Teodoro Obiang Nguema (dibujo de Mundo Negro).

Guinea Ecuatorial
Espacios Europeos (8/6/2018)
En un artículo, titulado Estado S.L. ¿Un viejo y caduco romance?, firmado por Sebastián Ruiz-Cabrera el pasado 20 de abril de este año, nos sitúa frente a la realidad de África y, en concreto, a la que fuera colonia y más tarde provincia española de Guinea Ecuatorial.

Recogemos un preámbulo de ese texto y, completo, el párrafo que dedica a Guinea Ecuatorial. Lo hacemos, a pesar de que fue publicado en abril, porque nos ha llamado poderosamente la atención el comentario y crítica –algo que no es habitual en Mundo Negro– que hace de la situación en la que vive la población guineana tras el llamado Golpe de Libertad que dio Obiang Nguema el 3 de agosto de 1979 contra su tío Francisco Macías.

El artículo comienza así: “El África al sur del Sahara es el hogar de muchos de los líderes en el poder más antiguos del mundo. Una dinámica que parece revertirse en algunos países. En el presente dosier se analizan las dos caras de la misma moneda: la vieja y nueva política africana y sus desafíos”.

Y continúa…“A veces, solo falta una rendija por la que se cuele la luz. La esperanza de un mundo mejor. Esto tuvo lugar en la década de los sesenta y setenta en el continente africano donde los nuevos dirigentes derribaron el tabique colonial de una patada para alcanzar el sueño dorado de la libertad. Pero algunos de los que continuaron con la estela iniciada en los ochenta han acabado consumidos en el cargo y aceptando las reglas de un sistema financiero que aprieta los huesos a una gran mayoría de la población. Políticos al borde de una sobredosis de apego al poder”.

Durante la lucha por las independencias africanas, la aspiración a la autodeterminación se asoció con un futuro mejor para los antiguos colonizados. Más tarde llegaría el tiempo del puño en alto, de llorar mirando las nuevas banderas, de soñar o reconocerse como camaradas en los días de celebración en las calles y de brindar; festejar hasta el día siguiente con vino de palma bien fermentado. Sin embargo, esta transformación social se limitó principalmente al control político bajo el cual la nueva élite obtuvo acceso a los recursos a través del Estado. Tal transición no eliminó –al menos en términos generales, aunque hubo intentos– las discrepancias estructurales de la era colonial.

Después de la liberación, estos procesos elevaron los movimientos anticoloniales a gobiernos que implementaron un firme control social. El Estado llegó a ser entendido como el producto de los nuevos gobernantes. Una especie de sociedad limitada (S.L.). Se privilegió a unos pocos mientras que la gran mayoría permaneció marginada. Lo que surgió fue una nueva ideología compensatoria…”

Texto dedicado a Guinea Ecuatorial

Guinea Ecuatorial (38 años)
Con 38 años en el poder de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema detenta el récord absoluto de longevidad política de jefes de Estado en el cargo, sin contar las monarquías. Obiang, de 75 años, se enfrenta a una batalla silenciosa en su familia y en el seno del propio Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE) que lidera desde el golpe de Estado que perpetrara contra su tío en 1979 se debate entre ceder el trono a alguien de su cuerda en el PDGE o transitar hacia una lógica hereditaria y peligrosa que situaría a su hijo Teodorin Obiang  ­acusado de corrupción por un tribunal francés- al frente de este país tropical. Parecen las dos únicas alternativas políticas. Y mientras, en la escena internacional, Guinea Ecuatorial hace de funambulista entre los negocios relacionados con el petróleo, la opacidad de información en uno de los países con una renta per cápita más elevada de África -pero con unos índices de desigualdad que abren precipicios sociales-, o la denuncia sobre violaciones de derechos humanos que se han visto acentuadas tras la reciente excarcelación del dibujante Ramón Esono, acusado con pruebas falsas de blanqueo de dinero y que le mantuvo cinco meses en prisión.