Steve Maia Caniço .

Francia
Espacios Europeos
(15/9/2019)
Varias decenas de heridos y  casi una treintena de detenidos deja la nueva manifestación de protesta de os ´chalecos amarillos´ en Francia, cuyo objetivo parece apuntar claramente a la cabeza de Emmanuel Macron, Presidente de la República Francesa.

La policía gala actuó con contundencia para reprimir la manifestación de  unas 2.000 personas en la ciudad francesa de Nantes, en el departamento de Loira Atlántico. En Nantes, las fuerzas de seguridad se emplearon a fondo para tratar de impedir cualquier concentración de personas, para ello empleó gases lacrimógenos y cañones de agua.

Desde el 17 de noviembre de 2018, todos los sábados tiene lugar una manifestación en Francia de los llamados ´chalecos amarillos´. La protesta comenzó denunciando la subida de los impuestos sobre los combustibles, pero poco a poco se fue transformando en un movimiento social cuyo principal objetivo es acabar con el actual gobierno.

Un dato significativo en las protestas del sábado pasado, ha sido que la mayoría de los manifestantes (en Nantes) no portaban el chaleco amarillo que identifica a los participantes en estas concentraciones. Y otro aspecto ha sido que como respuesta a la acción policial, algunos activistas han lanzado cócteles molotov. Para defenderse de las numerosas críticas por su actuación, la policía ha declarado que se han encontrado restos de 22 de estos artefactos.

Algunos grupos de manifestantes han recordado la figura del joven Steve Maia Caniço, de 24 años que desapareció el 21 al 22 de junio en Nantes cuando la policía disolvió una fiesta musical en la que participaban unas cien personas. La desproporcionada actuación policial, con el uso de abundantes medios de represión, provocó que varios de los asistentes cayeran al río Loira. Maia Caniço, pudo ser uno de ellos. Un mes después su cuerpo fue encontrado muerto, en estado de descomposición,  en las orillas del río.

A partir de entonces, las acusaciones contra la policía –a la que culpan de la muerte de Maia Caniço– han ido en aumento. Incluso un sindicato policial ha criticado severamente la actuación de sus compañeros en aquel luctuoso día.

A Macron se le acumulan los problemas. Ahora ha sido la huelga del transporte público que el viernes pasado paralizó París. El 13 de septiembre se convirtió en el “viernes negro”, donde largas colas de coches colapsaban las carreteras, las estaciones de bicicletas estaban vacías, enfrentamientos por coger el primer taxi que llegaba, retrasos en incorporarse al puesto de trabajo, y un largo etcétera.

Esta huelga ha sido la primera de las anunciadas con motivo de la reforma laboral y de las pensiones que el gobierno francés pretende implantar lo antes posibles.

Francia está inmersa en el comienzo de un serio conflicto social, que Macron y su gobierno no adivinan ver, aunque es consciente de que está germinando. De ahí las prisas del gobierno por negociar con sindicatos y demás agentes sociales las reformas laborales en marcha.

Macron mira de reojo por la ventana de su despacho esperando que, de un momento a otro, aparezcan los ´chalecos amarillos´.