Pedro Sánchez.

España
José Luis Heras Celemín (15/11/2018)
Para el PP, la Sesión de Pleno del Congreso de los Diputados número 156 empezaba lastrada. Luego se vería que junto a sus lastres aparecerían los lastres del Gobierno, más graves y con la trascendencia de lo que hay en la bancada azul. Todo ello en un escenario tan feo, grotesco y repugnante como el estercolero que quiso ver, y definió, Joan Tardá en réplica al Presidente del Gobierno.

El PP empezaba el día en precario. Sin comenzar la Sesión, ya se notaba lo que uno de sus diputados, conocedor de cómo se habían hecho y acordado las preguntas del día al Gobierno, había definido como malestar debido a dos de los lastres dejados por María Dolores de Cospedal: Rafael Catalá y Dolors Montserrat. Catalá responsable del incomprensible tropiezo en el reparto de plazas del Consejo General del Poder Judicial, que llenaba de perplejidad e indignación a buena parte de la bancada. Y Montserrat, gestora extravagante y portavoz incompetente del grupo parlamentario.  

Pero fue comenzar la sesión y los lastres del PP pasaron a un segundo plano, anulados por, los lastres y defectos del Gobierno. El más importante, porque afecta al presidente, afloró con el comienzo de la primera de las preguntas. ¿Está de acuerdo el Presidente del Gobierno con la opinión de Pedro Sánchez…?, preguntó Pablo Casado. Bastó para mostrar la disociación de personalidad del Presidente en dos, las marcadas por la Vicepresidenta del Gobierno al analizar la postura (doble) de Sánchez ante el supuesto delito cometido por independentistas catalanes: Delito de rebelión para el Sánchez no presidente. Y delito de sedición para otro Sánchez, el presidente. “Póngase de acuerdo con el otro Sánchez”, sugirió Casado. Pero a aquellas alturas de la Sesión (acababa de empezar) aquello no importaba. Establecida la disociación, el esperpento llegó a un escenario feo grotesco y repugnante.

Tan feo grotesco y repugnante como el estercolero que quiso ver, y definió, Joan Tardá en las segunda de las Preguntas al Presidente. Preguntaba Tardá ¿El Presidente del Gobierno hace una valoración positiva del sistema judicial español?  Y Sánchez incidió en el lastre de citar frases manidas: Los poderes judiciales no merecen crítica…, Constitución…, Democracia plena… Critica la politización de la justicia y nos pide la judicialización de la política. “Lo tiene merecido”, dijo alguien en la Tribuna de la Prensa cuando Tardá respondió en réplica “Si quiere salir de este estercolero, pida la dimisión de Lesmes y excusas por el pacto con Casado, sino no saldremos de este estercolero.”

Algo después, salió a escena más lastre del PP, la portavoz Dolors Montserrat preguntando a la Vicepresidenta ¿Cree el Gobierno que la paciencia de los españoles es infinita?  Y, en pugna la importancia de lastres, rifirrafe entre ambas: ¡Vaya pregunta!  Metamorfosis de Sánchez. Usted ridiculizó a Sánchez. Como no saben gobernar, manipulan. Y nos llaman agitadores. Ustedes mienten. Escándalo de la tesis de Sánchez. Han agotado la paciencia del doctor Fuste (cardiólogo famoso que se va), y nosotros tenemos que soportar al doctor Sánchez. Ustedes mienten. Totum revolutum que no tiene nada que ver. Y ataque personal de la vicepresidenta, bajo, de los útiles cuando faltan argumentos y razones: Usted (ministra con Rajoy) fue el desgobierno en persona, el desgobierno. Usted necesita una pareja de baile que no soy yo. Me recuerda a Cicerón, pero usted se parece a Catilina.

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?  ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? -recordó alguien el comienzo de la catilinaria de Cicerón sin precisar si se refería a la Vicepresidenta del Gobierno, a Montserrat o a las dos.

Y más lastres contra el Gobierno. En la pregunta del diputado popular Del Río a la ministra de Justicia ¿Puede la ministra de Justicia aclarar los criterios para pedir penas inferiores en la causa del procés? Díganos sin su tono pendenciero habitual por qué ha dado esas instrucciones.

Pablo Casado

La ministra busco cobijo en criterios y tecnicismos. Pero Del Río, como gota malaya de río persistente, siguió echando lastre: Eso es mentira. No se esconda tras los funcionarios que no han querido firmar… Indigencia e indecencia democrática institucional… ¿Está preparando el camino para el indulto?…Comprométase a que no va a indultar a los independentistas por estar dos tardes más en La Moncloa. Frente a ello, la ministra, sin superar la crisis personal que padece tras aparecer sus conversaciones con el excomisario Villarejo publicadas por la prensa, sólo acertó a decir: Ustedes no me pueden cuestionar… Dejen ustedes de mentir.

También frente a la ministra de Justicia, siguió José Manuel Villegas, del Grupo Parlamentario Ciudadanos, echando lastres: Reprobada ministra, usted no tiene credibilidad. Usted está en la antesala de la dimisión o cese… Lo que ha hecho ha sido repartir las sillas del CGPJ con el ministro reprobado Catalá.

Como respuesta, la ministra trató de evadirse: Usted no me va a dar credibilidad… Hace unos días, me reuní con jueces y fiscales y me dijeron que esta huelga no era contra este equipo ministerial.

– Mira el hemiciclo -propuse a la compañera de El Economista que estaba al lado.

– Nadie la cree, y nadie la escucha -contestó.

No lo dije, pero mirando a la ministra de Justicia y comprendiendo su situación,  encontré el título: Lastres y estercolero.


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