Congreso de los Diputados.

España
José Luis Heras Celemín
(18/3/2017)
En todo juego de confrontación hay jugadas que se usan y preparan para tratar de ganar al adversario. En la confrontación política, al fin y al cabo un juego, también existe ese tipo de jugadas; y con el mismo fin. En ambas actividades, juegos y actividad política, esas jugadas se ocultan al adversario para evitar que las neutralice. Pero, una vez hechas, no está de más advertirlas; y valorarlas.

Puede que ‘la jugada’ fuera el motivo por el que el Presidente del Gobierno en la Sesión número 32 del Pleno del Congreso de los Diputados, previa a su cita en el Palacio de Versalles con Hollande, Merkel y Gentiloni, no aprovechara la Sesión, aquella Sesión, para poner ante la Cámara lo que se iba a tratar: La realidad europea que afecta a todos; y en la que todos los grupos políticos podrían tener algo que decir.

Ya pasado, aquello pudo ser una jugada que se puede repasar: Rajoy pudo comparecer ‘a petición propia’ ante el Congreso de los Diputados, explicar la situación y pedir colaboraciones e ideas antes de acudir a Versalles. Pero pasó la sesión cobijado en su escaño, y dejó a los oponentes como estaban; y como seguían estando al comienzo de la posterior Sesión nº 35 del Pleno del Congreso de los Diputados del 15 de marzo: Sin preparar la que, ahora sí, se anunciaba ‘Comparecencia, a petición propia, del Presidente del Gobierno ante el Pleno del Congreso de los Diputados, para informar sobre el Consejo Europeo (CE) de los días 9 y 10 de marzo de 2017’. Un consejo sin aportaciones de los grupos a los que Rajoy privó de la oportunidad de intervenir.

Es cierto que la Oposición Parlamentaria podía haber preparado el tema, que lo tratado en el CE es conocido, y que los portavoces de los grupos parlamentarios tenían acceso a informaciones ajenas a un Presidente de Gobierno que, además de presidente, es adversario político. Pero, por lo visto, todos hicieron lo mismo: Nada. En lugar de entrar en los asuntos tratados por el CE, la Oposición optó por mostrarse hostil con el Gobierno, perdiendo la ocasión de aportar lo que se espera de ellos: Posturas frente a la realidad y futuro europeos. Propuestas coherentes. Y críticas fundadas a las actuaciones del Gobierno en el CE, de las que, porque así está establecido, el presidente iba a dar cuenta.

Podría analizarse el discurso de Rajoy, leído en 15 folios, y pormenorizar contenidos o estructura. Pero parece más adecuado acudir al resumen que él mismo hizo en una réplica: «La Unión Europea ha funcionado y ahora debemos dedicarnos a resolver problemas a los ciudadanos y mirar hacia el futuro».

Puede servir como punto de partida para entender la ‘jugada de Rajoy a cuenta de la Unión Europea’ en una situación marcada por las circunstancias del momento: Debilidad del gobierno del PP en minoría y con los Presupuestos Generales del Estado sin aprobar. El PSOE convulso y temiendo escisiones. Ciudadanos y Podemos sin experiencia ni definición. Amenaza secesionista en Cataluña. Recuperación económica. Y unos hechos puntuales que sirven para valorar la capacidad de los grupos de la oposición para hacer frente al conflicto de estibadores, la parálisis de puertos que produce y el quebranto que supone rechazar el Decreto-Ley que proponía el Gobierno para solucionarlo.

En estas circunstancias, sin llegar al año de legislatura que podría permitir la disolución de Cortes y convocatoria de Elecciones Generales, convenía una jugada para conseguir un doble efecto: Ganar un tiempo que es útil, especialmente para el PP y Rajoy. Y enfrentar a todos a los problemas actuales para desvelar la capacidad de cada uno.

Aún en el hipotético y poco probable supuesto de que sean producto del azar, esos son, sin duda, los efectos obtenidos por Rajoy privando al Pleno del Congreso de los Diputados del conocimiento de lo que se iba a tratar en el Palacio de Versalles (Sesión 32); y compareciendo después (Sesión 35) para dar cuenta del resultado del Consejo Europeo de los días 9 y 10 de marzo.

Aunque poco, se ha ganado un tiempo que convenía para conseguir apoyos con los que aprobar los Presupuestos Generales del Estado (Parece que hay avances con el PNV y alguno más) y para dilatar el problema de los estibadores (a costa de una multa imputable a los opuestos al Decreto-Ley).

Y, más importante y endiabladamente maquiavélico, se ha puesto ante la opinión pública la realidad de una Oposición que, sin preparar ante la realidad europea y el futuro inmediato, dio muestra de su entidad con  hechos y declaraciones como los que se produjeron. Recordemos algunos:

«No ha sido un CE importante, sino de trámite…Conclusión: Las mejoras no han llegado a los ciudadanos… Ha hecho falta el ‘brexit’ para que España cuente en la UE», frases de Hernando, portavoz del PSOE.

«Le voy a proponer un debate de Estado… Ha pecado de palabras grandes… Europa es la unión de tres grupos de intereses: Estados Unidos, Alemania y Francia… La UE no es un éxito, sino un fracaso…Fracasó la Constitución Europea», argumentos de Pablo Iglesias, portavoz de PODEMOS, para rechazar el éxito de una UE que ha conseguido 60 años de paz y prosperidad.

«La UE es la mejor idea política, el mejor invento. Reconocer errores para hablar de futuro y para construir», «Ahora nos toca a Nosotros», expresiones de Albert Rivera; la primera como afirmación principal sin entrar en contenido. La otra como advertencia-lección a Podemos.

Hubo turno de réplica de todos. Y uno solo de dúplica, de Rajoy, para cerrar el asunto con: Una reconvención docente a Pablo Iglesias a cuenta de sus errores (orígenes de la UE, no reconoció una frase de Ortega y Gasset y confundió a un noruego con un sueco). Un halago benevolente a Hernando y Rivera. Y un golpe de florete dialéctico con un texto aparentemente átono:

«Recordar a la Cámara cuál era mi objetivo aquí: Explicar el debate en el Consejo Europeo. A partir de ahí, cada uno ha hablado como ha creído oportuno».

Con la dúplica y el colosal recuerdo, que descolocaba a los portavoces de PSOE, Podemos y Ciudadanos (y a alguno más), no acabó la peripecia. Siguieron las preguntas de la Oposición para Control al Gobierno. Sin Interpelaciones urgentes, todas ellas, en conjunto, sirvieron de colofón, y adorno, a la ‘Jugada de Rajoy a cuenta de la Unión Europea’. En el momento de producirse, parece que sólo unos pocos la percibieron. Pero tendrá efectos.