Mi Columna
Eugenio Pordomingo (11/3/2008)11-m-en-la-prensa1
El hombre tiende al reduccionismo y a la simplificación en casi todo. Quizás lo hace por eliminar lo superfluo, por comodidad o por incapacidad analítica.

Las explicaciones para referirse a nuestra reciente Historia se despachan a menudo de la forma más simple. Veamos, por ejemplo, el análisis que, en esta línea,  se suele hacer de los bandos en liza en nuestra guerra civil. Para unos, los rojos eran el diablo con rabo, y los fachas, algo así como la reencarnación del bien supremo.

Para los otros, los comunistas eran la revolución benefactora e igualitaria, que iba a cambiar el mundo; mientras que los nacionales eran, ni más ni menos, que unos militares fachosos, traidores al legítimo Gobierno de la República.

La disparidad de criterios y el enfrentamiento entre los partidarios de borbones o austrias, se puede extender a los que defienden o son detractores declarados de la colonización española en América. Ya se sabe, del Bétis o del Sevilla… Los ejemplos son muchos.

Sobre la masacre del 11-M de 2004, hay unanimidad. Todos pensamos que fue una gran tragedia; un vil y cobarde atentado.

Pero, no son pocos los que han obstaculizar la investigación y que de forma irracional, negando toda evidencia, se aferran a las tesis oficiales…

Los análisis sobre lo que acontece en la sociedad no se deben hacer desde el rencor, la subjetividad, ni tampoco desde la posición hermética de un partido político; ni, por supuesto, desde la cercanía del dolor.

El 11-M ha marcado un hito en nuestra reciente Historia, y también en la de Europa. Un punto de inflexión, de no retorno a lo de «antes». Del 11 al 14 de marzo de 2004 (fecha de las elecciones legislativas) tan sólo van tres jornadas. Pero vaya tres días…

Las motivaciones y las consecuencias del 11-M no se deben soslayar en el análisis social. A la memoria me viene el asesinato (algunos lo denominaron magnicidio) del que fuera Presidente del Gobierno durante el franquismo. Me refiero al almirante Luís Carrero Blanco. Con su muerte muchas cosas cambiaron. Los que ordenaron su asesinato, no sólo querían acabar con él; querían acabar con algo más. ETA fue la mano ejecutora, pero con seguridad no la inductora o “autor intelectual”, como se suele decir ahora…

El catedrático de Sociología, Amando de Miguel, afirmó en un estudio sobre España -en concreto sobre las familias del franquismo-, lo siguiente: «Somos un pueblo bastante siniestro, y aquí las grandes etapas políticas se determinan por el asesinato de un gran jefe político». Tras mencionar a Cánovas (1897), Dato (1921) y Calvo Sotelo (1936), manifiesta su opinión acerca de lo que representó la muerte de Carrero Blanco: «Asimismo, el franquismo desarrollista acaba con el atentado que costó la vida a Carrero Blanco (…). cada uno de estos atentados representa un punto de inflexión hacia una nueva fórmula política y hacia nuevas condiciones económi­cas».

En efecto. En aquella ocasión, tras el frío y enigmático comentario de Fran­co, «no hay mal que por bien no venga», se confirmaba un inicio de transición política y otro, un tanto incierto, de transformación económica.

La tragedia del 11-M, hace ahora dos años, no se puede analizar sin tener en cuenta los resultados electorales del 14-M; sin obviar la cuestión europea; sin dejar a un lado el fenómeno del terrorismo; sin marginar las alianzas de Aznar por aquellos días y las de Zapatero después; ni la “guerra” que mantienen países y petroleras en busca de recursos energéticos.

Para un diagnóstico del 11-M, se precisan otros muchos análisis, y muchas radiografías de varios cuerpos sociales. ¿Hubieran sido los resultados electorales los mismos sin la masacre del 11-M? Nunca se sabrá… Lo que si está claro, al menos para mí, es que los que optaron por votar a unos u otros no cambiaron su opción política de forma radical, influidos por la gran tragedia. Todos eran votantes susceptibles de votar a quien lo hicieron; pero, muchos estaban indecisos. Incluso, el atentado animó a la votación. Diríamos que el voto se radicalizó con aquella tremenda desgracia. El PSOE no ganó las elecciones; las perdió el PP.

Después de cuatro años, y a pesar de lo que digan unos y otros, no se ha sabido quién o quiénes fueron los autores intelectuales y materiales -de éstos últimos conocemos algo-, de esa masacre. Reuniones, comisiones, foros nacionales e internacionales, convenciones multitudinarias y homenajes, no han servido para esclarecer nada, a pesar del macro juicio y su sentencia.

En la memoria colectiva queda el enfrentamiento entre partidos políticos, que se ha trasladado a las asociaciones de víctimas del terrorismo y a la sociedad.

Este desolador panorama ha servido a la ciudadanía para darse cuenta de la incapacidad de muchos de nuestros gobernantes e instituciones. Después de transcurridos cuatro años  seguimos  esperando para conocer la auténtica verdad.

Hoy los Reyes han recordado en un breve acto en la Plaza de Atocha a las 192 víctimas del 11-M, con ausencia del himno nacional español, y con la asistencia de numerosas autoridades. Pero, lamentablemente, a estas alturas, y quien lo dude que se lea la sentencia, no se sabe, repito, quién o quiénes fueron los autores intelectuales y quiénes son los autores materiales que faltan, según la sentencia: Por otro lado, la mayor parte de los acusados por la Fiscalía permanecen en libertad.

Aún hay más dudas: ¿por qué los trenes fueron desguazados rápidamente, sin que se analizaran sus restos?; ¿quién ordenó ese desguace? Tampoco se sabe con certeza que tipo de explosivo emplearon los asesinos.

Y así, un largo etcétera…