Diego Camacho, Bucharaya Beyún (Primer Ministro de la República Árabe Saharaui Democrática), Eugenio Pordomingo y Eugenio Sánchez, en el transcurso de un debate sobre el Sáhara occidental organizado por espacios Europeos. Foto archivo.

España
Diego Camacho (27/1/2021)
La causa general de España pasa de castaño oscuro. Enseguida uno se pone a pensar cual es el tema que el presidente del gobierno domina y fuera de la pose para el retrato, su facilidad para hacer promesas incumplidas o colocar a sus amigos. Queda el vacío más absoluto.

La pandemia se ha generado a nivel planetario, lo difícil es permanecer entre los tres primeros puestos de mala gestión en las tres sucesivas oleadas del virus. Ese ánimo de enrocarse en los errores, indican además de incompetencia dar prioridad al interés del partido por delante de la vida de los ciudadanos.

No se han utilizado adecuadamente los enormes recursos que posee el Estado, se ha decretado un mando único que no se ha sabido ejercer o que ha salido huyendo como pasó con las residencias de ancianos durante la primera ola. No se quiso informar verazmente al ciudadano, ocultando sistemáticamente el número de fallecidos o dando información falsa como la proporcionada con las mascarillas. En definitiva, Sánchez no supo ejercer el liderazgo al que su alta magistratura le obligaba. Sí permitió que correligionarios suyos hicieran negocio con el abastecimiento sanitario, soslayando los mecanismos que tiene el Estado, y que en algunos casos además resultó inservible, el mantenimiento de un incomprensible rechazo hacia la salud de los ciudadanos de Madrid, así como su resistencia a adoptar medidas preventivas en el aeropuerto de Barajas.

Pasando por encima de la Constitución, con la ayuda de su aliado de gobierno,  se ha dedicado a: dictar multitud de decretos leyes que en su mayor parte no cumplen con el requisito constitucional de la urgencia, decretar un estado de alarma de 6 meses cuando solo puede hacerlo por 15 días prorrogables por otros 15 días, eludir el control parlamentario efectivo como señala la Constitución en los estados de alarma y finalmente cercar al CGPJ cuestionando sus competencias en el nombramiento de magistrados. En resumen, aprovechar la pandemia para reforzar un poder totalitario que debilite al actual sistema político y compense su debilidad exterior, así como una imagen internacional totalmente deteriorada, de la que ya se hacen eco los principales periódicos del mundo.

En la crisis económica que estamos padeciendo como efecto añadido, uno pensaba que el presidente con un doctorado en Ciencias Económicas, aunque de dudosa obtención, tendría ideas válidas para atenuar los efectos de la epidemia, pues tampoco. La política económica basada en unos presupuestos irrealizables adopta la senda del incremento gasto público improductivo como la contratación de más asesores o la continuidad en el financiamiento de chiringuitos innecesarios mientras las colas del hambre experimentan un notable incremento.

Para agravar aún más el panorama y no encarar decididamente la crisis sanitario–económica, intenta distraer el foco de atención de la opinión pública y no duda en distraernos con temas, que aunque importantes son menos urgentes, como: Gibraltar, la inmigración, Marruecos el Sahara occidental, Venezuela o el acercamiento de terroristas al País Vasco.

Pedro Sánchez.

Temas en los que tampoco obtiene ningún resultado beneficioso para España y que por el contrario suponen una pérdida de imagen internacional, a la vez que manifiestan una debilidad internacional creciente a la que tenía cuando se inició esta legislatura.

En poco más de un año de gobierno, Sánchez ha demostrado su falta de: capacidad, liderazgo y empatía. Es como si en el palacio de la Moncloa las personas que allí trabajan lo estuvieran haciendo para una nación inexistente. La elección del ministro Illa para liderar la lista del PSOE, en las elecciones autonómicas catalanas, es una buena prueba. Un ministro de sanidad cuya gestión ha sido desastrosa es catapultado como la gran esperanza electoral del partido socialista. Lo importante, al parecer, es dar bien en las fotos o en la televisión no la cuenta de resultados.

N. de la R. 
El autor es coronel del Ejército, Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y escritor.


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