Mi Columna
Eugenio Pordomingo (31/10/2022)
La Unión Europea bloquea los fondos a Hungría, que tenía que haber recibido, por negarse a secundar las sanciones económicas contra Rusia –impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea-, aunque tal medida se justifica con decir que el  país no es una democracia, sino «un régimen hibrido«.

Es curioso, pero desde la UE –Parlamento Europeo- no se han visto declaraciones similares respecto a otros países cuya tarea política y social no es que sea mejor que la del gobierno húngaro que preside Viktor Orban, sino a veces peor.

Para el Parlamento Europeo –Sesión Plenaria del 15 de septiembre de 2022-, Hungría “ya no puede considerarse una democracia plena”; la situación se ha deteriorado tanto –misma fuente- que Hungría se ha convertido en una “autocracia electoral”. En consecuencia, Hungría “no debe recibir fondos de recuperación si no cumple las recomendaciones de la UE y sentencias judiciales”.

El Parlamento Europeo condena los “esfuerzos deliberados y sistémicos del Gobierno húngaro” para socavar los valores comunes europeos y reclama resultados en el procedimiento del Artículo 7, que en su punto 2) dice que “El Consejo Europeo, por unanimidad y a propuesta de un tercio de los Estados miembros o de la Comisión y previa aprobación del Parlamento Europeo, podrá constatar la existencia de una violación grave y persistente por parte de un Estado miembro de los valores contemplados en el artículo 2 tras invitar al Estado miembro de que se trate a que presente sus observaciones”.

En consecuencia, y una vez efectuada esa supuesta “constatación” de “violación grave y persistente”, el Consejo “podrá decidir, por mayoría cualificada, que se suspendan determinados derechos derivados de la aplicación de los Tratados al Estado miembro de que se trate, incluidos los derechos de voto del representante del Gobierno de dicho Estado miembro en el Consejo. Al proceder a dicha suspensión, el Consejo tendrá en cuenta las posibles consecuencias de la misma para los derechos y obligaciones de las personas físicas y jurídicas”.

Las sanciones a Hungría fueron aprobadas por 433 votos a favor, 123 en contra y 28 abstenciones, con la intención de hacernos ver que así se trata de corregir la deriva antidemocrática de ataque a los valores fundamentales llevada a cabo por el gobierno húngaro. Además, el PE critica los “esfuerzos deliberados y sistémicos del Gobierno húngaro”, situación –dice- que se ha agravado por la “inacción de la UE”.

Poco después, el PE lamentó “la incapacidad del Consejo para frenar el retroceso democrático”, enfatizando que “los eurodiputados enfatizan que el Artículo 7(1) no requiere unanimidad entre los Estados miembros para identificar un riesgo claro de violación grave de los valores comunes, ni tampoco conlleva emitir recomendaciones ni plazos”.

Para el PE, la actitud de Hungría es “un riesgo claro de violación grave de los valores comunes, ni tampoco conlleva emitir recomendaciones ni plazos”. Las presiones debieron ser fuertes y ante ellas, la cámara europea manifestó “que continuar retrasando la adopción de pasos adicionales en el Artículo 7 para proteger los valores de la UE en Hungría supondría una vulneración del principio del Estado de derecho por el propio Consejo”.

En consecuencia el pleno del PE insta a la Comisión a “utilizar todas las herramientas a su disposición y, en particular, el reglamento sobre condicionalidad del presupuesto”. Esa explicación no era suficiente: “En un momento en que los valores de la UE están especialmente amenazados por la guerra de Rusia contra Ucrania y las acciones de Moscú contra la Unión, también pide a la Comisión no aprobar el plan de recuperación de Hungría hasta que el país cumpla plenamente todas las recomendaciones del Semestre Europeo y aplique todas las sentencias relevantes del Tribunal de Justicia de la UE y del Tribunal de Derechos Humanos”.

La amalgama de retazos de textos basados en legislaciones de la UE, tratando de mostrar solidez en lo argumentado, son varias y de alguna forma un “aviso a navegantes”. Por ejemplo, el PE menciona la posibilidad de “excluir de financiación los programas de cohesión que contribuyan al mal uso de los fondos de la UE o a vulneraciones del Estado de derecho”, “aplicar el Reglamento de Disposiciones Comunes y el Reglamento Financiero de manera más rigurosa para evitar un uso indebido de los fondos comunitarios por razones políticas”; “independencia de la judicatura, corrupción y libertades fundamentales, entre las mayores inquietudes del PE”; “los eurodiputados siguen preocupados sobre numerosas cuestiones relativas a la democracia y los derechos fundamentales en Hungría”, entre otras muchas.

Pero me llama especialmente la  atención este párrafo publicado en la página de internet del PE, en el que se acusa al gobierno húngaro de no velar por “la independencia de la judicatura, la corrupción y los conflictos de interés y la libertad de expresión, incluido el pluralismo informativo”. Destaco ese párrafo porque en la UE se nos ha prohibido a los ciudadanos europeos tener acceso a medios de comunicación rusos y de otros países, con la excusa de que publican falsas noticias. ¿Acasos somos todos los europeos tan lerdos como para no saber diferenciar una falsa noticia de otra veraz? La verdad es que con tanto bombardeo mediático, en una sola dirección, la cuestión se nos pone dificultosa.

De la corrupción, de la judicatura, de las fake news y de otras muchas materias no es que sea la UE un modelo a presentar y a seguir. Hombre, la verdad es que si miramos a nuestro alrededor y allende los mares, es cierto que somos de lo mejorcito que hay en el Planeta, pero de seguir así ocuparemos un puesto muy bajo en el ranking mundial de países vergonzantes y gamberros.

Mucha dialéctica reiterativa, pegadiza y barata, con eso de la democracia, la libertad académica y de prensa, la de religión y de asociación, del derecho a la igualdad de trato, incluidos los derechos de las personas LGBTIQ, el lenguaje inclusivo, los derechos de las minorías étnicas, así como los de los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados, por los que se critica a Hungría, pero en la UE se nos llena la boca de mencionarlos en un trajín plagado de verborrea hueca y facilona. Una cosa es decir y otra hace, ya se sabe.

Poco se habla en la UE de la tremenda desigualdad existente –va en aumento-, ni del desempleo, ni de la gente que carece de vivienda, de los que duermen en la calle, de las colas del hambre en centros sociales, etc., etc. Eso, por no entrar en el debate de nuestro ardor guerrero ni en la creciente pérdida de soberanía de Europa, en la que nuestro país, lamentablemente, ocupa un lugar preeminente.

¿Por qué se pretende sancionar a Hungría?
En primer lugar, se pretende sancionar a Hungría porque aquí en la UE –al menos de momento-, no se emplean otros medios más expeditivos, como los que se han puesto en marcha en Pakistán con la forzada dimisión de Imran Khan que fue destituido del cargo mediante una moción de censura. El ya exprimer ministro paquistaní atribuye esa moción a que fue “un castigo de Washington por una visita a Rusia celebrada en la misma jornada en la que Moscú comenzó su ofensiva en Ucrania”. Con Hungría, como estamos viendo, la presión se ejerce de otro modo, pero se ejerce.

Polonia, por ejemplo, no es acreedora, no reúne los mismos ´méritos´ que Hungría para que le sean bloqueados fondos de la UE. Pues claro que sí que los reúne, pero su gobierno es sumamente complaciente con las directrices de Estados Unidos y UE. Y, lógicamente, se salva. O es que vamos a olvidarnos de los llamados “Centros Clandestinos de Detención” de la CIA en Europa. Recordemos que la mayoría de los países que fueron satélites y repúblicas soviéticas, como Armenia, República Checa, Bulgaria, Polonia, Rumanía, Georgia, Letonia, Azerbaiyán, Kazajistán y también Hungría, se plegaron o se brindaron a ser “carceleros” de los cientos de presuntos terroristas detenidos tras el 11-S.

Por aquellos días, el Comisionado de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía de la Unión Europea, por entonces el italiano Franco Frattini, afirmó tajantemente que habría sanciones –entre ellas eliminar el derecho de voto- de aquellos estados miembros de la UE que hubieran “albergado un centro clandestino de la CIA”.

Que sepamos ningún país miembro de la UE fue sancionado, no ya con retirarle el derecho al voto, sino con bloquearle fondos europeos, o sea dinero contante y sonante.

A pesar de la negativa de los países antes mencionados, receptores de “presos clandestinos”, la verdad es que sus aeropuertos y cárceles fueron empleados por la CIA en esos menesteres de tratar de obtener información o, simplemente, como método de mostrar fuerza y meter miedo a medio mundo.

Curiosidad o coincidencia: Ucrania fue uno de los países que más colaboró en ese operativo. La palma y el laurel se la llevó, no obstante, Polonia.

Erre que erre
La Comisión Europea propuso, el pasado 18 de septiembre, sancionar a Hungría con la retención de 7.500 millones de euros de fondos que le habían sido asignados. La suspensión, alegando «problemas de corrupción y violaciones del Estado de Derecho«. Según el comisionado de Presupuesto, Johannes Hahn, esa suspensión “tiene como objetivo proteger los presupuestos del bloque”.

Si estos recortes de fondos a Hungría se llevan definitivamente a cabo, sería la primera vez que una medida de estas características se aplica en la UE; sentando así un precedente muy peligroso al otorgar ese poder ´sancionador´ de Bruselas con los países ´díscolos´.

El Consejo de la UE dispondrá ahora un mes para decidir si adopta o no la propuesta de la Comisión. Hungría, por su parte, dispondrá de un mes para responder o solicitar una prórroga, lo que significa que la Comisión podría congelar los fondos a partir del 19 de noviembre.

Tanto Hungría como Polonia –los dos países suman varios desencuentros con las instituciones europeas por su retroceso democrático-, impugnaron ante el Tribunal de Justicia de la UE las sanciones propuestas, pero su demanda fue desestimada en el mes de febrero. El tribunal basó su decisión en que la «buena gestión financiera del presupuesto de la UE» podría verse seriamente comprometida por “violaciones del Estado de derecho”. Argumento que ya  enarboló el PE.

Pero Hungría sigue en el ojo del huracán de la UE. Varios analistas políticos coinciden en afirmar que las preocupaciones de Bruselas, por la falta de democracia y la corrupción en Hungría, son más bien un pretexto y no el motivo real de la sanción. Más bien se deben a la negativa a “unirse al carro de las sanciones y medidas que la UE ha venido aplicando a Rusia por el conflicto bélico ucraniano”.

A ese “corro de las sanciones” se suman la mayoría de los medios de comunicación. Y así, poco a poco, todos tendremos un pensamiento único. ¡Viva la democracia