Mi Columna
Eugenio Pordomingo (31/8/2009)
Zapatero lo ha dicho alto, claro y de forma pausada, aunque  contundente: «Lo peor ha pasado pero quedan meses difÃciles».  A pesar de su sonrisa, sus aparentes buenos modales y su «abaniqueo» de brazos y manos, ya no convence a casi nadie.
Tras el Consejo de Ministros de los viernes, Zapatero compareció ante los medios de comunicación para tratar de convencernos de que «lo peor ha pasado pero quedan meses difÃciles» ya que por delante «meses difÃciles hasta ver la recuperación económica y la vuelta a la creación de puestos de trabajo».
Molestó por el ejemplo que le expusieron sobre la recuperación de Francia y Alemania, el presidente del gobierno comentó que el PIB de ambos paÃses empezó a caer antes que el de España, y por eso -según él- han empezado a recuperarse antes.
Zapatero anunció, asimismo,  que las «subidas de impuestos» que anunciará el Gobierno cuando presente los Presupuestos para el año 2010 serán «limitadas y/o temporales», para poder preservar el principio de moderación fiscal que defiende el Gobierno. Esta subida de impuestos la hace el Gobierno de España en contra de la persistente opinión de José LuÃs RodrÃguez Zapatero que opina que  «subir los impuestos no es de izquierdas», como ha afirmado en más de una ocasión.
Por otro lado, Zapatero se ha visto obligado a decir  que está «abierto a modificar la fecha de ayuda de 420 euros para los desempleados que hayan perdido la prestación para beneficiar a más personas», mientras era incapaz de aportar cifras sobre el número de personas que, supuestamente, se van a beneficiar de esta medida.
No vamos aquà a restregar al presidente -ni a recordarle- sus constantes afirmaciones acerca de las bondades de su gobierno y de la potencia de la economÃa española, que ya «habÃa superado a Italia» y estaba a punto «de alcanzar a Francia». Tampoco le vamos a recordar sus opiniones -vertidas en estados Unidos- sobre la solvencia de las instituciones financieras españolas. Lo cierto es que el PIB español se encuentra por los suelos (ha caÃdo un  4,2 por ciento en el segundo trimestre), que la actividad económica le va a la zaga y que el incremento del paro es ya más que alarmante. La caÃda del PIB es la más alta que se produce desde el año 1970, y el desempleo español el más elevado de la UE.
El consumo cayó en el primer trimestre de este año hasta el 5,9 por ciento, mientras que la inversión retrocedió un 18,1 por ciento y la construcción un 12. Del turismo y la actividad industrial mejor no hablar. Por supuesto, la tasa de endeudamiento del gobierno y de las familias españolas crece a pasos agigantados.
Pero, en honor a la verdad, toda la culpa no es de Zapatero. La situación -aunque agravada ahora- viene de atrás. Felipe González desmanteló el tejido industrial español en pos de conseguir una rápida incorporación a Europa, algo que iba a suceder de una u otra forma. Nos quedamos sin astilleros, sin altos hornos, sin fábricas de camiones y automóviles: desapareció nuestra incipiente empresa de fabricación de aviones (CASA) y armamento (Santa Bárbara), además de reducir la producción de leche (ahora se la compramos a Francia), de vino y pesca…
Las plantillas de las grandes empresas se «racionalizaron» -uno de los expertos en tan lúgubre cometido fue el ex ministro de Sanidad y ex presidente de Renfe, LuÃs GarcÃa Valverde-, con cargo al erario público; se privatizaron, a bajo precio, empresas públicas muy rentables; se impusieron los salarios basura y se crearon las fatÃdicas «empresas de trabajo temporal», a la vez que se acometÃa la definitiva domesticación de los sindicatos mayoritarios. Todo esto se hizo en tiempos de Felipe González Márquez, y si alguien lo duda que consulte las hemerotecas mientras queden periódicos que ver.
La polÃtica económica del acero, ladrillo y cemento comenzó su verdadero auge… Hasta hace poco, en España se construÃan tantas viviendas como Francia y Reino Unido juntos.  Después, José MarÃa Aznar, continuó la misma polÃtica que tan rentable habÃa sido para los grandes grupos financieros y oligarquÃas. Y los «Poceros» surgieron por doquier…
Aznar se encontró con una etapa de bonanza económica; pero, eso sÃ, supo crear empleo -el paro era muy elevado-, y contener el gasto público. Y continuó con las privatizaciones.
Los empresarios necesitaban mano de obra barata y que la «mano de obra» española no les molestara demasiado con reivindicaciones de aumento de salarios y mejoras laborales. Y se acudió a la moderna esclavitud…
A España llegaron por tierra, mar y aire, millones de gentes ansiosas de mejorar su calidad de vida. La España generosa puso a su servicio la Administración con sucesivos «efectos llamada». HabÃa que recoger el algodón moderno (construcción, hostelerÃa, agricultura y servicios, incluido el Ejército), y asà se hizo. Los problemas vinieron después…
Desde la transición -antes habÃa poco que repartir-, la corrupción ha campado a sus anchas con todos los gobiernos; financieros, banqueros, partidos polÃticos, sindicatos y polÃticos, han estado en la primera lÃnea como sujetos activos. Con no se sabe qué finalidad, Aznar, incluso eliminó la división del CESID-CNI (servicios secretos) que se encargaba de investigar sus demoledores efectos perniciosos sobre la sociedad española.
Entre tanto, surgieron mil y una fundaciones, casi siempre presididas y «patroneadas» por supuestos lÃderes polÃticos y/o sindicales que se habÃan quedado en paro…
Las grandes cadenas de televisión se dedicaron y dedican con ahÃnco y esmero a «adormecer» el escaso espÃritu reivindicativo de los españoles de estas generaciones. Y en estas nos encontramos…
Pero, a grandes males grandes remedios. En etapas de convulsiones económicas, suelen producirse repentinas politizaciones que suelen ser el germen de cambios sociales más o menos importantes. Quizás nos encontramos en los preliminares de una de ellas.
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