Luis Bárecenas (izquierda), junto a su entonces chófer, Sergio Ríos, a la salida de la Audiencia en febrero de 2013. JUAN MEDINAREUTERS

España
Javier Castro-Villacañas
(29/11/2018)
* Retrato del hombre al que captó Villarejo para robar al tesorero del PP los papeles más comprometedores de la contabilidad ‘B’ del partido de Rajoy.
*Todo arranca en el mismo prostíbulo donde los autores del 11-M comprueban la calidad de los explosivos que usarán para la masacre.
*Sergio Ríos era portero del garito. Los Bárcenas empezaron a desconfiar de él el día en que un supuesto cura asaltó su casa y encañonó a Rosalía.
*’Operación Kitchen’: El chófer de Luis Bárcenas dio las claves de la alarma para el robo.

Primera escena. A las puertas de un burdel
O cómo empieza todo en el prostíbulo de la dinamita del 11-M traída de la mina Conchita.

Apartahotel Discoteca Erótica Flower’s, uno de los mayores prostíbulos de toda España. Apenas 26 kilómetros a las afueras de Madrid. Uno de esos supermercados del sexo que comercian con el cuerpo humano y cuyos servicios van desde «los espectáculos eróticos más brutales de Madrid», hasta las «habitaciones con profesionales», pasando por la posibilidad de ver «en pantalla gigante el fútbol mientras se asiste a un striptease» o contratar una «zona vip exclusiva para despedidas de solteros o fiestas privadas» o un «área de tapeo desde las 8 de la tarde hasta las 4 de la madrugada» perfectamente asistida.

El gran burdel está vinculado al grupo empresarial La Florida S.L., que posee muchos otros templos repartidos a lo largo y ancho de la geografía española, como la clásica sala Riviera de Castelldefels (Barcelona), conocida por ser la catedral del sexo de Cataluña.

Pero fue allí, en el Flower’s madrileño, en el número 2 de la calle Rosa de Lima del municipio de Las Rozas (a la altura del kilómetro 26 de la carretera de La Coruña), donde Sergio Ríos Esgueva, conocido hoy como el chófer de Bárcenas, comenzó su andadura como colaborador de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y lo hizo, quizá sin saberlo, de la mano de otro experto y profesional acreditado en esta materia: el que fuera colaborador de la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) y testigo en el proceso judicial de los atentados del 11-M, Mario Gascón Aranda. Los dos trabajaban como porteros del Flower’s. Y allí empieza todo.

Sergio Ríos es natural de Ceuta, donde nació en 1975. Cumplirá el próximo 20 de enero 44 años. Robusto, moreno, no muy alto, fue militar profesional y desde siempre se ha mantenido en muy buena forma física. Es asiduo a los gimnasios y practica el running como entrenamiento de las carreras populares en las que participa, su otra gran pasión. Cuando acabó su relación con el Ejército se vinculó al mundo de la noche. Fue portero de locales y discotecas y recaló en el Flower’s. Allí, en las cancelas del burdel, inició su vinculación con Gascón. Era su jefe.

Antes de ser carne de titulares de prensa, Mario Gascón fue fraile mercedario, agente de la inteligencia militar, se infiltró en grupos de insumisos y de extrema izquierda en los 80 y pasó después a ser director de discotecas, locales gays y puticlubs por toda España: en Barcelona, Madrid, Valencia… Dejó huella tras sus pasos por el People’s de Orihuela, el Lovely de Madrid y, cómo no, el Flower’s de la carretera de La Coruña.

Él ha recalcado que su trabajo en estos locales lo hizo siempre en colaboración directa con «los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado» ya que «la información y la lucha contra la delincuencia se realiza en este tipo de lugares». Hace unos años concretó su actividad en una entrevista con City Fm Radio: «He hecho trabajos de información de todo tipo: narcotráfico nacional e internacional, tráfico de armas, delincuencia común, atracos, robo de diamantes, sicarios colombianos. Algunos con más éxito y otros con menos. Siempre con el conocimiento de la Guardia Civil. Algunas veces me pedían servicios concretos».

Según Gascón, el más famoso de estos «servicios concretos de información» tuvo lugar precisamente en la discoteca Flower’s. Y fue el encuentro celebrado el 6 de marzo de 2003 entre José Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro (ambos integrantes de la trama asturiana del 11-M) con Rafael Zouhier (otro condenado por aquellos atentados y captado entonces por Gascón como confidente de la UCO). En ese local, Trashorras le entregó a Zuhier una muestra de explosivos y detonadores robados de la mina Conchita, material que acabó en manos de la Guardia Civil.

Sucedió que, según declaró en el juicio el agente de la Benemérita que controlaba a Gascón y a Zuhier, «la muestra del explosivo no se llegó a analizar porque otro agente, a simple vista, dijo que era dinamita en mal estado». Esa Goma-2, según la sentencia, fue la que estalló en los trenes el 11-M.

La información en los puticlubs, según Mario Gascón, fluye. Y los que trabajan en seguridad, como hicieron él y Sergio Ríos en aquellos años, pueden obtener mucha por su acceso a los clientes, a las chicas, a lo que hablan los clientes con las chicas, a los pagos que se realizan con tarjetas, al trapicheo de drogas… y se obtiene mucho aviso fresco, bueno y de primera mano. Es una fuente, según él, impagable para la Policía y la Guardia Civil. Según ha confirmado Mario Gascón a Crónica, «Sergio Ríos trabajó como portero y como seguridad de Flower’s durante 2003. Allí coincidió con Rafael Zuhier y con otro Sergio en ese tipo de labores. Puedo asegurar que no trabajaba para la UCO, pero sí daba a entender que seguía manteniendo algún tipo de relación con el Ejército. Yo creo que ya informaba a la Policía». ¿Infiltrado ya entonces, o simple fanfarrón?

Sergio Ríos con su pareja cuando ya era chófer de la familia Bárcenas. Hoy es policía nacional. Tiene 43 años.

Mario Gascón se ha visto inmerso en los últimos años en diferentes problemas legales. Primero tuvo discrepancias económicas con los propietarios de los locales nocturnos en los que trabajaba. Más tarde, se vio involucrado en un ajuste de cuentas entre colombianos con el resultado de un muerto. También fue detenido en Honduras en 2009 por un presunto delito de «boicot electoral» al impedir en unas elecciones votar a la gente. Y el pasado mes de junio, en Zaragoza, fue detenido por un presunto delito de narcotráfico tras recoger junto a otra persona un paquete con 600 gramos de cocaína. Gascón quita importancia a esto último: «Me quisieron tender una trampa pero ya está todo aclarado»... Segunda escena.

Al volante de Bárcenas
O cómo Ríos llegó a ver por el retrovisor a Luis en el coche del partido.

La existencia de Sergio Ríos, el chófer, tampoco se queda corta en aventuras y, como veremos, en episodios dignos, algunos de ellos, de las mejores novelas de John Le Carré. Sobre todo tras su implicación en el presunto robo de  documentos, papeles y agendas del que fuera tesorero del Partido Popular,  actualmente en prisión condenado por el caso Gürtel, Luis Bárcenas. Al trabajar para la familia Bárcenas y, según la Fiscalía, ser captado por la banda de los comisarios Villarejo y García Castaño para traicionar al político popular, es más que apropiado el apodo que le ha sido asignado: el Topo.

Después de su paso como portero de noche de Flower’s (hizo las mismas tareas en otro prostíbulo madrileño de la carretera de Burgos), en abril de 2006 Sergio Ríos pasa las pruebas de vigilante de seguridad convocadas por la Secretaría de Estado del Ministerio del Interior, y empieza a trabajar como vigilante en empresas relacionadas con la construcción. Se conoce su relación con varias que realizan promociones en la localidad madrileña de Valdemoro, lugar donde se traslada a vivir y donde, años después, será padre de un niño con su pareja, P. Martínez.

Todos los datos apuntan a que fue en Valdemoro donde estableció un primer contacto con los dirigentes del Partido Popular. En 2004 Francisco Granados, que había sido alcalde del municipio desde 1999, es nombrado secretario general del PP de Madrid y consejero de Transportes de la Comunidad. Sólo cuatro años después Sergio Ríos mete la cabeza en el entorno de la formación, coincidiendo con que Granados es nombrado consejero de Justicia e Interior. En ese 2008, el ex portero del burdel fue contratado para vigilar un descampado, el solar donde se había proyectado construir la Ciudad de la Justicia de la Comunidad de Madrid.

Ese servicio de vigilancia se concedió a una empresa mixta en la que tenía participación el grupo Serygur, que en el año 2008 pasó a denominarse Alium. Las empresas del grupo Serygur cobraron por este trabajo cerca de un millón de euros. Así quedó certificado en la comisión de investigación que la Asamblea de Madrid abrió para cuantificar el agujero negro del macroproyecto fallido de Esperanza Aguirre.

Al frente del grupo Serygur aparece Álvaro de la Cruz, cuyo nombre es mencionado en el sumario del caso Gürtel como supuesto receptor de 30.000 euros de la «caja B» de Francisco Correa. Un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía Nacional (UDEF) le vinculó también con Luis Bárcenas. Según la Policía, el ex tesorero del PP habría presionado presuntamente al entonces consejero madrileño de Justicia, Alfredo Prada, para que la concesión por 700.000 euros de la seguridad del descampado de la Justicia fuera para Serygur.

Como director de seguridad del Campus de la Justicia fue nombrado Andrés Gómez Gordo, inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía, con un sueldo de 6.000 euros limpios al mes y una indemnización tras la liquidación del proyecto de 30.000 euros. De ahí, Gómez Gordo fue contratado como asesor de seguridad de Francisco Granados y Sergio Ríos como conductor del consejero.

Esta relación entre Gómez Gordo y Sergio Ríos es importante porque es la que explica su contratación posterior como chófer de la familia Bárcenas. En 2010 el inspector se reincorporó a la Policía y ocupó un puesto en el gabinete de prensa de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Al año siguiente, 2011, María Dolores de Cospedal  le lleva consigo al Gobierno de Castilla-La Mancha, para ocupar el puesto rimbombante de «director de análisis y documentación». Aunque, en realidad, se dedicaba a la suyo: la seguridad y la información.

Por aquellas fechas, cuando Cospedal compaginaba su cargo de presidenta manchega con la secretaría general del PP, estalla el caso Gürtel, con la implicación posterior de Luis Bárcenas. En este contexto, Cospedal decide pagarle los gastos del coche y del conductor al ex tesorero y, por recomendación de Andrés Gómez Gordo, se contrata a Sergio Ríos como chófer. Así llegó a ver por el retrovisor Ríos a Bárcenas en el coche del partido: un Audi A6 con los cristales tintados. Aunque también, en ocasiones, se ponía al volante del vehículo particular de los Bárcenas: un Audi Q7.

Tercera escena. El chófer se mete hasta la cocina…
O cómo el comisario Villarejo ‘asalta’ y capta al chófer en plena calle.

En todos los relatos de espías aparece el factor humano. Este elemento también es importante en la historia de nuestro chófer. Resulta que el distanciamiento entre Bárcenas y el PP se fue produciendo poco a poco: en 2009 el ex tesorero se desvincula del partido tras su imputación en la red de financiación ilegal del PP, pero mantiene su escaño de senador. Fue al año siguiente, 2010, cuando renuncia a su escaño de senador y el partido anuncia que deja de pagarle su defensa y, se sobreentiende, también el coche y el chófer. Pero esto no fue así, por lo menos hasta junio de 2013, cuando estalla la información de sus cuentas secretas en Suiza: más de 48 millones de euros. A partir de este momento la guerra es total entre Bárcenas y Cospedal. Y en medio se encuentra Sergio Ríos, asistiendo al combate.

A Bárcenas le retiran el coche y el chófer del partido, pero Ríos decide quedarse con la familia, a la que ha cogido afecto y con la que lleva al menos tres años de servicio. Además, le siguen pagando sus honorarios. Es el momento en el que la figura de Ríos se hace más popular al acompañar a Bárcenas en todas sus comparecencias judiciales, abriendo y cerrando las puertas de su Audi Q7. Pero también llegan los momentos más difíciles, cuando Bárcenas es enviado a prisión en junio de 2013 y, finalmente, cuando canta la Traviata ante el juez Ruz, desvelando que toda la contabilidad en negro del PP publicada era cierta. Por entonces Ríos ya trabaja sólo para la familia, centrándose en Rosalía Iglesias, la mujer del ahora preso. La demostración de que, pese al bloqueo judicial de sus cuentas, la familia sigue disponiendo de cash es que desde la prisión de Soto del Real Bárcenas adquiere por 92.000 euros un nuevo coche: un Range Rover 4.4 TDV8 que, cómo no, pone a las manos de quien él piensa que sigue siendo una persona de su confianza, Sergio Ríos. Pero dejaría de ser así. Según lo publicado durante los últimos días por EL MUNDO, Sergio Ríos fue captado como topo por los comisarios Enrique García Castaño y José Villarejo en una operación que la Policía Nacional puso en marcha ese mismo año, 2013, con el objetivo de arrebatar el arsenal documental que el ex tesorero del PP pudiera tener en contra de su partido. Este operativo policial, bautizado como Kitchen porque entraron «hasta la cocina» del ex tesorero, está siendo investigado por dos juzgados de la Audiencia Nacional (uno, el del juez Egea, que investiga la presunta mafia creada por García Castaño y Villarejo, y otro, el del juez De la Mata, que investiga la caja B del PP).

Discoteca Erótica Flower’s.

Para ganarse a Ríos, los agentes de Interior ensayaron varias estrategias. Primero, una más sutil, utilizando al que fuera su antiguo jefe en la Comunidad de Madrid, el policía Gómez Gordo, quien, según ha declarado él, se negó en rotundo. En segundo término, lo intentaron por las bravas: Sergio Ríos fue abordado en plena calle por los comisarios Villarejo y García Castaño, quienes, a golpe de placas, asustaron al hasta entonces fiel conductor y finalmente le convencieron para trabajar a sus órdenes, según lo investigado por la Fiscalía, con el pago de 2.000 euros al mes de los fondos reservados (llegaría a cobrar 48.000) y una promesa de ingreso en la Policía Nacional.

Tras algunas dudas, no muchas, Ríos se convierte en topo oficial de Villarejo y compañía. Quien paga manda y así, según la acusación de la Fiscalía Anticorrupción, sustrajo fuera del control judicial gran cantidad de documentación sensible contra el PP y sus máximos dirigentes. Una de sus últimas hazañas: facilitar a la Policía las claves de alarma  del escondite donde la familia Bárcenas ocultaba la documentación referente al partido. Al igual que un escritor deja un borrón, también los topos espías cometen errores y Ríos se equivocó en el primer número de la contraseña. La alarma se disparó pero la Policía supo salvar la situación y hacerse con su deseado tesoro.

La familia Bárcenas nunca sospechó de Ríos, pero sí empezó a desconfiar de su actitud cuando ocurrió el extraño asalto a su domicilio protagonizado por un perturbado vestido de cura que pretendía hacerse con el pendrive que contenía toda la documentación escondida por el ex tesorero. Ese día Ríos libraba pero, casualidades de la vida, se encontraba en la calle cuando Rosalía empezó a pegar gritos y subió corriendo a la vivienda para ayudar a su hijo Guillermo, que había empezado a reducir al asaltante armado. Según fuentes de la familia, ahí empezaron sus recelos.

Pero la actuación del chófer como infiltrado nunca fue descubierta, hasta ahora. Y tal como le prometieron, consiguió aprobar a punto de cumplir 40 años, el 27 de julio de 2015, en penúltimo lugar (el 253 de 254), su plaza en la escala básica de la Policía. Ahora se encuentra destinado en la Brigada de Transporte, con AVE gratis y libranzas por horas de servicio.

Aunque, en su trayecto, tiene una estación de destino más próxima, y solicitada por la Fiscalía Anticorrupción: declarar como imputado en la Audiencia Nacional por meterse hasta «la cocina» de los Bárcenas.

Fuente: El Mundo.