Casi 300 metros cuadrados de vivienda, piscina y 2.600 de parcela lujosamente ajardinada.

España
Espacios Europeos (18/5/2018)
Ha transcendido que los diputados y dirigentes de Podemos, Irene Montero y Pablo Iglesias se han comprado una chocita de, según se dice, 268 metros cuadrados ubicada en una parcela de 2.532, con su jardincito y su piscina, todo ello valorado en 600.000 euros. Por supuesto que la chusma española ha arremetido contra la pareja que hace sólo unos pocos años dijeron que asaltarían los cielos; un objetivo que abandonaron casi de inmediato.

Esta nota también es una crítica contra los dos podemitas, pero nada tiene que ver con la de la rancia reacción española.

Y es que Pablo Iglesias ha salido al paso de las citadas críticas explicando las razones de la compra. Ha dicho que quieren que sus hijos (aún por nacer) crezcan en un ambiente diferente. Así lo ha explicado: “Llevamos mucho tiempo buscando una casa en el campo donde poder avanzar en nuestros proyectos como familia” y, lo que buscaban, era una zona en la que no llamasen la atención “desde el momento en que pisamos la calle” porque “nos gustaría que nuestros hijos puedan vivir su infancia de la forma más normal posible”.

Vaya, normal, normal… Se me ocurre pensar que lo normal es que los hijos de cualquier currela vivan en viviendas de otra manera (pisos con vecinos, etc., que hoy en día ya es un lujo), y está claro que la de IglesiasMontero no lo es. ¿O es que acaso una pareja de trabajadores con sueldo medio (no digamos bajo) se pueden permitir algo semejante?. La “normalidad” de los hijos de la pareja podemita es anormal desde antes de asomar al mundo.

Luego Iglesias ha dado todo tipo de información de cómo van a pagar su vivienda, de cómo van a recibir la ayuda de los padres de Montero etc. Unas explicaciones sin duda intranscendentes.

Por supuesto que ambos políticos pueden hacer con su dinero lo que les venga en gana. No se trata de transparencia en la compra ni nada por el estilo. La cuestión es que ambos individuos, que a través de sus puestos en el Congreso y de su partido se arrogan la defensa de los más desfavorecidos, han demostrado que, a pesar de sus envoltorios progres, poseen almas inequívocamente burguesas y, en la medida de sus posibilidades, el cuerpo también.

Resulta cuando menos incongruente “defender” a los desahuciados y sin techo o a las personas que sufren la pobreza energética (por poner sólo tres ejemplos) desde una posición tan infinitamente más elevada. Nada nuevo bajo el sol. Por razones obvias, la burguesía no nació para defender a la clase obrera.

Fuente. Insurgente.