuntos Exteriores, Defensor del Pueblo, Audiencia Nacional, etc., donde guineanos, letrados y empresarios españoles han hecho llegar denuncias de todo tipo. El mismo trabajo pueden hacer en muchas de las instituciones europeas, incluso en la ONU. En casi todas ellas se toparán con una característica común: casi ninguna de esas instituciones hace nada; ni investiga lo denunciado ni trata de resolver la situación. En muchos casos, ni tan siquiera dan por “recibida” la denuncia o demanda.
Por eso no me extrañan los silencios de ‘El Mundo’ ni los de la mayoría de la prensa española. Y es que en Guinea Ecuatorial hay mucho petróleo, mucho dinero. Y antes, y ahora, mucha Materia Reservada.
Recuerdo también los silencios cómplices cuando a finales de 2013 se jugó un partido amistoso en Malabo entre las selecciones de España y Guinea Ecuatorial. Silencio. Hasta que en este digital, a través de Change.org, invitamos a que firmaran los que no estaban de acuerdo en que España acudiese a Guinea Ecuatorial (La Selección Española de futbol no debe acudir a Guinea Ecuatorial). Miles de personas firmaron y la prensa internacional se hizo eco. Después algunos medios españoles. Algunos… El señor que anuncia un medicamento contra el colesterol se calló.
Anmistía Internacional, Human Rights Word, Greenpeace, Intermon-Oxfam, Médicos Sin Fronteras (que se vio obligada a abandonar sus actividades humanitarias en Guinea Ecuatorial en 1997), APDHE (Asociación Pro Derechos Humanos de España), EG Justice, Transparencia Internacional y Global Witness, son algunas de las ONGs a las que también pueden acudir para contrastar lo que digo.
Con seguridad tampoco son desconocidas por ese diario las acciones judiciales que se llevan a cabo desde hace tiempo por la Justicia de Francia, Estados Unidos y Reino Unido contra Teodoro Nguema Obiang, más conocido por ‘Teodrorin’, hijo del dictador guineano además de Ministro y Vicepresidente de su gobierno, por “blanqueo de capitales”, “bienes mal adquiridos” y “desvío de fondos públicos”.
Sin acritud, simplemente constato.
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