
España
Ana I. García-Espinosa
(2/10/2014)
Miguel Boyer ha fallecido a sus de 75 años en la clínica Ruber Internacional de Madrid, donde ingresó en estado crítico a causa de una embolia pulmonar. Boyer fue titular de Economía, Hacienda y Comercio en el primer gobierno de Felipe González pero será “recordado eternamente” por nosotros y para la posteridad, como el ministro socialista que llevó a cabo la expropiación de Rumasa y entró por la puerta grande, de la ‘prensa rosa’, de la mano de su amante, y después esposa, Isabel Preysler.
Licenciado en Ciencias Físicas y Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, fue militante socialista desde los años 60, lo que le costó varios meses de cárcel en Carabanchel y la expulsión de la Junta de Energía Nuclear, donde trabajaba como físico.
Entró a formar parte de la ejecutiva del PSOE en 1976 y resultó elegido diputado por Jaén en las elecciones de marzo de 1979, si bien un año y medio más tarde renunció por motivos profesionales.
De su etapa como ministro socialista destaca su estricta política monetaria liberal dirigida a controlar la inflación, su choque ideológico con el entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y las múltiples anécdotas de las que fue víctima por parte de su archienemigo, José María Ruiz-Mateos.
Imperturbable y altivo, llegó a estar considerado el ministro más poderoso de aquel gobierno. Sus iniciativas políticas de ajuste y reformas se encontraron con la oposición, no solo del aparato guerrista, sino también de los sindicatos, defensores de una política económica más expansiva frente a las que consideraban medidas neoliberales. Fueron los años de la reconversión industrial, que generó una elevada destrucción de empleo, y de la famosa intervención, por decreto, de uno de los mayores grupos privados del país, Rumasa.
Pasaran a los anales como prueba viva, las imágenes del presidente de Rumasa, José María Ruiz-Mateos, tratando de agredir a Boyer al grito de «¡Que te pego leche!», a quien fustigó sin tregua disfrazándose de Supermán y de presidiario, entre otras cosas.
Miguel Boyer fue un hombre camaleónico y de contrastes en su vida pública; tras su inesperada dimisión del Gobierno en julio de 1985, nos sorprendió en 1996 cuando dejaba las filas socialistas para apoyar públicamente el programa económico de quienes hasta entonces habían sido sus adversarios políticos y ya en 2002, sería nombrado miembro del patronato de la FAES, la fundación del PP, a propuesta del ex presidente del Gobierno José María Aznar. En 2011 abandona la fundación en otro giro por el que volvió a acercarse al PSOE, en concreto al gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero,del que fue asesor.
En su vida privada también protagonizó cambios diametralmente opuestos; frente a una vida privada discreta junto a su primera esposa, la ginecóloga, Elena Arnedo, con quien tuvo dos hijos, se inicia junto a su segunda esposa, la reina del Hola, Isabel Preysler, en una vida social intensa, desarrollada en los “salones gourmet” de la denominada beautifulpeople, y donde, entre caviar y Ferrero Rocher, los miembros del mundo financiero y empresarial prosperaban en la década de los 80 y los 90 durante los gobiernos socialistas.
Como en los mejores cuentos, su vida fue hasta el final de sus días feliz y próspera en la mansión “villa meona”, compartiendo sus mejores momentos con la “reina del papel couché” y con el fruto de su amor con ella, Ana.
Pero ante la “Señora Muerte” no hay privilegios y como ya dijera Jorge Manriqueen ‘Las Cop
as a la Muerte de su Padre”:
“Allegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos”
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