Teodoro Obiang, durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el 27 de septiembre de 2018. GETTY

España/Guinea Ecuatorial
Espacios Europeos (13/9/2018)
La Agenda de Política Exterior 2017-2021 publica un documento, “España-Guinea Ecuatorial, ¿otra política es posible?”, que recogemos, con la simple intención de conocer cuál es la política que el Gobierno de España tiene en su cartera. Aunque heredada de Mariano Rajoy, lo que publica esa Agenda es lo de siempre, nada nuevo, pero conviene conocerlo para no llamarnos a engaño.   

Además de su propia opinión, la Agenda aporta las de Aitor Esteban, Portavoz del Grupen Vasco en el Congreso de los Diputados (EAJ-PNV), Ainhoa Marín Egoscozábal, Investigadora principal para África Subsahariana en el Real Instituto Elcano, Fernando Maura, Responsable del Área de Exteriores de Ciudadanos y diputado por Madrid, José Naranjo, Periodista freelance en África Occidental y Donato Ndongo-Bidyogo, Escritor, periodista y político ecuatoguineano.

Agenda de Política Exterior de España
España redefine su política hacia África con la mirada puesta en participar en el desarrollo del continente y gestionar, entre otros asuntos, los flujos migratorios. Una cuestión pendiente en la agenda exterior española es Guinea Ecuatorial, que el 12 de octubre de este año celebra los 50 años de su independencia. Desde 1979, la única excolonia española en África Subsahariana está gobernada por Teodoro Obiang, a los mandos de un régimen corrupto y represor. El vínculo histórico y los intereses económicos han mantenido a los sucesivos gobiernos de España en una cada vez más difícil indiferencia ante la situación del país. Preguntamos a cinco expertos si otra política hacia Guinea Ecuatorial es posible”.

Los expertos son:
Aitor Esteban, Portavoz del Grupen Vasco en el Congreso de los Diputados (EAJ-PNV)
Es complicado dada la nula voluntad del régimen guineano para moverse hacia parámetros democráticos. Eso dificulta las relaciones pero no puede suponer, como hasta la fecha, la cuasi desaparición de la acción exterior española en el país, lugar que ha ido ocupando la diplomacia francesa. Debe haber una mayor atención de la diplomacia española, en tiempo y recursos, acompañada de una defensa firme de principios democráticos. A fin de que sea efectiva es necesario meter en la agenda europea este asunto, y le corresponde a España liderarlo. Y, en fin, para que esa otra política pueda producirse es imprescindible que Guinea Ecuatorial esté presente en el debate político parlamentario de las Cortes periódicamente (en este sentido es importante el Intergrupo parlamentario sobre Guinea), y que también lo esté en los medios de comunicación.

Ainhoa Marín Egoscozábal, Investigadora principal para África Subsahariana en el Real Instituto Elcano
Guinea Ecuatorial es una economía de reducidas dimensiones, pero 50 años después de su independencia de España (12 de octubre de 1968) el país mantiene su relevancia estratégica, además de una historia de complejas relaciones políticas entre ambos países. El cambio producido en los años noventa, de un sistema económico basado en la producción de recursos naturales (agricultura y los bosques), a una economía basada en la exportación de hidrocarburos (petróleo y gas natural), tuvo como consecuencia la aparición de un nuevo escenario de dificultades políticas, económicas y sociales. Guinea Ecuatorial ha ido transitando por la esfera geopolítica de interés de diferentes actores internacionales. El inicial acercamiento a Francia y la entrada en la zona franco-CFA en 1985, fue seguida del interés de Estados Unidos, explicado por el acceso a un petróleo fácil de transportar desde plataformas off-shore y las importantes reservas de hidrocarburos del país.

Este interés en la riqueza energética ecuatoguineana es creciente, y actualmente el país es un área estratégica de abastecimiento de energía. Atrae desde hace varios años el interés de potencias como China e India, que son ya los principales destinos de las exportaciones de petróleo y gas natural guineanos, a los que siguen Corea del Sur y España. Aunque España es, junto con EEUU, el principal proveedor de mercancías a Guinea Ecuatorial, China ocupa ya la tercera posición. Gracias a estas nuevas relaciones, Guinea esquiva las presiones internacionales a favor de las libertades democráticas. El modelo chino no habla español, pero practica la no injerencia en los asuntos nacionales. Aunque a España le debe interesar una Guinea Ecuatorial más democrática, y por ello más estable económica y socialmente, que además permitiera ampliar el flujo de inversiones desde España, el presidente, Teodoro Obiang, reclama más cooperación, pero menos injerencia en asuntos relacionados con derechos humanos y libertades públicas. En tanto no cambien las circunstancias actuales, es complejo que España pueda desempeñar un papel más activo y en coherencia con el pasado común.

Fernando Maura, Responsable del Área de Exteriores de Ciudadanos y diputado por Madrid
Guinea Ecuatorial es un país con el que España mantiene una relación política muy importante, pero también con el que comparte lazos sociales, históricos y culturales. El país es la única excolonia española en África Subsahariana y, además, el único país de la región en el que el castellano aún mantiene una importante presencia. Dada la importancia de África para el futuro de la economía y la política internacional, la relación entre España y Guinea Ecuatorial tiene un enorme potencial para situar a nuestro país en la mesa de las decisiones que afectan al continente vecino. Sin embargo, la deriva autoritaria de Teodoro Obiang ha tensado las relaciones entre ambos países y ha limitado las posibilidades de explotar esta relación de posible beneficio mutuo.

España es un Estado moderno, parte de una comunidad de Derecho como la Unión Europea, que debe tener el respeto y protección de los derechos y libertades fundamentales como pilar de su acción exterior. En este sentido, los partidos políticos en el Congreso de los Diputados han acordado acciones conjuntas con el ministerio de Asuntos Exteriores para mejorar la situación de los derechos y libertades en Guinea Ecuatorial. Ese debe ser el camino a seguir, pues solo haciendo frente común en un asunto tan vital podremos avanzar hacia unas relaciones bilaterales beneficiosas para ambas partes entre España y su país más cercano en el África Subsahariana.

José Naranjo, Periodista freelance en África Occidental
Desde la perspectiva española, Guinea Ecuatorial no es ni puede ser cualquier país. Al igual que mantenemos estrechos lazos y relaciones privilegiadas con Suramérica por los vínculos históricos, culturales y lingüísticos, no se puede negar que España tuvo un papel destacadísimo en la historia reciente de Guinea. Toca asumir nuestra cuota de responsabilidad sobre lo sucedido durante las largas décadas de ocupación y colonialismo, pero también sobre los últimos 50 años y lo que sigue ocurriendo allí.

Guinea Ecuatorial es una de las peores dictaduras del mundo y en España reside buena parte de la diáspora. El gobierno español debería ser mucho más sensible a las constantes evidencias de violaciones de los derechos humanos, asesinatos, ausencia de justicia, encarcelamientos arbitrarios, falta de libertad de expresión y todo tipo de abusos cometidos por el régimen de Teodoro Obiang, que en 2019 cumplirá 40 años en el poder.

La apropiación del aparato de Estado y el saqueo sistemático de los recursos naturales en su beneficio ha caracterizado la manera de proceder de la pequeña élite que gobierna este país desde 1979. Que políticos conocidos por todos y empresarios españoles sean cómplices de una dictadura que no titubea a la hora de usar toda su maquinaria represiva contra opositores y ciudadanos que se atreven a discrepar, plantea, cuanto menos, serias dudas morales.

Donato Ndongo-Bidyogo, Escritor, periodista y político ecuatoguineano
Tras medio siglo de independencia, ciertas realidades lastran las relaciones entre Guinea Ecuatorial y España, condicionando el futuro. En 1971, España decretó “secreto oficial” toda información sobre Guinea Ecuatorial para ocultar el fiasco que supuso una descolonización presentada como “modélica”. Cuando el secreto fue suprimido por el gobierno de Adolfo Suárez, en octubre de 1976, se había borrado de la conciencia del español la principal seña de identidad: que esa nación africana se construyó sobre dos antiguas provincias españolas. El cambio producido en agosto de 1979 pudo restablecer los puentes, pero las cuatro décadas de presidencia de Teodoro Obiang no han mejorado sustancialmente unas relaciones siempre tensas, presididas por el recelo y los intereses turbios. Innegable que España perdió los instrumentos para influir política, económica y culturalmente en su antigua colonia, espacio ocupado por otros; significativas son su integración en la Francofonía y en la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), así como el incremento de los intereses económicos franceses, estadounidenses, chinos, indios o brasileños.

Eso sucede no tanto por la exigencia de respeto de los derechos humanos y apertura política, sino porque España nunca ha conocido de verdad a los guineanos; basa fundamentalmente su relación bilateral sobre tópicos y estereotipos coloniales. Con Franco o con la democracia, el guineano nunca sintió cercana la presencia de España; diríase que españoles y guineanos deben superar sus complejos de colonizadores y colonizados. España debería buscar aliados sólidos en la sociedad civil, en lugar de apostar a una sola carta. No me refiero solo al aspecto político: resulta penoso escuchar a un joven guineano expresarse en español.